#14.

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A la mañana del lunes, él ya se sentía lo suficientemente bien para ir a clases. Eso confirmado por sus dos madres, quienes lo analizaron por completo antes de irse a sus respectivos trabajos, claro, después de repetirle por milésima vez lo bien que le quedaba ese tono de rojo encendido en sus cabellos perfectamente levantados con un gel especial que su madre compró en uno de sus viajes de negocios.

No estaba seguro de si un cambio de look fue una buena idea, pero debía admitir que entendía a las personas cuando se arreglaban diferente para exteriorizar un cambio en su vida. Y lo entendía porque, para el segundo en que se miró al espejo después de que sus mamás terminaron de arreglarlo, él vio a una persona totalmente diferente.

Y le gustó lo que vio. Le gustó mucho.

Ese lunes, imaginó que todo estaría bastante tranquilo, pues los inicios de semana solían ser días demasiado relajados, pero, para su sorpresa, después de las primeras clases y apenas sonó el timbre de receso, se encontró con Ashido, Kaminari y Sero justo en la puerta de tu salón, observándolo y analizándolo, asegurándose de que se encontrara verdaderamente bien mientras la pelirrosa gritaba de emoción al ver su nuevo look.

Kirishima les sonrió con toda la energía que pudo, escondiendo lo ligeramente débil que aún se sentía, eso hasta que vio unos despeinados y rubios cabellos asomarse detrás de sus amigos y sus ojos se iluminaron emocionados, irguiendo su espalda y casi meneando una inexistente cola imaginaria.

—Amigo... ¡Ese rojo definitivamente te queda genial! —Kaminari desordenó sus cabellos cariñosamente, mientras Kirishima intentaba apartar su mano. Le llevó un día entero aprender cómo usar correctamente el gel que le regaló su madre.

—Sí, aún con ojeras, pero se nota que ya no tienes fiebre. —Ashido asintió, bastante feliz de ver a su amigo en un mejor estado—. ¡Necesito tomarme una foto contigo así! ¡Hasta parece que tu cerquillo levantado ahora son cuernos! ¡Te ves increíble!

—Eso dice ahora, pero venía totalmente dispuesta a llevarte a la enfermería de nuevo si era necesario. —Sero bromeó, levantándole el pulgar a Kirishima, dejando en claro que también estaba muy de acuerdo con ese cambio suyo.

—¡Oh, cállate Hanta!

El pelirrojo sonrió al ver a sus dos amigos enamorados bromear de esa forma, pues aquello era algo que admiraba de su relación. Ashido y Sero podían ser una de las parejas más sólidas que conocía, y, a su vez, siempre verse como dos buenos amigos que compartían demasiado cariño. Kirishima, durante todo ese tiempo que tuvo para pensar, se imaginó compartiendo ese tipo de relación con Bakugou y no pudo negar que las imágenes proyectadas por su propia imaginación le agradaron mucho; tanto que ya no podía parar, su corazón sólo se emocionaba al pensar en tener una relación así con el rubio.

Sin embargo, eso no sucedería de la noche a la mañana y ni siquiera estaba seguro de que fuera a suceder. Si bien, ese día, bajo la lluvia, él le confesó sus sentimientos a Bakugou, este nunca le dijo que le correspondiera, y Kirishima era consciente de que había sido tan idiota que no le sorprendería si la decepción le jugaba una mala pasada y borraba cada sentir romántico que su ex mejor amigo pudiera haber sentido por él. Se podía decir que se jugó el todo por nada concreto, pero no le importó, no permitiría que las dudas hicieran vacilar su propia determinación. Así como tampoco culpaba a Bakugou, es decir, si la persona que quieres te dice que te quiere sólo porque te apartaste de él, ¿qué tan sinceros son esos sentimientos en realidad?

Oh, pero Kirishima le demostraría que su sentir era totalmente real.

—Oye, idiota.

El nuevo pelirrojo despabiló tan rápido como oyó la ronca voz de Bakugou dirigirse hacía él. Los tres chicos también dejaron de jugarse entre ellos para oír lo que el rubio diría, expectantes mientras este avanzaba un par de pasos, para estar más cerca de Kirishima.

Morosexual. | Kirishima Eijiro x Bakugou KatsukiWhere stories live. Discover now