MAYO

118 1 0
                                    

8 de mayo

John se encontraba durmiendo en el avión de viaje a Dallas, Texas. Estaba soñando. Reconocía que estaba soñando y también reconocía el lugar en el que estaba. John estaba en la casa de sus padres y vio la sangre por el pasillo, todo se veía igual como cuando él regresó ese trágico día. Había entrado a la casa y lentamente caminó hacia la sala, donde el rastro de sangre seguía.

Al momento de asomarse a la sala, la pesadilla que tanto veía había cambiado. En lugar de ver los cuerpos de sus padres, había una persona envuelta en una túnica roja. John se acercó con cautela.

El individuo levantó la mirada para ver a John. Se trataba de un hombre muy viejo, tenía muchas arrugas y en su cuello John pudo ver el comienzo de unas líneas rojas que ascendían hasta los ojos, unos ojos que centellaban de un color sangre. Movió una de sus manos, que tenían dedos largos y gruesos. Señaló una silla vacía.

―¿Eres el hechicero Yaevridf? ―preguntó John mientras se sentaba.

―Exacto, soy al que intentas detener ―Se bajó la capucha que le cubría la cabeza. Había algunas líneas rojas más, pero John parpadeó al ver que el cabello era negro.

―¿Cómo es posible que estemos hablando? ―preguntó John. En realidad, si no estuviera en un sueño con aquel hombre, lo habría asesinado al momento.

―Me tomó mi tiempo encontrarte, te mueves cada cierto tiempo y me ha costado llegar a tener esta conversación ―Se inclinó hacia John―. ¿Por qué quieres detenerme?

―Esa pregunta es absurda, ¿no te has fijado que estás provocando muchas muertes?, no puedo permitir que sigas.

Yaevridf soltó una risita, mostró una sonrisa desagradable.

―Tú te ves ligado a las realidades y condiciones humanas, John Cowart. Somos muy opuestos, porque yo tengo una perspectiva de la vida muy diferente de la tuya.

―Tienes el aspecto de un humano ―Señaló John.

―Es verdad... es verdad... ―Asintió Yaevridf―, pero la esencia con la que he nacido me convierte en alguien distinto, podremos parecernos, pero seguimos siendo opuestos. Yo nací con la magia y moriré con la magia.

―¿A qué viene toda esta charla? ¿Qué es lo que quieres?

―Decirte que no pierdas el tiempo destruyendo mis maldiciones. Tienen que matar a las personas y prefiero que siga siendo así hasta que pueda provocar otra enfermedad mortal.

―¿Por qué te enfocas en ese plan? ―Inquirió John― ¿Acaso tienes un estúpido plan para someter a la humanidad a tus órdenes, volverlos esclavos y quitarles la libertad?

Yaevridf volvió a soltar otra risa desagradable.

―Que perspectiva tan curiosa, John. No es una mala opción, pero, ¿de verdad crees que quiero gobernar? Yo no tengo la intención de hacerlo, no me consideraría un rey.

John iba a asentir con la cabeza, sin embargo, se percató de que su hipótesis no era una de las razones. Ni siquiera debía ser la principal. Se había quedado callado.

―Hablas de someter a la humanidad, de darles órdenes, convertirlos en esclavos y arrancarles la libertad ―Susurró Yaevridf―. ¿Y si te digo que todo eso fue lo que yo viví? ―John no dijo nada, no sabía con qué responder. Yaevridf suspiró y se retrepó en el asiento―. Cuando provoqué la peste bubónica, no lo hice por simple gusto, sino que fue con razón. Y mi razón principal, fue la venganza.

» Tú no tienes idea de cómo era la vida en el pasado, John. Los humanos, extinguieron lo que había siglos atrás. Acabaron con muchas comunidades, criaturas y especies que a día de hoy están muy escasas. Asesinaron sin piedad a individuos como yo. Muchos se escondieron de las atrocidades de la gente, tuvieron que verse obligados a esconderse. Todo eso porque las personas temen a todo lo que es diferente a ellos, en lugar de aceptarlo...

Doce meses malosWhere stories live. Discover now