Día 3: "Flores que bailan"

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La primera vez que la vio, pensó que era hermosa.

Aunque claro, Tanjirou había visto muchas personas hermosas a lo largo de su vida, pero al verla a ella se sintió diferente.

Era el tipo de belleza que lo hacía detenerse por completo, cerrar su boca y olvidarse de como respirar cuando la vio bailar.

Sus movimientos eran precisos, delicados y de alguna forma sinceros. Daba un salto detrás de otro y estiraba sus piernas en maneras que Tanjirou no creía posibles.

Lo dejaba ahí, parado como un estúpido con la boca abierta mientras en silencio observaba la manera en que giraba y estiraba una pierna mientras lo hacía, recordándole por alguna razón a las flores del jardín que estaban por detrás de la sala de danza.

Su cabello oscuro estaba firmemente amarrado a una coleta con una mariposa, su traje de ballet era ajustado y negro, una gota de sudor se deslizó por su cara y en una vuelta más, la música dejó de sonar por la habitación con una nota final del violín al tiempo en que ella paraba y se le quedaba mirando.

Sus ojos eran ligeramente gatunos, de un morado precioso y brillaban con la claridad de una piedra amatista.

Tres pequeñas, gentiles, mariposas se filtraban por la ventana junto con los rayos del sol, haciendo que Tanjirou sintiese como todo su aire era robado por la vista.

La chica respiraba cortamente y el rostro de él ardió en fuego al verla.

⎯Perdona, no quería interrumpirte.

Disculpándose rápidamente, la chica tan solo asintió con la cabeza para luego ignorarlo e ir por una botella de agua.

⎯ ¿Cómo te llamas?

Mirándolo por un segundo, la frialdad que aquellos ojos transmitían lo helaron por un segundo.

⎯ Soy Kamado Tanjirou, gusto en conocerte.

La chica no respondió.

Él se quedó completamente embobado, no fue hasta que sus amigos llegaron y lo arrastraron entre tacleadas y lloriqueos al salón de al lado, que pudo salir de su trance.

Desde entonces, era una escena bastante común ver a Kamado Tanjirou de la clase de hip hop observar entre descansos a Kanao Tsuyuri

Se podría decir que el pasatiempo de Tanjirou constaba en quedarse viendo completamente embobado los fluidos movimientos de la reconocida "flor" de la clase de Ballet.


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Kanao estaba acostumbrada a las miradas, lo había estado desde que era muy pequeña.

Sea por su talento o por su belleza, en su mayoría hombres.

Entre mariposas y aretes | TanjiKana Week |Where stories live. Discover now