7 [Malas noticias]

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Trataba de seguirle el paso, resultaba difícil cuando el hombre que te arrastraba por los pasillos medía casi el doble que tú y tú debías duplicar los tuyos.

Además seguía sin entender el porque se había quedado callada todo ese tiempo, y además, ¿Por qué el tampoco le había dicho nada? No hace mucho estaba comenzando una nueva etapa en su vida, empezando con un entrenamiento matutino, el cual por desgracia no terminó nada bien y ahora estaba rumbo a un destino desconocido en contra de su voluntad, ella quería luchar, en serio que sí ¿Por qué entonces la vida se lo hacía tan difícil? ¿Es que nada podía volver a ser como antes?

Su corazón comenzó a latir con vehemencia, cuando ya no vió otra salida más que un cuarto el mundo se le volteó enseguida.

El no lo haría.

El no se atrevería.

¡No, espera! - Alzaba la voz, su nariz se abría y cerraba tal cual un conejo a punto de ser cazado, sus orejas se encrisparon apuntando hacia el suelo apoyadas en su nuca, el labio inferior no dejaba de temblarle impidiendo que pudiera soltar palabras más coherentes que simples gritos, o chillidos. - ¿Qué me vas a hacer? ¡Por favor, detente! - Sus ojos enormes y brillantes poco a poco se volvían cristalinos. - ¡Auxilio! ¡Alguien!

Intentaba con todas sus fuerzas safarse, sin embargo era prácticamente imposible, ese hombre tenía un poder descomunal, tan fuerte que era palpable inclusive a kilómetros de distancia, no había que ser un genio para darse cuenta.

Esperaba por su respuesta, la cual jamás llegó, en vez de eso recibió gruñidos por su parte, cosa que le erizó la piel pues en un momento ambos pares de ojos se volvieron a encontrar, el parecía hastiado, indiferente. Ella aterrada.

El pasillo parecía eterno, en cuanto las yemas de sus dedos tocaron el picaporte, el azabache abrió la puerta con rapidez sin importarle que esta azotara contra la pared, sin esperar más tiempo, sin querer tocarla en lo más mínimo, la aventó adentro.

Amy casi sentía como su espalda chocaba contra la pared de no ser porque sus piernas alcanzaron a estabilizarse.

El ambiente se encerró, tan tenso que la pequeña ya quería huir de ahí, pues su mente le pedía a gritos que corriera, que le reclamara, que la Amy de antes volviera, sin embargo la realidad a veces podía ser cruel.

El azabache se negaba a retomar la palabra, estaba demasiado ocupado tratando de enfocarse en cualquier otra cosa para poder relajarse, caso  inútil si la culpable se hallaba frente a él, simulando un animal asustado a punto de ser degollado.

Patético.

Suspiró profundo cerrando los ojos y sosteniéndose la frente con dos dedos que intentaban calmarle la migraña, ¿Por qué la había traído consigo? poco a poco se fue caminando, avanzando con cada paso decidido, Amy no entendía el porque la presencia de aquel erizo le ponía tan asustada, ¿Nerviosa? Sus manos empezaron a sudar.

Probablemente si está fuera otra situación, ya se hubiera muerto de la vergüenza.

No parecía querer detenerse, y cuando ya no pudo avanzar más, agachó la mirada encontrándose con esos luceros jade, los cuales se quedaron fijos en los suyos, eran grandes, tanto que estaba seguro que podía ver todos sus secretos a través de ellos.

No le gustaban.

Frunció el ceño, ella tragó saliva.

El silencio volvió a reinar, Amy estaba harta de el, aunque por otro lado se sentía segura, pues aún no se enteraba de lo que esté pretendía.

El la detallaba de arriba abajo sin importarle en lo más mínimo que eso la pusiera aún más nerviosa pues se mantenía concentrado, y ella se veía tan pequeña y frágil, la miraras por donde la miraras.

[~SHADAMY~] - ღLa promesaღWhere stories live. Discover now