Capítulo II

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Relata Jonathan.

La casa de los Fitzgerald es bastante grande, pero aun así se escucha la discusión que ha habido, intento ir a ver a la Sra. pero Stephen que está conmigo me lo impide diciéndome que me encargue de mis asuntos y que no me meta en las cosas del matrimonio.

Siento una ira terrible al no poder ir a verla, es mi trabajo para eso fui contratado y no me permiten subir para ver qué pasa.

Después de mucho tiempo he dejado atrás la situación con Roper y decido buscar un trabajo tranquilo y ¿Qué puede ser más tranquilo que la seguridad de una futura Primera Dama? Por lo visto la seguridad de ella no solo la deberé mantener fuera de la casa, sino que también dentro de ella.

Estoy inquieto, jamás me ha gustado que golpeen a las mujeres y por sobre todo me recuerda a mi Sophie. Voy a esperar a que Stephen se distraiga e iré a verla su seguridad está en mis manos y esta vez no voy a fallar.

Pasan unos cinco minutos y veo que el candidato baja, busca a Stephen ambos llaman a Laura y salen de la casa. Momento propicio para subir, busco la habitación, golpeo la puerta, pero no recibo respuesta aun así entro ella está de pie junto a la ventana, puedo escuchar que llora. Al verme se seca rápidamente las lágrimas. - ¿Necesita algo Mr. Pine? -

Me acerco a ella - ¡Saber que usted está bien! - quedo junto a ella y a pesar de lo Evita logro tomar su rostro y observarla. Es una mujer joven y de bellos rasgos, pero que ahora cuenta con una pequeña herida en sus labios y un bofetón marcado en su mejilla.

- Supongo que ¿no es la primera vez? - me muevo y busco una toalla en el baño, la humedezco y vuelvo para colocarle en su mejilla.

- ¡No! - me responde y sus ojos se llenan de lágrimas.

- ¡Ok! - La abrazo y ella rompe en llanto. La imagen de matrimonio feliz que tiene hacia afuera creo que es solo la fotografía perfecta, pero puertas adentro esto es un infierno para ella.

Logro hacer que se siente al borde de la cama, me coloco de rodillas frente a ella. Sigo limpiando su cara. De repente y sin golpear la puerta llega una de las empleadas con una bolsa con hielo. Me ve, pero no se extraña de lo que estoy haciendo, solamente toma la toalla, envuelve los hielos y los coloca en la mejilla irritada. Me mira y me sonríe, pero tristemente.

- Señora, salieron los tres nuevamente. Desea que le traiga algo, ¿traigo el teléfono? - dulcemente le propone en esos momentos, algo que no entendí, pero con el correr de los días sabría lo que significaba esa frase. Elisa solamente negó con la cabeza. La joven se retiró, pero no sin antes recordarme que si la Sra. necesitaba cualquier cosa se lo hiciera saber.

- Cuando me contrataron para cuidarte nadie mencionó esto.... - Tomo su mano firmemente para hacerle una promesa: - esta será la última vez que suceda esto. ¡Nadie volverá a golpearla! -

Ella me sonríe, quita su mano de entre las mías y me corrige: - Mr. Pine, agradezco mucho su compromiso. Pero usted no entiende quien es Horacio y ¡esto se repetirá cuantas veces él lo quiera! -

- ¿Y entonces por qué no lo deja? - tapo mi boca dándome cuenta recién de la indiscreción que acabo de cometer. - ¡Lo siento Sra. Fitzgerald, pero no puedo evitar pensar eso! - soné algo arrepentido, aunque en verdad no lo estaba.

- La familia Fitzgerald es rama de los Kennedy y como dicen acá son como la realeza norteamericana. Si trato de salir de esta familia me buscarán por todos lados, levantarán cada piedra hasta dar conmigo. La única forma de hacerlo es con los pies por delante... ¡no se si me entiende Mr.Pine! - vuelve a ponerse la bolsa con hielos en la boca.

- ¡Entonces algo haremos para que esto no se repita! - me levanto, sacudo mis pantalones y salgo de la habitación. Antes de hacerlo la observo mientras ella se recuestar sobre la cama, cierro la puerta y me dirijo a la cocina busco con la mirada a la joven que estuvo con nosotros arriba. De repente alguien se dirige hacia mí.

- ¿Me estaba buscando Mr. Pine? - Era ella. La tomo desde el brazo y le pregunto si podemos hablar a solas en un momento, nos apartamos del resto a una pequeña bodega.

- Soy Anastasia, mucama de la Sra. Hace más menos tres años... - se afloja un poco: - Y por favor si puede ayudarla a salir de todo esto, cuente con mi ayuda; miles de veces le he dicho que llamemos a la policía o a un tren subterráneo para que la ayuden. ¡Pero tiene miedo, yo sé que tiene miedo! –

- Entonces es como me dijo la Sra. Fitzgerald ¿no es primera vez que sucede? -

- No incluso la primera vez tuvieron que llevarla de urgencias al hospital por una fractura nasal y de mandíbula .... - Suspirando y toma las manos de Pine. -Ella no es mala como esta gente, pero ya está dentro de este mundo y no puede salir. ¿Cree usted que pueda ayudarla? -

Pine mira para todos lados y le guiña el ojo a Anastasia. - Haré todo lo posible por ayudarla, pero necesito que si yo no estoy con ellos lo estes tú. ¡Habiendo alguien junto a ella no se atrevería a tocarla! - vuelve a mirar a su alrededor: - ¿sabes a donde se fueron ahora los tres? -

- De seguro fueron a celebrar la primera salida y alguno de los dos terminará acostándose con Laura. - he quedado sorprendido por esta revelación

- ¿No que Laura es amiga de la Sra.? -

- La Sra. No es tan inocente como pudiera parecer, cada vez que le digo lo mismo sobre Laura ella me repite: - ¡A tus amigos mantenlos cerca; pero a tus enemigos más! -

Eso quiere decir que no tendremos que empezar de cero con este trabajo. Le agradezco a Anastasia la confianza y cooperación, quedamos de cooperarnos ambos para ayudar a la Sra. En estos momentos iré a verla de nuevo para ver si necesita algo.

Llego nuevamente a la habitación, pero esta vez acompañado con una bandeja de té y unas galletas.

- ¡Permiso, Anastasia le ha enviado esto! -Me di cuenta de que ella había estado durmiendo o por lo menos intentándolo.

- ¿Cómo sigue la herida del labio? - Trato de ser lo más amigable y cercano a ella.

Por fin logro sacar una sonrisa en su rostro. Es hermosa me da una tristeza tremenda que una mujer como ella tenga que pasar por lo que la están haciendo pasar. Se sienta sin salir de cama.

- ¿Le puedo pedir un favor Mr. Pine? -

- ¡Claro! - le respondo mientras le acerco la bandeja.

- Mientras no estemos en público, ¿podría llamarme por mi nombre? - me lo dice tan tímidamente que pareciera que tuviera miedo a mi respuesta.

- ¡Por supuesto ...Elisa! entonces cuando nos encontremos en esa situación deberías llamarme Jonathan. -

Lleva la taza de té a sus labios y antes de beber un sorbo me mira y me da las gracias. Parece una pequeña niña asustada que necesita que la cuiden y la protejan, me quedaré haciéndole compañía hasta que termine su té y vuelva a dormir.... O hasta que llegue el peligroso triunvirato.

Mr. Pine (Terminada)Where stories live. Discover now