CAPÍTULO LXXVI

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Estaba tan cabreada, tan harta y en realidad no era porque hubiese interrumpido una gran noche de placer, porque eso pintaba mal, antes de que Bashar llegara, ya François no tenía su erección y estaba suspirando con su rostro en esa expresión de angustia, que le dejaba claro que no quería nada de eso, a ese punto ya no sabía qué quería él, simplemente no valoraba sus esfuerzos por complacerlo, todo lo que para ella supuso acercarse a esa mujer y pedirle algo como eso y sí, se podía decir que había sido Bashar el que lo había arruinado todo, pero no, no era Bashar o cuando ella hubiese vuelto a ese baño François no habría estado vestido.

No pasó mucho cuando François entró por la puerta, ella estaba sentada en el sofá donde minutos antes Rose se apoyaba para no caerse, lo miró, sin embargo no le dijo nada, porque también estaba triste con él y más que triste era esa sensación de que a él nada le gustaba, sabía que quería acostarse con esa mujer, no entendía por qué era tan solapado, cómo si ella le estuviera diciendo algo, de hecho lo que más la incomodaba era su pose y el no reconocerlo.

-Corazón, le dije a ella que seguiríamos en otro momento y que guardara discreción de lo que pasó hoy.

-¿Y de verdad quieres seguir François? Porque portándote como un solapado mojigato no tiene mucho caso.

-No es que sea morrongo, corazón si soy honesto en todas las fantasías que tengo tú eres la única que está, hace un rato era como si hubieran dos tú, quería perderme en tus fluidos para completar la fantasía con el gusto, si me metía en la de ella primero, como me lo sugeriste, no podría tenerte en mi boca.

-Es que no querías perderte en mis fluidos, querías perderte en los de ella y me pareces un hipócrita, es obvio que esa mujer te atrae y un coño que le estabas mirando la cola por Bashar, ve a otra con ese cuento.

-En mi fantasía eras tú, si soy honesto hace un rato pude darme cuenta que aunque ella es muy pequeña tu cuerpo y el de ella guardan similitudes, así que mi fantasía de verte a ti tocándole en tercera persona era como pensar...

Ella arqueó sus cejas cabreándose un poco más, era lo único que le faltaba escuchar, torció los ojos y le pidió que la dejara sola.

-Amor, dime ya que no deseas volver a tenerme cerca, dime con sinceridad si querías esto, ni siquiera estabas mojada, sentía como si me quisieras enviar con ella.

-Mira François te pedí lo más calmada que pude que me dejes sola, de verdad en este instante cada cosa que dices me cabrea más, realmente es bastante grosero de tu parte decirme que me parezco a esa mujer para justificar que te sientes atraído y no lo reconoces.

»Yo no voy a discutir nada más, quiero volver a Ginebra, quiero ver a mis hijos, ver a Isabelle y a Marie, encontrar a Matt y terminar con todo eso.

Y a veces no sabía si cuando hablaba de todo con lo que quería terminar, también lo estaba incluyendo a él, porque esos años y el juego de Bashar habían probado mucho ese matrimonio y la gran mayoría de las veces sólo veía las debilidades del mismo, la única fortaleza es que ambos se negaban a dejarse, pero a veces era mejor evitar toxicidades y desde antes de casarse Rebecca sabía que esa relación no estaba bien, sólo se dedicó a evadir la realidad.

-Hablaba en esa jodida fantasía, sólo fue que me negaras tu cuerpo y todo se fue, porque cuando dije que ese trasero no me empalmo era real.

-¡Yo no soy tu premio de consolación! ¡Querías tocarla a ella y de morrongo no lo hiciste! ¡No iba a dejar que me tocaras pensando en otra! ¡Y no voy a permitirte que me digas que esa mujer se parece a mí sólo para justificarte! ¡Púdrete! ¡Y vete que no quiero enloquecer! No quiero que me vuelvas a hacer pasar por eso...-Le habló eso último más bajo porque esa época en la que era una mujer insegura la odió y no deseaba volver a eso.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Where stories live. Discover now