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Guirnalda de hilo rojo

¿Cuánto tiempo llevaban hablando? ¿Quizás 10 años? ¿Tal vez 12?  La gente pensaba que relaciones como las suyas no solían durar más de un par de años, tal vez meses, pero ellos habían demostrado todo lo contrario

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¿Cuánto tiempo llevaban hablando? ¿Quizás 10 años? ¿Tal vez 12?  La gente pensaba que relaciones como las suyas no solían durar más de un par de años, tal vez meses, pero ellos habían demostrado todo lo contrario.
Cierto era que, a veces, se comportaban como el perro y el gato, pues discrepaban en más de una opinión, pero aún así siempre encontraban algún tema en particular que los volvía a unir, mucho más fuerte que antes. Eso sí, si había algo en lo que siempre coincidían —sin importar qué— era en su negativa ante las preocupaciones y las quejas de sus allegados, pues, aunque su relación era (casi) perfecta, existía un único y abismal detalle: Sanji vivía en Toulouse, Francia y Zoro en Nara, Japón. 

Se habían conocido a través de un videojuego de rol interactivo al formar equipo contra otros extranjeros, cuando ambos eran sólo unos niños. Empezaron con bromas sobre sus nicknames (thegoldenprince03 y SantorBeast11), luego, más mayores, pasaron a darse sus respectivos números de teléfono para llamarse de vez en cuando o hacer alguna videollamada. Y fue a través del teléfono donde aprendieron a reírse de sus defectos, a pelearse por el día y echar de menos por la noche, y, a pesar de la desastrosa diferencia horaria de 9 horas, también pudieron aprender a formar una amistad fuerte y resistente contra todos los contras que los mayores les enumeraban… aunque, claro, eso era antes.

Ahora, siendo ya adultos totalmente independientes, las cosas habían cambiado por completo.

Sanji suspiró contra el cristal de la ventana de su piso, mientras sus dedos tamborileaban contra su barbilla y su codo descansaba en el alféizar

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Sanji suspiró contra el cristal de la ventana de su piso, mientras sus dedos tamborileaban contra su barbilla y su codo descansaba en el alféizar. El pequeño vaho blanquecino que se había formado a la altura de sus labios fue desapareciendo poco a poco, dejando ver de forma más clara la nieve que caía al otro lado de la ventana. Miró de reojo la pantalla de su móvil, aún encendida, mostrando la conversación más reciente que había tenido con el marimo, hacía varios días.

De nuevo habían discutido. Esta vez el tema había sido la navidad y es que, al parecer, el musgo detestaba con fervor aquellas fechas —el rubio desconocía la razón—. Una cosa había llegado a otra, se habían llamado de todo menos guapo y Zoro había terminado por bloquearlo. 
Sanji observó el último mensaje que iba a lanzarle, una comparativa casi mordaz entre el hombre de pelo verde con el Grinch y, suspirando con pesadez, la borró antes de frotarse la cara con las manos.

Muérdago marino [Especial Navidad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora