Uraninan Billy

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La mañana se manifiesta por los rayos de luz entrando por la cortina y ventana, Uraninan se levanta de un salto, empapado en sudor y el corazón palpitando a fondo.

El movimiento de la cama despierta a su pareja, Molly, una rubia de imponente belleza y sensualidad -¿Qué tienes mi amor?- dijo molly

- tenemos que matar a ese cabrón, te lo juro ya no puedo más con esto- responde Uraninan sofocado. -otra vez ese sueño, dijimos que solo mataríamos cuando no hubiera otra opción.

Uraninan en su colapso de desesperación y caminando de un lado a otro responde – ahora es necesario porque no puedo descansar, mi salud se va a acabar y...- se sienta sobre la cama toma de la mano a Molly y mirándola a los ojos añade – no puedo dormir, hoy hice un trato con el indio muerto, dijo que si vengaba su muerte me dejaría de acosar, esto es importante para mí, sería muy triste tener todos los libertinajes que deseamos y no poder disfrutar ni una simple siesta.

Molly da un suspiro -de acuerdo Bill- heredaste muchas ideas estúpidas de tu ascendencia americana.

Billy dio un desplante de incomodidad -¿tú crees? Mejor ni hablemos de tu rubio cabello, yo me siento totalmente nativo de aquí. A lo que la rubía el contrapone -sobre todo tu nombre "Uraninan Billy".

El sol estaba para ocultarse, un carruaje se dirigía desde las afueras a la gran ciudad, el contenido de este carruaje le importaba mucho al clérigo puesto que había utilizado su influencia en el gobierno para proporcionar una escolta militar al cargamento, 6 de los mejores hombres de la zona protegían el carruaje durante el viaje, cada uno a caballo, dos en frente, dos a los laterales y dos en la parte de atrás, además que el dirigente del carruaje era un excelente pistolero y esgrimista, en el lujoso interior se encontraba uno de los señores feudales más poderosos, proveniente del devastado pueblo de San Patricio, el señor Vicente Badillo, acompañado de su nueva esposa y sus dos hijos.

El paquete importante y valioso ocupaba el centro de aquel camarote.

Bebiendo vino y con la próxima llegada a la gran ciudad, pasaban a través del hermoso camino adornado de cipreses, semejante familia se relajaba mucho, con un anormal sentido de alivio ya que el número de malhechores había crecido demasiado.

Mientras reían y celebraban con carcajadas y canciones un estribillo entra por el costado de madera del carruaje, astillas y fragmentos de vidrios fueron esparcidos, la cara de los niños parpadeaban, gotitas rojas manchaban sus rostros, al abrir sus ojos vieron la mirada confundida y asustada de la señora Badillo, los caballos se agitaron, el dirigente tiro de las cuerdas, cada jinete trataba de controlar a su corcel.

-señores ¿están bien?- grito el dirigente preguntando.

Los tripulantes totalmente perplejos enmudecen mientras ven al señor Vicente con los ojos en planco y un hoyo en la frente, con un último suspiro la vida sale de su cuerpo y cae de boca al suelo.

La señora Badillo gritó cuando tuvo su primer aliento de vuelta, al darse cuenta de la situación todos los escoltas presentan sus armas, disparando y buscando de donde vino el letal disparo que acabó con Vicente.

La curva de los cipreses era un lugar hermoso y aterrador por las noches, la luna se presentaba ahora en el cielo, un resplandor naranja parecía recorrer a gran velocidad el camino, unos rugidos más fuertes como de león le acompañaban, los caballos fueron presos del miedo, dejando a todo galope el lugar, y algunos hombres junto con ellos.

El pánico se sentía, muda pero se sentía, la sensación de ver a un animal acechando. Chispas y luces venían del cielo, el resplandor naranja se volvió a encender, los rugidos aumentaron, una bola de fuego y chispas proveniente del cielo se estrella en el techo, un gran resplandor blanco, de esos que te dejan ciego por unos segundos acompaña el aterrizaje de la bola de fuego, al terminar aquel parpadeo, un hombre parado aparece en el techo, cubierto con telas negras y una máscara de aspecto metálico.

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