"...Hoy te contaré una historia. La historia del hombre que fui y del que soy.
Mientras doy vueltas entre estas 4 paredes, esperando mi sentencia.
Sabía que era peligroso, que su caída, también sería mi perdición, pero, fue imposible evitarlo. Sus o...
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—¿Follaste con él en la ducha del gimnasio de la escuela?
La risotada de Hayden debió escucharse en cada sector del complejo. Era la única persona divertida del lugar.
—Te dije que tuve mi primer beso, no mi primer revolcón. Cuando sus labios se posaron sobre los míos, di un pequeño gemido, y eso le encantó, lo supe porque su erección chocó en mi estómago. Estaba aterrorizado, pues todo era desconocido. Me besó una y otra vez, esperando que me aflojara y cediera. Por algún motivo, fui incapaz de hacer eso. Sin embargo, ese beso me dejó flotando entre nubes. Era como si todo el tiempo hubiera esperado eso.
—¿Y luego?
—Lo que normalmente ocurre.
—¿Se alejó?
Hayden cerró los ojos y asintió.
—Karim hablaba muy poco. Se volvió distante, y eso me confundió. ¿Sabes? Me hizo sentirme asqueado, usado. Había sido demasiado fácil con él. Un simple toque y le había entregado mi boca en bandeja.
—Hablas como una doncella —se burló.
—¡Es que así me percibía! Y el tipo huía de mí. Compartíamos la misma habitación, y a veces ni siquiera dormía en ella. Comenzó a verse con chicas los fines de semana, y yo solo quería morir, pero entonces, un mes después, me despertó en medio de la noche. Quería hablar conmigo.
—Déjame en paz —contesté adormilado.
Tenía tanto sueño. Había tenido una semana de mierda, un mes de mierda —de hecho, varios—, todo completado con un examen tras otro, y el maldito ahora quería hablar.
—Por favor, Hayden.
Mis ojos apenas se mantenían abiertos, pero aun así me senté en la cama. Ya te conté que él me doblegaba.
—¿Qué es lo que pasa, Karim? —Estaba dolido, decepcionado.
—Perdóname.
Su voz había mutado a una melodía quejumbrosa.
—¿Por qué? Has actuado igual que el resto. ¿Por qué me pides disculpas?
—Me la he pasado ignorándote, y tú simplemente no lo mereces.
—Está bien, entiendo lo que sucede. Lo que pasó entre nosotros fue una tontería.
—¡Espera! —me interrumpió cuando intentaba acostarme para volver a conciliar mi sueño.
—Karim, solo... deja de lastimarme, ¿sí?
—Te prometí que nunca lo haría.
—Tal vez no debiste prometer lo que no vas a cumplir.
Su vista fue hacia el edredón mullido cuando yo me recostaba de nuevo.
