Agobiada

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Hoy es el segundo día de estancia de los Emir en el palacio y siento que en cualquier momento mandaré todo a la mierda y me iré de regreso a EE.UU, no soporto un segundo más a esos, en especial al emir de Fuyaira.

Estaba acostada mirando hacia el techo en mi recamara, necesitaba acomodar mi vida, no me obligare a estar aquí cuando no es lo que quiero, así que sin pensarlo mucho llame a Teo, en asuntos legales tiene más claridad que yo, pues mis conocimientos no aplican aquí, así que debo asegurarme de que lo que haré no me traera consecuencias futuras.

–Teo, ya se que siempre te llamo solo cuando te necesito, pero ahora me es urgente saber algo– suspire

–vaya, eso fue rápido...necesitas saber sobre tu hijo, movió algunos hilos y ya...

–no Teo,mi hijo está muerto, recien fui a su tumba– no deje que terminara –perdón por no llamarte para que detuvieran la investigación–

–tu hijo no está muerto Amira, por eso he tardado tanto tiempo en llamarte, porque no quería darte esperanzas vacías, voy de camino a tu casa, nos vemos en cinco minutos– 

—espera, que dices...— no escuche respuesta alguna —¡TEO!— ya era tarde, había colgado.

Dolor y alegría, dolor porque aquella llamada era cierta y mi hijo estaba en manos de un ser desaprensivo que lo secuestró para torturarme y felicidad de saber que podía cumplir con lo que fuera que me pidieran para poder tenerlo devuelta. Me pare de la cama tan rápido como pude, me coloque unas zapatillas deportivas y baje al despacho, dando la orden de que en cuanto llegue Teo lo dejen pasar. Di varias vueltas en la estancia, tratando de calmarme, sentía que mi corazón saldría disparado por la boca, pues cada palpitar lo sentía en mi garganta y qué decir de mi estómago, en este sentía una especie de nerviosismo y ansiedad que me estaban matando.

Saben, hay un tipo de tristeza que no te hace llorar, es como una pena que te vacía por dentro y te deja pensando en todo y nada a la vez, como si ya no fueras tu, como si te hubieran robado una parte del alma y ese tipo de tristeza era el que me estaba carcomiendo en este momento.

la puerta fue abierta y la figura de Teo apareció tras ella, quería que me dijera todo de una vez, pero espere a que tomara asiento

–vaya, tienes una cara que grita ansiedad– su voz era seria

–por favor Teo, cuéntame todo lo que pudiste investigar– mi voz estaba quebrada

–tu hijo está vivo Amira, lo que no pude saber es quien lo tiene– buscó en su maletín y de alli saco un portafolios y me lo entrego –aqui esta toda la información que necesites saber, ya de ti dependerá que acciones tomar– mis lágrimas cayeron silenciosamente, ¿como habían personas que podían ocasionar semejante dolor?, ¿qué mal tan grande hice sin saberlo para que le diera el derecho a esa persona para hacer esto?

Abrí el portafolios y allí estaba el acta de defunción igual a la que karim me había mostrado con anterioridad, la información sobre los doctores que fueron partícipes y de lo último que se supo sobre el paradero del niño, que el doctor Shukla se lo había llevado para entregarlo con quien pagó para la trama, pero el doctor está desaparecido desde aquel dia; todo aquello me servia de mucho, pero al mismo tiempo me dejaba en un callejón sin salida...

–Amira, se que esto es algo doloroso, pero está vivo, debes de luchar por encontrarlo, tienes los medios para hacerlo– por un momento deje de leer y le mire

–ya no se si tenga los medios Teo, tengo dinero, pero no se si este me sea suficiente para hacer lo que este sujeto me pide, mi abuelo está muriendo, el consejo está aquí y no dudo en que en cuanto se enteren de ello quieran tomar el poder para ellos ya que el único heredero está preso– limpie mi nariz

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