Nube rosa.

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¡Feliz día de San Valentín!

Mi Crush se llama Valentina. ¿El/la suy@?







Nathaniel:

Oh.

Por.

Mi.

Dios.

......

No podía creerlo. No puedo creerlo.

Miro el espejo frente a mi y me encuentro con las mismas manchas moradas a lo largo de mi cuerpo. El blanco de mi piel hace que sea imposible ocultar los moretones. Es la única prueba que necesito para saber que lo de anoche fue real y no uno más de mis alucinantes y fantásticos sueños.

— ¿Nath?

Puedo escuchar su vos provenir de la habitación hasta el baño, tratando de despertarme por completo de mi ensueño. Por más evidencias que haya, no me lo puedo creer. Anoche... Yo y Adrien.

— Tuvimos sexo — digo sin darme cuenta.

Atrás de mí la puerta se abre y sin atreverme a voltear miro a través del espejo.

— Hicimos el amor.

Valla que suena bonito viniendo de su boca. Pero no lo creo así, algo me dice que, por muy hermoso que haya sido, no es así. Halo una bata de baño que se encuentra colgada para tapar mi desnudez y cubro mi cara con mi cabello para que no pueda ver mi rostro sonrojado.

— No es así... — susurro temeroso.

Él se acerca y toma mi rostro entre sus manos —. Aún si no fuera así, ¿no estas feliz con lo que hicimos anoche?

Bueno. Si lo pregunta así.

— Sí — asiento con calma —. Estoy muy feliz.

Anoche paso lo que tanto había soñado. Adrien se había fijado en mí por una vez en su vida de una forma fuera de la amistosa. Habíamos hecho aquello que siempre imaginé en sueños y jamás hubiese esperado hacer en realidad, mucho menos con él. Mi primera vez era de la persona que más amaba.

— Entonces deja de darle vueltas — dice. Hace una mirada incómoda mientras agacha la cabeza, desviando la vista de mi y la piel que deja al descubierto la bata que me queda gigante —.¿Te lastime? —. Pregunta.

Bajo la mirada, igual o más apenado que él. En la mañana dolía pero ya está pasando, además, nada cambiaba mi felicidad, ni siquiera un poco de dolor. — No importa. Estoy feliz.

No quiero parecer ese tipo de personas que engatusan a la persona de la que gustan para luego llevarlos a la cama y manipularlos después con algo. Incluso si Adrien deja de hablarme por un tiempo, estoy a gusto con lo que pasó. 

— Bueno. — Se cruza de brazos y casi sale del cuarto de baño, pero antes de hacerlo lo escucho decirme: — Duchate, te espero abajo para desayunar.

Casi grito. Si no fuera por mi shock, definitivamente lo hubiese hecho. Pero no podía, el asombro me impedía el si quiera moverme. Pero cuando regrese en sí, tome la ducha y me arregle para él. O arregle a Isha. Como sea.

— Buenos días, Nathaniel. El joven Adrien lo espera en el comedor. — Nathalie me saluda en la planta baja. Lleva puesto un vestido largo que probablemente el señor Agreste le obsequio, es de un bonito tono rosa con rojo.

— ¿Ustedes no desayunaran con nosotros? — Pregunto cuando veo a Gabriel bajar por las escaleras. Él lleva un traje como el que siempre lleva; blanco. Pero hay algo que resalta entre toda su vestimenta, una corbata negra con bordados dorados que Nathalie le regalo en Navidad, además, un broche dorado de una rosa que Adrien le regalo.

El Cielo Que Me Diste (AdriNath) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora