Salvar un Corazón (Última Parte)

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España asentía lentamente. Toda su cabeza estaba hecha un lío; su hijo tenía depresión y él nunca se dio cuenta ¿Qué tan miserable lo había hecho durante todo este tiempo? ¿Cómo es que Inglaterra lo había notado antes que él?

–Río de Plata, ya vámonos– murmuró.

El del sol dejó la revista que estaba leyendo y obedeció.

–Adiós, ONU– forzó Argentina una sonrisa.

Subieron al auto y empezó a andar.

–¿Cómo te fue?– preguntó el europeo después de un rato.

–Bien– susurró.

–Genial– respondió no muy convencido.

Otro silencio.

–Entonces, emm ¿Quieres escuchar música?–.

–Como quieras– dijo sin quitar su vista de la ventana.

El mayor suspiró. Cuando se detuvo en un semáforo revisó su celular.

"Tali: Ya está lista la comida"

España se le quedó viendo la pantalla un buen rato.

"España: Mételo al refri, voy a sacar a Argie"

Cuando el semáforo cambió a verde, volteó el volante violentamente y cambió de dirección.

–¿Qué haces?– lo miró Argentina.

–¿Te gusta Wendys?–.

–Emm sí–.

–Perfecto, vamos para allá–.

–Pero creí que no te gustaba–.

–Una hamburguesa de vez en cuando no hace daño–.

Llegaron al restaurante y pidieron.

–Gracias por traerme– dijo Argentina para después darle una mordida a su hamburguesa.

–Eso no es todo– sonrió su padre –Hoy haremos todo lo que tú quieras, dime ¿Qué te gusta hacer?–.

–Pues, hoy hay un juego de fut que me gustaría ver– hizo una pausa –Espera, no mejor no–.

–¿Por qué no?–.

–Es muy caro ¿Y luego cómo pagarás el concierto al que Mex quiere ir?–.

España tragó saliva –México puede vivir sin ir a ese concierto–.

–¿Estás seguro?–.

–Claro que sí– tomó su mano –Hoy será un día padre e hijo, Argentina y España– la apretó.

El menor sonrió.

–Gracias, papá– dijo –También hoy van a abrir una tienda y me gustaría ir a ver que hay– agregó –Claro, si tú quieres–.

–No no, vamos– insistió.

Al terminar de comer, tal como España había prometido, llevó a Argentina al estadio. La verdad no era ni un poco fanático de aquel deporte, prefería lo que vendría siendo box o las corridas de toros. Le parecía realmente estúpido como casi se hacían guerras por personas pateando una pelota, así que no entendía por que a su hijo menor le gustaba tanto.

Compraron los boletos y un par de refrescos. Los asientos no eran los mejores, pero sí decentes, al menos Argentina podría ver el partido con comodidad.

–¿Qué está pasando?– preguntó España –¿Ese es al que le vas?–.

–Papá, ese es el árbitro– lo miró el chico.

Pétalos de Muguete ♤Rusmex♤Where stories live. Discover now