Capítulo XVIII

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El temblor se apoderó del cuerpo de la esclava conforme su antiguo gobernador se iba acercando, con temor, dio unos pasos hacia atrás, su ser le decían que era el momento de huir.

— ¿Qué pasa? —Hiccup notó aquel movimiento y vio que su mujer había palidecido como cuando había decaído. — ¿Camicazi?

Astrid reaccionó a tiempo gracias a que Ruffnut le había dado un pequeño empujoncito que la regresó a donde estaba.

—Bien...—Sacudió su cabeza. —Quiero decir... estoy bien.

— ¿Segura?

—Sí, sólo que sentí algo de bochorno.

— ¿Por qué no te quitas el abrigo?

—Es que tengo frio. —se contradijo aferrándose a este, claramente Hiccup no quedó convencido.

—¡Haddock!

Suspiró y dio gracias a los dioses de que Alberick lo hubiera llamado, eso evitó el molesto interrogatorio, aunque no sabía por cuánto tiempo podría engañarlo.

— ¿Qué vamos a hacer? —susurró Ruffnut.

—Sí... ¿qué vamos a hacer? —Volvió a preguntar Tuffnut que había llegado ocultándose detrás de ellas.

—No creo que me reconozca. —Dijo Astrid tragando saliva. — ¿Y a ustedes?

—No creo que se acuerde de nosotros, aunque éramos famosos por nuestras bromas. —Contó Tuffnut con orgullo.

—¿Cómo no lo va a hacer?, recuerda que una vez nos mandó a llamar por hacer explotar la casa del sacerdote donde tomabas tus clases. —recordó la gemela con temor.

—Oh, es cierto... fue muy gracioso.

—Pues ahora no es gracioso. — Replicó Astrid. —Probablemente no reconozca a Ruffnut, ella trae el cabello recogido y está maquillada... pero Tuffnut.

—Entendido. —el gemelo rápidamente captó el plan. —Me iré de aquí.

Sigilosamente, el chico pasó desapercibido entre la multitud, la única que notó su escape fue Odalys, que se preguntaba porque su pareja para las fiestas se había ido repentinamente dejándola sola sin darle explicación alguna.

—Ruffnut... tu ve con la multitud ve a donde está Ran y Odalys, y mantén la cabeza baja todo el tiempo, por favor.

— ¿Qué pasará contigo? ¿Y la cicatriz?

Astrid se ajustó el abrigo lo más arriba que pudo para tratar de ocultarla. —Yo... estaré bien. Eso creo.

— ¡Camicazi!

Volvió a tragar saliva cuando su esposo la llamó para que acudiera con él; con la cabeza en alto, y caminando como la verdadera princesa le había enseñado, se dirigió hacia ellos, tratándose de convencer a si misma que no la reconocería.

.

.

—Haddock, él es un amigo, se llama Alvin, jefe de los Outcast.

— ¿Los Outcast? Pero... esa isla...

—Fue invadida. —Completó el enorme hombre de cabello y barba negra. —Creo que a lo que el jefe Alberick se refiere es que ahora soy exjefe.

—Entiendo. Un placer. —alzó su mano para saludar.

Lo que no esperaba es que en ese momento Alvin se pusiera en una rodilla frente a él, con su mano a la altura de su pecho.

LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Where stories live. Discover now