Capítulo XXXIII

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— ¿es una broma?

Hiccup estaba incrédulo a lo que acababa de escuchar, estaba tan impactado que no podía siquiera parpadear.

—No es una broma. Hiccup, por favor déjame explicarte. —rogó Astrid tratando de tomar sus manos; sin embargo, el castaño reaccionó dando un pequeño paso hacia atrás.

— ¿Me mentiste? —susurró él aun pasmado.

—Sí, pero por favor, tengo que contarte por qué lo hice.

Astrid intentó nuevamente de acercarse a él, pero Hiccup dio de nuevo un paso hacia atrás que no hacía más que quebrantar su corazón, así como el de él.

—Por favor. —rogó una vez más la rubia intentando por todos los medios no romper en llanto; aunque el rechazo de él la tentaba a hacerlo.

Hiccup seguía incapaz de procesar adecuadamente la situación; sus ojos veían a la mujer que amaba; pero su corazón y su mente eran un caos, de repente sintió que ya no la conocía del todo. Ya no sabía quién era ella.

—Hiccup, al menos di algo por favor. —Pidió Astrid agotada emocionalmente.

— ¿Me puedes dejar pensar un poco? —fue lo único que respondió, aun ido de la realidad. —necesito un poco de aire... y pensarlo...

Se dio media vuelta y caminó lejos de ella; al ver que se iba, Toothless quiso acompañarlo, pero Hiccup se negó y lo dejó con ella argumentándole que necesitaba estar solo; el furia nocturna sólo ladeó su cabeza en señal de confusión, pero su jinete ya no le prestó atención ni a la devastada rubia que siguió guardándose su dolor.

No quería que nadie la viera vulnerable, ni quería convencer a nadie con lágrimas; se había prometido no hacerlo y así lo haría; sin embargo, era difícil. Los dragones al verla pelear contra sus mismas emociones se acercaron a ella para consolarla, aunque su afecto hacía más emocional a la chica que para tratar de olvidarse, aunque fuera por un momento de la realidad, fue a conseguir comida para ellos, el día estaba terminando y nadie había comido.

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Hiccup siguió caminando a lo largo de la playa, la cabeza le ardía y no le permitía pensar con coherencia, pues lo único que se decía a si mismo era: "Mi esposa es una esclava", "¿cómo no se había dado cuenta?"

"Mi nombre es Astrid Hofferson soy una esclava que la verdadera Camicazi Burglar compró para hacerme pasar por ella..."

¿Su esposa no era esa princesa? ¿La princesa que había odiado sin conocerla y que prometió que fastidiaría? ¿Aquella que lo embelesó con su triste mirada?

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"¡¿Cómo se atrevería a tratarla como se propuso?! Si al igual que él no lucía como la novia más feliz de la que habían hablado en aquellas cartas.

Vamos Hiccup, saluda a tu prometida Camicazi. —Ordenó Eero con un tono insinuante en su voz.

Un ligero bufido salió de la boca del vikingo, sin embargo, obedeció y dio otra hipócrita reverencia frente a la chica.

Princesa. —Saludó con la cabeza agachada."

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LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Where stories live. Discover now