Lammoc, Helen.

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Helen

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Helen.

La siguiente carta estaba escrita a mano y fue algo de lo que no me dí cuenta hasta que leí el primer párrafo. Definitivamente esa persona quería que llegara en cuanto antes a conocer su identidad. Pero mi verdadera pregunta era ¿Por que?

"Teniendo en cuenta que Sara tuvo la delicadeza de contar cada detalle de lo sucedido esa noche, Helen, yo tendré el gusto de contarte lo que pasó durante y después de esa noche de la misma forma que Sara lo contó. Nunca es tarde para arrepentirse, aunque en este caso creo que si. En un mundo de perfección errada cualquier equivocación puede ser la muerte.

27-agosto-2017

Mamá, Kate y yo habíamos decidido salir en busca de papá; había salido en la tarde y dijo que debía ir a trabajar pero eso era mentira porque su uniforme planchado estaba colgado en su armario. En su carro solo estaba su uniforme del día anterior y eso era inaceptable para el sheriff.


Eran aproximadamente las diez de la noche y ya cansada de caminar, Kate decidió volver a la cabaña y sentarse en las gradas de la entrada mientras mamá y yo íbamos por el oscuro camino vía a las demás cabañas relativamente cercanas. La zona donde vivíamos era un intermedio entre la ciudad de nueva York y el pueblo de Cooperstown, estábamos bastantes alejados de la sociedad pues cerca a la acogedora cabaña donde vivíamos se encontraban otras, pero a ciertos kilómetros unas de otras. Buscábamos ahí y allá pero lo único que encontrábamos era oscuridad y más oscuridad.

— Mamá, creo que será mejor separarnos, así nunca vamos a encontrarlo, no sé si está borracho o si le pasó algo malo pero no podemos dejarlo pasar la noche afuera quien sabe dónde— dije mientras me ahorillaba en un borde del rocoso camino mientras me agarraba de un árbol y de otro después para internarme en el bosque.

Mamá seguiría buscando por la carretera y yo buscaría dentro del bosque, Kate, bueno, era Kate. Estaba muy oscuro y agradecí haber empacado antes de salir una linterna para cada una. Los ruidos daban miedo y las sombras que proyectaba la luz a veces me daban la impresión de ver a alguien detrás mío pero siempre que lo pensaba terminaba siendo un árbol. Para pasar el tiempo quise recordar algunas cosas que me ayudaban a distraerme. Recordé la razón por la que estábamos en ese nuevo pueblo: a papá lo habían cambiado de estación de policía y tuvimos que mudarnos cerca de Cooperstown el año pasado pero yo seguía estudiando en Nueva York. Los estudios allá eran muy buenos y con los trastornos que Kate y yo padecíamos era un colegio perfecto.

A los ocho años nos diagnosticaron trastorno de personalidad disociativo y un año después a mi hermana le diagnosticaron trastorno bipolar. Ambas estábamos medicadas pues era algo que se podía controlar yendo a sesiones con el psicólogo y con medicamentos avanzados. Las dos teníamos una diferencia y era que yo era capaz de controlar mis personalidades aunque una quisiera dominar a la otra, en cambio Kate con el tiempo se dieron cuenta que tenía un detonante principal: Los reflejos.

Caminé demasiado en línea recta sin alejarme de la carretera y manteniendo la distancia por si mamá daba alguna señal, que nunca dio. El pánico me comenzó a consumir y al no oír nada más que animales y ramas crujiendo decidí después de un rato en acercarme a la carretera para ver si mi mamá estaba cerca. Caminé paralelo al sendero hasta casi estar a diez metros de la carretera desierta. Una luz de un auto se podía diferenciar de entre tantos árboles y al llegar a la orilla de bosque vi algo que me dejó sin palabras y con un shock mental impresionante.


Me sostuve de la rama de un árbol la cuál se quebró al no resistir mi peso. Aquellas dos chicas se voltearon asustadas y se subieron al carro apresuradas dejando a aquella mujer tirada en el suelo. Saqué mi teléfono y marqué anónimamente a la policia para avisar un homicidio, no sabía quién era aquella señora pero la forma como sangraba daba poco a imaginar que aún seguía con vida. Esperé unos instantes desesperada detrás de los árboles a qué llegaran los policías y pude oír una patrulla policíal todavía lejos. Ahí me percaté de algo que la desesperación y la poca luz no me había dejado ver: El carro que había atropellado a la señora era el carro de papá, de eso no tenía duda pues en la parte izquierda de la puerta tenía un golpe. Encendí la luz de la linterna y la segunda cosa que ví fue que el cuerpo tenía la misma ropa que la que mamá usaba al salir de casa, y eso lo comprobé después de acercarme y ver sus ojos cafés perdidos en Dios sabe dónde. Me lancé en el suelo y antes de abrazarla entendí lo que había pasado, o lo que supuse había pasado. No podía tocarla era un homicidio. Lloré en silencio un minuto y los sonidos más cercanos de una patrulla me hicieron despertar y corrí hasta el bosque nuevamente escondiéndome tras un árbol para ver qué hacían aquellos oficiales.

—Fue un accidente— dijo uno de los policías al revisar el auto y a mamá. Mis sollozos eran inaudibles.— No toque nada de aquí, esto es una escena del crimen, no altere nada de su estado natural.
 Por un radio teléfono el policía pidió refuerzos y después de unos momentos llegaron patrullas y más patrullas, algunas eran de Nueva York, la mayoría, pero otras eran del pueblo.

La Culpa de lo que Somos.Where stories live. Discover now