1.-García

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El habitual aire de paz llenó el aire ante el nuevo día. Desde la caída de Démonas se podía ver a los pobladores de cada reino tranquilos, trabajando sin más preocupaciones que las cotidianas y saliendo a disfrutar en las noches. Los reinos eran hermosos en la noche, bellas farolas adornaban las calles de cada reino brillando de distintos colores; azul para Castellum, rojo y naranja para Fierce, plateado y blanco para Sákari, y verde para Ishi. En las calles se escuchaban la risa de los adultos y a las madres llamando a sus hijos para fueran a dormir, la música salía de cada bar, junto el ruido de los vasos chocando contra la mesa.

Lev insistía en arrastrar a todos a sus paseos nocturnos por los pueblos y ellos terminaban por ceder, a excepción de Denan. Los Guardianes y Annie iban sin problema por las calles, saludando a algunas personas de vez en cuando, pero Lev y Annabeth no pasaban desapercibidos, por más que lo intentaban; el mismo problema tenía Denan cuando bajaba al pueblo solo.

De vez en cuando la gente insistía en darles lo que pidieran como un regalo, y ellos insistían en pagar. Todos estaban agradecidos con ellos por haber salvado al Norte, y aun luego de un mes trataban de demostrarselos.

Esa mañana, cuando los príncipes llegaron junto a sus Guardianes, notaron que Aarón, Dimitri y Verónika aun no estaban en el área que siempre usaban, sin embargo, varios niños los esperaban, entusiasmados de ser sus escuderos. Los pequeños corrieron hacia ellos, para tomar sus cosas, los Bellatorum, sus Guardianes y Annie ya estaban preparándose para empezar a calentar, cuando oyeron un fuerte rugido seguido de un estruendo que sacudió la tierra.

Los niños se escondieron tras de los adultos, pero estos no hicieron el esfuerzo de preocuparse, minutos después, Denan salió de entre los árboles, llevaba un sueter negro, con la capucha en su cabeza y las manos en los bolsillos. Sus amigos notaron que la frialdad en sus ojos aun persistía, pero el hecho de que estuviese allí era un gran avance.

—¿Darkos siempre hace tanto escándalo? —preguntó Lev como saludo.

—Le gusta hacerse notar —respondió, encogiéndose de hombros. El castaño sonrió al ver a Annie acercarse.

—Veo que la bofetada funcionó —dijo con una sonrisa.

—Diría que en realidad fue el beso lo que me trajo.

—Sea como sea, gracias por venir.

—¿Y todos estos niños? —preguntó frunciendo el ceño.

—Son nuestros escuderos — respondió Elijah—. Has pasado mucho tiempo sin entrenar con nosotros.

—Ya lo veo —Uno de los niños se acercó a él con timidez, ofreciéndole su ayuda, él esbozó una pequeña sonrisa y le tendió su bolsó—. Ten cuidado —le pidió con suavidad. Denan observó como el resto de los niños ayudaban a sus amigos, una de las niñas se quitó su bolso, sacó una barra negra de treinta centímetros con un zafiro en el centro y se lo entendió a Annabeth.

—Lo cuidé muy bien —dijo con entusiasmo

—Bien hecho —la felicitó la castaña, la niña sonrió y se fue con el resto de los niños.

—¿Le diste tu arco a esa niña? —cuestionó Denan con sorpresa.

—Si, primo —respondió simplemente.

—¿Estás loca?

—Eso nos preguntamos todos —comentó Alexander.

—No, no estoy loca, el arco está desactivado, nadie más que yo puede activarlo y no se perderá, esas armas siempre vuelven a su dueño —decía ella con tranquilidad—. No pasará nada, y le he subido los ánimos a varios niños, se sienten bien con esa responsabilidad, sabiendo que son capaces de cuidar algo tan importante —explicó ella, sonriendo, y a ellos no les quedó de otra que aceptar que lo que hacía era bueno.

Elements: La Guerra de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora