Capítulo 14. Lo que debía amar de ti

719 79 14
                                    

Pues nada, corazones, la depresión me atacó sin aviso alguno apenas empezando el año, pero todo ha mejorado bastante en muchos aspectos este último mes, así que he logrado regresar para darle fin a este trabajo ^^

Por ahora, les dejo un penúltimo capítulo. Me dio por escribir un poco de la relación de nuestros niños, algo de cómo su vida cotidiana se adaptó poco a poco a la del contrario :')
Espero lo disfruten.

× • • • × • • • × • • • × • • • × • • • • ×

CAPÍTULO 14.
LO QUE DEBÍA AMAR DE TI

Su relación no había cambiado demasiado, a decir verdad, no parecía haber cambiado mucho, o al menos él lo sentía de ese modo, aunque claro, otros podían decir completamente lo contrario, empezando por el hecho de que, desde hacía varios días, la mayoría de las personas en la ciudad hablaban de lo mismo; que los dos hombres más fuertes de Ikebukuro habían parado de pelear, de la noche a la mañana, y para quienes no lo creyeran incluso se habían subido fotos a diversas redes, donde podía vérseles caminado juntos, charlando en alguna cafetería o más comúnmente en el restaurante de sushi del centro. Como dos buenos amigos, aunque lejos estaban de ser tal cosa en realidad...

Pero todos hablaban de los mismo, hacían suposiciones, pero nadie había llegado a entender aun lo que cada una de sus miradas significaba, cuando lejos de las risas o pequeñas riñas que aún solían tener, sobre todo por aquella costumbre del menor de llevarle la contraria, ambos se quedaban en silencio, mirándose por breves segundos, como si intentaran saber lo que el otro pensaba. Y así era justamente. Podía notarlo, darse cuenta.

Porque, aunque de algún modo ambos habían aceptado que su relación fuera más allá de lo que alguna vez pudieron creer posible, aún tenían dudas, y aquello era algo completamente valido. Porque nunca sería normal creer que dos personas que antes se habían odiado tanto, al grado de buscar y anhelar la muerte del contrarió, pudieran llegar a cambiar tan de repente, "ser amigos", aunque ellos eran mucho más que eso.

Hasta donde sabía, Kadota había sido el primero en sospechar lo que pasaba entre ambos, al igual que Shinra, pero no le sorprendía. A pesar de que su relación había cambiado bastante desde Raira, cada uno pasando el tiempo con otras personas, teniendo otras prioridades, seguían siendo amigos, para bien o para mal, y todos aquellos problemas que habían tenido que enfrentar hace unos días parecía haberlos unido nuevamente, ser conscientes de la importancia del pequeño cuarteto que alguna vez habían conformado.

Eso había sido hace ya varios años, y se alegraba de que todos siguieran ahí, si bien aún creía que tendría que pasar un tiempo para que él o Izaya les hicieran saber lo que pasaba entre ambos, si es que no se enteraban por sí mismos, claro. E­­­ran chicos listos, Izaya lo había dicho, y estaba muy de acuerdo con él.

Así que, sabía que era inevitable que en algún momento sospecharan, estaba convencido de que todo estaría bien.

Que hasta entonces nadie supiera aún, o que nadie tuviera el valor de decirlo en voz alta o correr el rumor, era irrelevante. Izaya y él lo habían hablado, y para su sorpresa, poco les importaba realmente lo que otros pudieran creer de ellos si se enteraban de su extraña relación; la única razón por la que evitaban besarse en público o ir más allá de la imagen de dos hombres pasando el tiempo, era justamente para ir a su ritmo, sin que nadie les importunara.

Y claro que, cuando estaban solos o al resguardo de cualquier mirada curiosa, se besaban de manera espontánea, como si ambos supieran que lo necesitaban, como si el hecho de que sus dedos buscaran entrelazarse nada más tener oportunidad, fuera algo natural, y eso lejos de causarles conflicto, les gustaba. Al menos a él, el tacto del menor le relajaba, sobre todo cuando algún idiota les interrumpía con ganas de pelear o provocar problemas.

DreamlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora