Capítulo 3

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Zona empresarial, Ciudad Domino, Domingo 01 de Septiembre de 2019.

- ¿Qué se supone que es esto?

En una de las salas de juntas del edificio más alto de la zona empresarial de Ciudad Domino se encontraban un grupo de hombres adultos... temblando de miedo ante un joven que, sentado en el sillón que presidía la mesa, observaba con obvio rechazo los papeles que le habían sido entregados por el jefe de su departamento de Investigación y Desarrollo y por el jefe de departamento de Finanzas, en el cual podían verse desarrolladas los presupuestos otorgados y las cifras de los últimos meses hasta ahora. Todo habría estado bien si no fuese por un pequeño, diminuto e insignificante problema: las cifras no cuadraban con las que aquellos hombres le habían entregado el día anterior, como todos los meses.

- S-Señor Kaiba... verá... -uno de los hombres se aventuró a dar un paso adelante e intentar solucionar aquella situación en la que se habían metido.

El joven levantó su mirada azul rey, la cual estaba más oscurecida debido al enojo que sentía recorrer sus venas como si fuese fuego líquido. Alzó una ceja a la espera de que el contrario continuase su patética explicación, pero nunca sucedió. Todos y cada uno de los presentes quedaron congelados ante aquella mirada de hielo que el dueño de Kaiba Corp. tenía en ese momento. Nadie se atrevió a decir una sola palabra más. Nadie se atrevió a mover un solo músculo. Y aquello no pasó desapercibido para el joven de cabellos castaños peinados con pulcritud. Dejando los papeles sobre la mesa descruzó las piernas y se levantó de su asiento. Mala señal.

- Vaya, parece que aquí cualquiera se cree que puede pasar por encima de mi e intentar robarme –un escalofrío recorrió todas y cada una de las espaldas de los reunidos. La voz del CEO estaba cargada de ira contenida, dando la sensación de que en cualquier momento se pondría a gritarles, pero él, Seto Kaiba, no iba a rebajarse al nivel de semejantes cucarachas- Roland –un hombre corpulento, de pelo negro, vestido con traje y corbatas negros y gafas de sol dio un paso al frente, dejando su posición habitual tras su empleador- asegúrate de que los puestos de todos y cada uno de los aquí presentes quede impoluto en menos de diez minutos y que la basura haya sido tirada –sentenció mirando fijamente a todos y cada uno de los sujetos que habían osado intentar robar una parte de aquello por lo que él había luchado durante años por conseguir.

- Sí, señor –el jefe de seguridad habló por el intercomunicador que estaba prendido en el puño de su chaqueta para dar transmitir las órdenes de su jefe a sus sub-alternos antes de dirigirse hasta la puerta y abrirla, esperando a que salieran los, actualmente, ex-trabajadores salieran por ellas.

En cuanto la sala de juntas quedó vacía, el dueño de K.C. recogió todos los papeles que había en la mesa frente a él y se dirigió hacia el ascensor privado, el cual ya lo esperaba con las puertas abiertas gracias a su guardaespaldas/jefe de seguridad/hombre de confianza.

- Todo listo, señor Kaiba –esperó a que el castaño entrara a la cabina del ascensor- y Recursos Humanos ya ha sido avisado.

- Bien. Espero que tengan a los nuevos empleados para mañana –a pesar de ser domingo Seto no les iba a dar tregua, y menos cuando le habían sacado de su casa a sabiendas de que él usaba el último día de la semana para recargar baterías y terminar las tareas impuestas en la institución pública a la que asistía simplemente porque se le imponía el tener estudios si quería mantener suya la corporación. Un regalito testamentario que le dejara su padrastro.

- Sí, señor –sin nada más que decir, Roland dejó que el ascensor cerrara sus puertas, sabiendo que su jefe iría primero a su despacho, en la última planta, antes de solicitar que lo llevara de vuelta a la mansión.

TERMINALWhere stories live. Discover now