1. Un tiempo de cambios

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NARRADOR

Cuanto más deseaban lo tenían allí. Paz, tranquilidad, amor, y por supuesto nuevas alianzas.

Desde que los príncipes devolvieron el príncipe dragón a su madre, la mayoría xadianos fueron convencidos de que no todos los humanos eran malignos, aunque como siempre, había una parte que resistía. Con el tiempo los reinos de Katolis, Duren y Xadia han formado una increíble alianza, que los otros reinos humanos les costaba de aceptar.

Cierto era, después de la gran batalla tras devolver el "huevo", un gran porcentaje de los habitantes de Katolis y Neolandia que formaron parte del ejército fallecieron, por lo tanto la bursca disminución de la población no se hizo esperar. Las familias seguían de luto después del año que había transcurrido desde aquel entonces, un hecho que cambiaba mucho el ambiente de los territorios.

Poco a poco los actos de heroicidad de nuestros protagonistas se convirtieron en bellos cuentos y rítmicas baladas, que los críos humanos admiraban con todo su corazón. La descendencia xadiana en cambio no podía alegrarse por lo sucedido. Para ser más exactos, solo los elfos no podían. Odiaban con todo su ser los humanos, y el dolor que les habían causado nunca sería perdonado. Los adultos educaban a sus hijos para que no se mezclen con aquella horrible especie asesina, aunque ahora que las fronteras estaban abiertas no podían evitarlo por completo. Después de las primeras parejas entre las dos especies comenzaron a correr rumores sobre que un beso entre un humano y un elfo podía suponer que ninguno de los dos tenga jamás descendencia. Aquello logró asustar a muchos jóvenes aventureros que creían en la inocencia de la otra raza, pero había una pareja en concreto que sabía que aquello no era cierto.

Tan solo escuchar aquellos rumores le estrujaba el corazón al principastro de Katolis, puesto que le recordaba a su hermosa elfa lunar. Ya hacía casi un año que no la veía, y su cabeza no paraba de rondar en sus recuerdos. Antes de dormir, siempre podía sentir el tacto de su delicada pero áspera mano, sus cortados labios tan heridos por el frío y el viento, pero a la vez tan perfectos, y con un sabor dulce que podía hipnotizar a cualquiera. Era cierto que se escribían cartas, pero esos pedazos de papel no podían substituir la sensación de sus suspiros mezclándose, y tampoco la calidez de su cuerpo contra el de su amada.

Sumido en los recuerdos, respirando el fresco aire del jardín real con su cuaderno de dibujos en mano, tardó en darse cuenta de la esbelta figura de alguien bien conocido. Aquel individuo no hizo más que observarle al principio. En los ojos del castaño era tan notable el amor por lo que veía que incluso le sacó una sonrisa a aquel hombre. Sabiendo que Callum no se había dado cuenta de su presencia, se sentó a su lado en el banco de madera, observando el precioso trazo de una elfa especial.

—Sabes, a veces me confundes.

Aquella voz resaltó al menor, quién rompió la mina de su lápiz por el susto. No pudo evitar maldecir interiormente, para luego dirigir su mirada al rubio.

—Soren? ¿Que haces aquí?—inquirió—. ¿No deberías hacer cosas de... guardia real, o algo así?

—Eso puede esperar—le restó importancia resoplando—. Sabes Callum, estaba convencido de que te gustaba Claudia.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué quieres decir con eso?—preguntó nervioso, sabiendo que se trataba del hermano de la chica de la que estaban hablando.

—Pues que, antes de que tu amiga, la asesina elfa lunar os secuestrase... Quiero decir, antes de que partierais con voluntad propia a Xadia—se corrigió al notar la expresión molesta del ojiverde—, se te notaba a mil metros que estabas por ella. Ahora ya no. Y si no me equivoco es por ella—terminó señalando el dibujo de la xadiana con la mirada.

[TDP] Rενσʟυcıσ́пWhere stories live. Discover now