Parte 19

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―¡¿Cómo?!―Karin dejó caer la copa de vino que tenía en la mano, que fue a dar contra el suelo, deshaciéndose el cristal en pedacitos transparentes que crearon una amalgama de colores al impactar la luz del sol que entraba por las ventanas sobre ellos.

―¡Mami, mira!―Fascinada por el espectáculo de colorines, Sarada tiró del vestido de su madre, llamándole la atención para que también contemplara aquella maravillosa estampa.

Sin embargo, Karin estaba con sus ojos rojos fijos en su marido, no creyéndose todavía lo que este le había contado.

―¡¿Me estás diciendo que esa zo-

―Sarada, ve a ver la tele. ―Inmediatamente, la niña abrió los ojos como platos y, con una sonrisa de felicidad, obedeció diligentemente a su padre. Pocas eran las ocasiones en las que le permitían ver los dibujos animados, por lo que ni se le ocurrió discutir la orden dada.

Karin se mordió el labio inferior, agachándose, empezando a recoger los pedazos de la copa de vino con manos temblorosas. Se cortó con uno de los trozos y maldijo. Sasuke se agachó frente a ella y, haciéndose con un recogedor y una escoba, la ayudó en la tarea. Tiró los restos de la copa a la basura y dejando la escoba y el recogedor de nuevo en su sitio cogió ahora la fregona, pasándola por el suelo para limpiar el vino derramado.

Karin lo observó, en silencio, intentando calmarse, procesar lo que su marido le acababa de contar. Todavía no podía creérselo, no podía, no...

―Dime que es una broma.

―No, no lo es―contestó Sasuke, con toda la calma del mundo. Karin se llevó las manos a las sienes, comenzando a masajearlas con un gruñido.

―Maldita... ―Sasuke no se lo discutió. Tras varios minutos de completo silencio, Karin habló de nuevo―. ¿Y cómo está mi primo? ¿Y Hinata? ¡Dios, deben de estar destrozados!

―Se acerca bastante a esa definición. ―Karin asintió, respirando hondo. Podía imaginárselo.

―Dime que no vais a dejarlo así. Habrá algo que se pueda hacer, un recurso, una reclamación...

―Vamos a apelar. ―Karin sintió el alivio recorrerla. Durante unos horrorosos segundos, había pensado que aquello era el fin―. Pero no podremos hacerlo hasta dentro de un tiempo... ―Para entonces ella ya tendría en su poder la información que necesitaba.

Había contactado con Orochimaru a pesar de las instrucciones de este para no hacerlo, pero el no tener noticias de su antiguo maestro la había tenido de los nervios. Y con la celebración de la inminente vista por la custodia de Shinachiku no había podido soportarlo.

Por fortuna, Orochimaru le había dicho que ya iba en buen camino para cumplir con su petición, pero que le estaba llevando algo más de tiempo del que había previsto. No obstante, le había dicho que ya faltaba muy poco, y que en una semana, como mucho, ya tendría en su poder el tan ansiado expediente médico que Karin tanto deseaba.

Sabía que no valdría de nada ante un juez por haber sido conseguido por métodos ilícitos, pero al menos podrían utilizarlo para hacer reflexionar a Sakura de alguna manera. O, al menos, eso esperaba.

No podía permitir que Shinachiku fuese arrancado del seno familiar sin pelear. El pequeño era un Uzumaki y como tal su lugar era junto a ellos, junto a su padre, a su madre, a sus hermanos, abuelos, primos, tíos...

Y Karin protegía a su familia.

Así muriese en el intento.


Aquel día la casa estaba más sombría que de costumbre. No se escuchaban los gritos de Boruto, ni las risas de Shinachiku, ni los gorjeos y los tiernos balbuceos de Himawari.

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