Parte 25

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Hinata se estiró sobre la cama, con pereza, sonriendo al sentir los brazos de Naruto apretarla más fuerte contra él. Suspiró al notar sus pieles rozarse con el leve movimiento. Miró el elegante reloj que había sobre la mesilla. Las once de la mañana. Sonrió al pensar en lo maravilloso que era poder dormir sin tener que preocuparse por los horarios.

Su sonrisa decayó un tanto al pensar en que apenas les quedaban dos días en aquel idílico paraíso. Habían sido quince días maravillosos. Quince días en los que habían reído, hecho turismo por los alrededores, salido a cenar, a la playa, a pasear...

Y, por supuesto, quince días en los que se habían dedicado a hacer el amor. Sin inhibiciones, sin miedo. Hinata sabía que en aquella casa tan grande había personal que se encargaba de que todo funcionara perfectamente y estuviera todo limpio y reluciente. Tan reluciente que una vez había comentado que seguramente se podría comer en el suelo y, esa misma noche, Naruto le organizó un picnic en uno de los saloncitos que tenían chimenea. No era invierno, pero a ellos les había dado igual.

Aquella noche había sido una de las más especiales y maravillosas, no solo por la comida y la compañía, sino porque habían hecho el amor de una forma intensa, apasionada, pero a la vez lenta y placentera; tomándose su tiempo para explorarse el uno al otro como nunca antes.

Claro que también había habido encuentros breves y salvajes. Hinata se sonrojaba solo de pensar en que no habían dejado mueble sin probar ni rincón de la propiedad sin explorar. Incluso lo habían hecho en la piscina, donde cualquiera podría haberlos visto...

Sacudió la cabeza y se dio la vuelta, acurrucándose contra el cuerpo de Naruto y depositando un beso en su pecho. Naruto gimió entre sueños y la abrazó más fuerte. Sintiéndose atrevida, Hinata se deslizó silenciosamente hacia abajo, dejando un camino de suaves besos por todo su torso y su abdomen.

Cuando llegó al lugar en el que empezaba el vello rubio de su entrepierna se detuvo unos segundos, alargando la mano para pasar las yemas de los dedos por aquella zona tan sensible. Escuchó un ronco gemido masculino y sonrió para sí. Sin detenerse, pasó un dedo travieso por la erección mañanera que presentaba su marido; esta se hinchó un poco más ante el contacto y se sacudió ligeramente, como animándola a continuar con su tímida exploración.

Hinata así lo hizo, envolviendo su mano alrededor del miembro grueso y duro, masturbándolo. Se percató de que la respiración de su esposo se aceleraba; Naruto gimió todavía entre sueños y se dio la vuelta, poniéndose boca arriba, como si quisiera escapar de esa dulce tortura.

―Hinata... ―Sintiéndose más femenina que nunca, Hinata se apoyó en sus manos y gateó hasta ponerse sobre Naruto. Echándose el pelo hacia atrás con una mano agarró su excitación con la otra y bajó la cabeza. Besó la punta y Naruto gimió roncamente―. Hinata... ―Cerró los ojos y lo tomó por fin con su boca. El cuerpo masculino se tensó; Hinata sintió cómo crecía su excitación, tanto la de él como la suya propia.

Sin poder evitarlo, llevó su mano libre hasta uno de sus muslos, deslizándola en una lenta caricia, como si todavía dudara de lo que iba a hacer. Pero cuando sus propios dedos rozaron la parte más sensible de su anatomía no pudo evitar que su corazón se acelerase, indicándole así lo mucho que lo deseaba.

Se acarició a sí misma, con inseguridad primero, con más confianza al darse cuenta de que aquello, aunque atrevido, también era la mar de placentero.

Darse placer a sí misma mientras también se lo proporcionaba al hombre al que amaba era una sensación increíble. Dio con aquel punto que solía volverla loca cuando Naruto la tocaba ahí abajo y gimió, dejando brevemente de acariciar a su esposo.

Sintiendo el placer invadirla poco a poco, continuó. Volvió a apoderarse del miembro masculino al tiempo que se penetraba a sí misma con los dedos, mientras estos rozaban una y otra vez el vértice de su cuerpo, donde ahora mismo confluían todas sus sensaciones.

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