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Capítulo 3 (parte 2)

—Hablando de mi hermano—ella resopló y sacó el móvil del bolsillo de su abrigo, oprimiendo el botón para contestar—. ¿Hola?—mi curiosidad por escuchar la conversación estaba mal, pero estando en el asiento trasero del auto con ella justo a lado mío, me hizo la tarea completamente imposible—. ¿Tu qué?—ella preguntó hacia el teléfono, frunciendo el ceño en confusión. La otra voz en la línea definitivamente sonaba como un hombre joven, con una gota de diversión en ella.

—Terminé con las habitaciones, excepto en sacar la ropa y esas cosas. Supuse que querías hacerte cargo de tu propia lencería.

—¿Sabes que acabas de admitir que tu también tienes?—ella rió. La extraña conversación me hizo pensar que tal vez ellos eran cercanos.

—Nunca lo he negado—él suelta una risa por la otra línea, y de alguna extraña manera lo encuentro atractivo.

—Bueno, estaremos allí pronto Charlie.

—Muy bien—él suspira del otro lado—. Creo que me iré a la cama. Es decir, no quiero ser rudo con ellos o algo, pero siento que literalmente, estoy a punto de quedarme dormido.

—Tu—ella comenzó a protestar, pero yo me encogí de hombros ante su propuesta, y ella se retuvo—. Está bien, buenas noches, te quiero.

—Buenas noches, también te quiero—él dijo, en una sola y apurada oración, antes de que ambos colgaran.

—Él suena agradable—bromeé sonriendo, pero por la traviesa sonrisa de Lisa en su rostro, ella se lo tomó enserio.

—Como dije, creo que te agradará.

***

Levantándome, pude ver la tinta color amarillo y naranja a través de mis pestañas, lo cual me puso a pensar que el sol brillaba hacia mí. Sentándome, bostecé y tallé mis ojos con la parte trasera de mis manos, antes de abrirlos completamente y mirar alrededor de la vieja habitación.

Se veía casi de la misma forma que ayer cuando entré aquí por primera vez; vacía y desolada. La verdad, no quería cambiarla tanto debido a que me sentía demasiado perezosa como para ponerle empeño. Y de alguna manera me recordaba quien soy.

Mi mente pensó en Harry mientras me acostaba de vuelta en la cama y mis ojos descansaban observando el color crema del techo sobre mí. Me pregunté qué es lo que él estaría haciendo en el momento. ¿Tal vez pensando en más bromas pervertidas para decirme después cuando regresara allá?

O quizá planeando alguna clase de proyecto para lanzarme por la ventana.

De cualquier manera, sabía que no quería regresar allá en ese momento. Con eso en mente, pensé en Lisa y en cómo la ayudé a desempacar sus cosas anoche. Fui educándome, aprendiendo que tanto ella como su hermano se volvieron huérfanos después de que sus padres fueron asesinados cuando ellos eran pequeños, y tuvieron que enviarlos a vivir con su tía.

Luego de eso, vivieron en este pequeño pueblo conocido como Rosewood. También supe que esta casa no fue exactamente abandonada hace doce años, pero cuando le pregunté acerca de su historial, ella balbuceó para contestar y lo que hizo fue sospechoso.

Me dije que le preguntaría a Harry más tarde. Sólo podía esperar a que él me diera una respuesta verdadera.

Suspirando en frustración acerca de qué hacer en el día, lentamente salí de la cama y arrastré mis pies (decorados con unos suaves calcetines púrpura), alrededor de la habitación hasta llegar a la puerta. Pasé por el baño y el otro cuarto junto a mí lado del pasillo, hasta que estaba en el extremo correcto, frente a la puerta de Lisa.

Sólo me tomó dos pequeños toques antes de que ella abriera, con una sonrisa plantada sobre su frágil rostro.

—Buenos días—ella dijo, girando su pequeña figura en la habitación mientras dejaba la puerta entreabierta—. ¿Te gusta lo que he hecho con el lugar?—miré alrededor, encontrando pósters sobre las paredes. La mayoría de Justin Timberlake, uno de Los Juegos del Hambre, e incluso alguno de The Fray. Mentalmente tomé nota de que me gustaban sus gustos.

El suelo tenía una alfombra color rosa pálido cubriendo la mayor parte de la madera mientras entraba. La cama se encontraba alineada con la ventana, tal y como estaba la noche anterior, pero lo único diferente era que esa mañana tenía sábanas de un tono rosa pastel y un edredón que combinaba con la alfombra del suelo.

—¿Oye Rose?—Lisa preguntó, haciendo que regresara mi atención a ella.

—Sí?—sonreí—. Oh, ¡amé tu habitación!

—¡Gracias!

Su sonrisa se veía tan dulce y eso era algo que yo secretamente envidiaba. Podría decir que la forma en que sus ojos brillaban cuando sus labios se alargaban a cada lado de su rostro era señal de que su sonrisa era verdadera.

Algo que yo no tenía.

—¿Te molestaría ir a despertar a mi hermano?

—¿Eh?—respondí confundida, preguntándome el por qué ella no podía hacerlo.

—Bueno—ella estiró la palabra—. Él se encuentra en la habitación junto a la tuya y pensé que sería lindo si tu lo despertaras, y así podrían conocerse—iba a comenzar a protestar, pero detuve mi lengua.

—Si él es como los demás chicos, nos levantaremos con el pie equivocado.

—¿Por qué?—ella preguntó, la confusión marcaba claramente su rostro.

—Porque a ningún chico le gusta que lo despierten.

—A no ser que sea la chica indicada quien lo haga—ella rió, empujándome fuera de la habitación con sus manos.

—¿De verdad no dijiste eso, cierto?—me reí mientras ella me forzaba a caminar por el pasillo hasta el cuarto de él. Deteniéndonos frente a la puerta cerrada, ella removió sus manos de la parte trasera de mis hombros y dio un paso hacia atrás.

—Ve a despertarlo.

—De verdad te odio—achiqué mis ojos hacia ella, pero no fui muy hábil de retener la pequeña sonrisa que se formó en mis labios. Tenía el presentimiento de que finalmente había hecho una amiga, pero de nuevo, el hecho de ella descubriendo lo de mi padre y creyendo que soy una rara, seguía manejándose en mi mente y pensamientos.

—Sólo entra—Lisa rió mientras lentamente yo giraba el pomo y abría la puerta. Los muebles de madera estaban todos pintados de negro y la cama era individual, con blancas sábanas y cortinas decoradas con lo demás.

Tal y como el resto de la casa, los pisos eran de madera gruesa, y mis pies con calcetines maniobraron para atravesar la habitación con facilidad. Se encontraba el cuerpo de una persona yaciendo enredado sobre las sábanas, y mientras más me acercaba, pude observar una maraña de cabello castaño oscuro sobresaliendo.

La mitad de su torso se mostraba, al igual que sus tonificados bíceps y pecho, moviéndose en sincronía con su respiración. La barba de tres días alrededor de su boca, mejillas y mandíbula le agregaban años a su edad, y admití el hecho de que él era demasiado atractivo.

Su suave respiración era todo lo que yo podía escuchar, y lentamente postré mi mano sobre la cálida piel de su hombro y lo moví con delicadeza. Él grunó en protesta, antes de rodar sobre su espalda y estirarse. Espere nerviosa a que él abriera sus ojos, pero no lo hizo, mientras mantenía su posición previa.

Suspiré y decidí tratar de levantarlo una vez más. Agitándolo un poco más fuerte esta ocasión, él murmuró con su grave voz mañanera un "ok". Largas pestañas parpadeaban contra la suave piel de sus mejillas mientras abría sus ojos. Mi respiración se detuvo por un momento, en cuanto sus claros y azules ojos se encontraron con los míos, y una pequeña sonrisa se formó en sus carnosos labios.

—Buenos días.

The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora