Parte única.

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Empecemos con un hola, ¿no? ¡Hola! Luego de tanto tiempo, ¡feliz Navidad y feliz Año Nuevo! Vamos por el 2020, con todo, que sea nuestro. No voy a esperar quejas, sino soluciones. Podemos ser fuertes si tenemos algo que nos demuestre esperanza.

Este OS va dedicado a las personas que detestan la Navidad por cualquier motivo existente. Los milagros navideños son alegrías, causan estupor o nos cambia completamente nuestra visión del mundo. Ser quienes somos para mostrar la mejor versión de nosotros es lo que debemos aprender para enseñarnos a nosotros mismos que no hay mejor compañía que la nuestra.

Pero claro, un poco de infusiones y deseos compartidos son buenos incentivos para dejar el egoísmo individual y compartir nuestras metas.

Disfruten!

N/S (Nota de Storge): posiblemente lo saque en unas horas para terminar de agregarle cosas, pero también me gusta el final abierto, así que... veré qué hago cuando se me pase el dolor de cabeza x-)

Si hay errores, luego me fijo. Los quiadoro













━Un té con leche para uno, por favor.

━¿Con azúcar o edulcorante?

━Edulcorante.

Así comenzaba. La elegancia de mis noches no se incumplía por algún destinatario licencioso, sino por la insolencia de mis palabras en un café cerano a mi hogar.

Cada veintitrés de diciembre mis pasos encomiaban al prestigioso café Singularity como el regaliz que me obsequiaban en la entrada del mismo. Sutil caramelo que en mis labios producía estática eclesiástica; entumeciéndose mi boca con el sabor exquisito, el golpe de dulzura que demudaba mis sentidos cósmicos; como besar unos buenos labios recubiertos de fruta artificial o algún bálsamo labial con el aroma, dejándome enloquecido por la ambición de probarlo.

Sin embargo, mis labios estarían besándose a sí mismos durante mucho tiempo. Yo no era nadie más que un actor poco reconocido actuando de extra en películas que debí haber dirigido. ¡Bah! ¡El papel principal debía haber sido mío! Tenía el carisma, la beatitud gloriosa y el ambiente irreprochable de tensión sexualizada para probar piel y carne con sabor a vainilla o crema corporal que humedeciera mi carne ansiosa.

Mis noches se vestían de té con leche y emergían de lloriqueos, lloriquear como un niñato, un fracasaso en el mundo del espectáculo, con mi mejor amigo abrazándome. Y el único digno de llamarse mi mejor amigo era un can con la cola lacia, con un tono marrón granate de Malí y ojos vítreos. Un encanto de compañero.

A pesar de que mis palabras sonasen refinadas, solía ser una persona cerda a tal punto de no saber qué decir en una cita y empezar a hacer sonidos con mi axila. Una cerdada que dejé de cometer por el bien de mis relaciones amorosas. Y que, aún así, supe, haciendo eso tenía más éxito que ahora.

Por el momento, la única cosa que acompañaba mi veintitrés de diciembre era una delicia de infusión nocturna, aislada. Era huérfano de compañía.

Mis Navidades no serán las más estrafalarias, nada fuera de lo ordinario en tomar en plena soledad un té con leche acompañado de masas frescas, pero tenía dignidad. Tenía un gramo de dignidad inquebrantable..., que se quebró de una manera babélica, imposible de creerme lo que estaba pasando.

Té con Leche Para Cuatro | KookV [OS]Where stories live. Discover now