Cap III · La telaraña del Destino

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Sabado a la noche

Deslizo sus dedos sobre la delicada tela, la textura era suave y en algunas zonas ásperas. El vestido tenia un bonito escote redondo y en la espalda caí en forma de V. En el estomago y la cintura se "arrugaba" ya que en esa zona era ceñido. El vestido era largo hasta el suelo y caí en forma de campana, su color rosa pálido, el cabello semi recogido y la sonrisa de la muchacha le completaban el look elgante pero fresco.  Le gustaba mucho el modelo que había seleccionado su madre, pues ella tenía muy buen gusto cuando se trataba de ropa.

Con la ayuda de su "chica" (como le gustaba llamarle su abuela a las sirvientas) se coloco los zapatos de tacón. Se puso de pie e intento caminar sin tambalearse  hasta el espejo y se observó un instante, le gustaba lo que veía, aunque seguía incomoda con la piel que se mostraba en  la espalda. La puerta de su habitación se abrió.

-Señorita, sus padres la están esperando en el coche – dijo Hye-shi desde la puerta. 

-En seguida bajo, muchas gracias – respondió esta mientras recogía el celular y atravesaba la puerta.

-¿Señorita? – llamo su empleada nuevamente.

-¿Sí? – preguntó ella .

-Se ve preciosa.

-Gracias Hye-shi, descansa por favor – respondió ella con una sonrisa. 

El salón era majestuoso, estaba decorado por telas que caían de forma delicada de las columnas de mármol, algunos globos de luces y varas luminosas le daban un toque moderno. Sin embargo lo que más la enamoro fue la inmensa araña que colgaba en el medio de la habitación, su longitud era prepotente. ¿Cuánto valdría?, se preguntó. 

Tras saludar a varios amigos y compañeros de sus padres se escabullo lejos de los murmullos, pues ella no era muy devota del baile y prefería evitar a toda costa pisar los pies de alguien en esa noche. Camino por un ancho corredor, el cual estaba completamente iluminado, tras llegar al final abrió la puerta de cristal y salió al jardín trasero de aquella maravillosa mansión. Agradeció poder descansar un momento en los bancos blancos, y  con cuidado se saco los zapatos que tanto la torturaban. Era una bonita noche para anunciar un compromiso. Aquella fiesta había sido organizada para dar a conocer el compromiso del jefe de su padre. 

La celebración aun estaba en pie, sin embargo para ella, ya se había convertido en una reunión del trabajo. Sin nada que hacer, y con dolores agudos en las plantas de sus pies decidió descansar mientras movía los dedos para que la sangre circulara.

Frente a ella había una preciosa fuente, la contemplo largamente, por la forma se notaba que era bastante antigua pues el clima había erosionado la figura principal. Aquella imagen era una mujer que acunaba a un bebe con sus alas, un ángel. Era hermosa, le hacía recordar las esculturas que había podido conocer en Italia hacia un par de años. Dejando de lado los zapatos, camino sobre el frio cemento hasta la fuente, estiro su mano y toco los bordes de las alas de aquella obra de arte.

-¿Es preciosa no? – una voz masculina la sobresalto. Ella giro su cabeza y se encontró con un chico alto, llevaba traje y apenas podía distinguir su rostro, pues la tenue luz del jardín no era de gran cosa– Mi madre me decía que fue inspirada en mi tátara abuela y uno de sus tantos hijos. 

La joven regreso la vista a la estatua y el chico paso a estar a su lado. Ahora podía verle el perfil, era realmente muy guapo. Tenía las cejas prolijas y oscuras como su cabello corto. Sin embargo era su sonrisa lo que la tenía cautivada. Parecía un príncipe. El chico se volteo y se encontró con sus ojos, y por una fracción de segundos ella sostuvo la mirada para luego apartarla bruscamente.

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