¿Formando alianzas? Pt3 Marco y Miguel

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Alianzas:

Marco x Karmi

Marco x Hiro ✔️

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—Esta vez concéntrate por favor— Miguel rogaba de forma desesperada.

—Hare mi mejor esfuerzo— «para besarte cuando te descuides», pensó el chico de ojos dorados mientras escondía una risa malvada.

—Recuerda que vas a actuar como ella, pero sin emocionarte ¿ok? Es solo de juego.

—Si claro, lo que tú digas guapo. Empieza ya que minimarco ya se quiere dormir.

—Aquí voy... aclaró su garganta y pasó saliva.

Dejare de ser músico pues esto no te llena.

Guardaré canciones y melodías y mi boca le hablara con dulzura a tu piel en el único idioma que está puede entender: con tacto.

Serán mis manos y labios quienes usurparán la labor del sol de la mañana y se encargarán de tocarte y despertar todo tu ser con un calor apabullante y gentil.

Dejare de ser músico y me volveré poeta.

Y te voy a pronunciar tu cuerpo como la más bella poesía, recitándote una y otra vez sin descanso desde que el día acabe, hasta que la noche no sea más noche.

Permítame llevarte a aquel mundo soñado. Solo te pido a cambio un calzón usado.

—¡Te lo cambio por un beso! — Marco se abalanzó acorralando a Miguel. Estaba cegado por las palabras del autoproclamado poeta que tenía en frente.

—Espérate Marco, acuérdate que era práctica nomás.

—Soy chino y no hablo español— empezaba a acariciar los botones de la camisa del otro deseando desabrocharlos de uno a uno— pero si quieres... podemos hablar el idioma del amor.

—Esto no es gracioso Marco, me estás asustado ahora sí.

—Shhhh— colocó un dedo en su boca— los machos no lloran ni tienen miedo. Sí te estás acobardando significa que te tengo que ayudar a convertirte en un hombre.

Unas pisadas que retumbaban en la habitación se escuchaban acercándose.

—Aguántate Marco, creo que alguien viene.

—Yo solo escucho mi corazón latir.

El peligro podía palparse en el aire. El sonido era cada vez más fuerte y un exhalar enojado le hacía compañia.

—Nos van a regañar— a Miguel se le acababa el espacio, lentamente Marco había avanzado hasta rosar suavemente su cuello con los labios.

— Suficiente castigo ha sido guardarme esto tanto tiempo, Miguel yo... yo te...

La puerta se abrió de un portazo e hizo a los dos chicos retroceder hasta la pared.

— ¡Así te quería agarrar güerco cochino!

—¡Puedo explicarlo!— los orbes dorados se posaron sobre una chancla sumamente furiosa — No es lo que cree.

—Eres igual a tu padre— escupió Mamá Elena con odio y arrojó el calzado con precisión milimétrica.

Marco evito el proyectil pero no pudo evitar salir herido por aquellas palabras. Y es que ser igual a su padre era su cruz. Siempre le reprochaban que era idéntico en actitud a aquel señor que jamás conoció y al parecer todos excepto Miguel odiaban.

—Mamita Elena por favor no me regañe.

Un segundo proyectil fue arrojado y detenido por la guitarra de Marco que se agrietó horriblemente por el impacto. Al parecer, tanto tiempo siendo el único castigado le habían dado unos reflejos que rivalizaban con la velocidad de los ataques de mamá Elena.

—Muchacho canijo, a la otra voy a traer el cinturón.

Marco salió despavorido hacia el techo mientras un asustado Miguel era abrazado y besado por Mamá Elena.

—¿Qué te hicieron hijito precioso?

—Nada, estoy bien. Solo estábamos...
jugando, no se enoje mucho con Marco. Por favor.

—Ay hijo, tienes un corazón de oro, no eres capaz de ver qué tú primo tiene el chamuco adentro.

—No pasó nada, es en serio.

—Se la voy a perdonar por ahora— la cara de súplica de Miguel hizo calmar a la señora — pero de ahora en adelante los tendré más vigilados.

—No es necesario que nos vig...

—Shhhhh, estarán bien vigilados y punto— mamá Elena dejó la habitación dando zancadas.

Miguel intento hablar con Marco, pero este se negó a bajar por miedo a más regaño.

Cuando la luna se asomó, el joven sacó su guitarra, la afinó con suavidad y comenzó una melancólica melodía que compuso pensando en Miguel.

Una chancla salió volando para golpear su instrumento y terminar de romperlo.

—¡Sin música!— mamá Elena gruñó.

—Pero ya nos habías dado permi...

—Shhhh— lo calló con autoridad— solo Miguel tiene permiso. Te estoy vigilando.

Con la mirada apagada Marco se encargó de ver las estrellas en busca de consuelo sin éxito.

—Creo que ahora sí la regué— se lamentó.

Tras una hora aún se negaba a bajar del techo. No fue hasta la cena que su madre lo obligó a hacerlo con amenazas de acusarlo con mamá Elena.

Al momento de comer ambos chicos fueron puestos en extremos separados de la mesa. Cualquier intento de verse era rápidamente aplacado por la matriarca. Definitivamente todo sería más difícil para Marco a partir de este punto.

Toloache para el chino (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora