El retorno del mariachi

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Hiro vio a Miguel entrando al laboratorio y su pelo enmarañado se erizó como si fuera el de un gato, tenía ganas de matarlo, no sin antes hacer que le devolviera el calzón robado. El moreno se acercó a él y trató de besar su mejilla. El genio le lanzó una bofetada, pero Miguel atrapó su mano en el aire y le entregó un beso en la muñeca.

—Es un placer verla de nuevo, princesa —le dijo con una sonrisa mientras le sostenía una mirada coqueta—. Veo que necesita la ayuda de un príncipe para que la escolte a la tierra de los muertos. Supongo que su novio actual no da el ancho y necesita la ayuda de un hombre de verdad. —Le lanzó una mirada de desprecio a Marco. Al otro chico se le partió el corazón nomás de escuchar eso.

Hiro bajó la mirada y se tragó su orgullo, necesitaba a la persona que más odiaba en el mundo, incluso más que a Callaghan.

Miguel lo sujetó firmemente de su mano, y empezó a caminar llevando a Hiro como si fueran pareja. El asiático se llenó de asco, con solo oler su perfume se le revolvía el estómago. Pero se aguantó. "Hazlo por tu hermano, hazlo por tu hermano", se decía una y otra vez mientras trataba de imaginar que la mano que tomaba era la de Marco.

Llegaron al cementerio, había multitud de familias recorriéndolo y adornándolo. Avanzaron hasta llegar al mausoleo de Ernesto de la Cruz. Este estaba sucio y sin ni una flor. Miguel soltó a Hiro y le dio una patada a la entrada. La puerta se abrió soltando un chillido. Después se inclinó y le dijo al asiático mientras sonreía:

—Las damas primero.

Hiro entró sin siquiera mirarlo y sacó su lector de una pequeña mochila. Este registraba señales a topes de actividad paranormal. Era el sitio indicado, por fin podría ir a la tierra de los muertos. Sacó otro dispositivo, era pequeño, del tamaño de una pluma. Sus manos temblaban mientras lo sostenía.

—¿Qué es eso? —preguntó Marco.

—Es lo que permitirá abrir el portal, lo llamo "la llave al más allá". Pero nunca lo he probado... tengo miedo de que no sirva. —Hiro dudaba, no quería presionar el botón de la pluma; si no funcionaba, todo su esfuerzo no habría servido de nada. Estaba helado, pálido; sudaba en frío y quiso salir huyendo

—Si me da un beso en la boca, le puedo mostrar otra forma de entrar —le dijo Miguel moviendo mucho las cejas.

—¡Jodete! —contestó Hiro y luego presionó el botón.

Un rayó salió de la pluma y rebotó en las paredes hasta que alcanzó la guitarra. Esta soltó un brillo amarillento. Se escuchó un "pop" y todos los presentes fueron llevados a la tierra de los muertos, frente al control de aduanas.

Hiro entró en pánico al ver a los esqueletos; nadie le había dicho antes que las personas muertas se veían así, era escalofriante. Marco creyó que estaba soñando, o que mamá Elena por fin había conseguido matarlo; se pellizco una nalga y después de soltar un "auch", supo que estaba despierto. Karmi revisó sus alrededores en busca de como regresar; sabía que ese era su día más fértil del mes y no quería perder tiempo. Miguel, por otro lado, fue rodeado de esqueletos; hasta con los difuntos era famoso.

—¡Miguel volvió! —gritó un niño muerto mientras saltaba tan alto que su cintura se separaba de su cuerpo.

—¡Yo me morí de un paro cuando fui a verte en concierto! —dijo una chica esqueleto que después se desmayó de la nada.

—¡Fírmame mis costillas! —chilló la mamá de la chica desmayada después de aventar a su marido a un lado.

Hiro se armó de valor. Aprovechó que Miguel estaba distraído, para alejarse de él e ir al control de aduanas.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2020 ⏰

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Toloache para el chino (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora