Capítulo 12

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   Corinne se quedó rígida mirando a Lana, quien se había quedado parada tambaleante frente a ella.

   Aquel rechazo debía de haberle dolido mucho, pensó la morocha. Aquella muchacha no estaba acostumbrada a que los chicos no la quisieran.

-¿Qué es lo que miras? - Le soltó con amargura la afroamericana voleando bruscamente hacia ella. - ¿Por qué no miras para allá? - Dijo, elevando un brazo para señalar en dirección a los dos rubios que se revolcaban en la arena. - Kaidence está allí robándote a Noah y tú estás sentada aquí sin hacer nada, prestando atención a los detalles de las vidas ajenas, y no a la tuya. Como siempre. Eres una estúpida.

-Lana, no... - Comenzó a decir Corinne con vergüenza, pero la muchacha no le dio tiempo para terminar la frase. De un segundo para el otro había desaparecido entre las malezas del bosque.

   La morocha pensó en ir a buscarla, pero luego se dio cuenta de que en el estado en que su amiga iba, no llegaría muy lejos. La buscarían por la mañana y la hallarían tirada en el suelo del bosque, dormida.

   Además, Corinne no tenía las fuerzas suficientes para pararse e ir a buscarla en aquél momento.

   Era totalmente frustrante.

   La morocha oyó nuevamente a su estómago gruñir con fuerza, y se llevó ambas manos a la panza. Aquello era horrible.

   Recordó de repente la apuesta que había hecho con Colt.

   El muchacho sí que había cumplido con su parte del trato. Ella debería hacer lo mismo, pensó.

   Corinne metió la mano dentro de su bolso, en el cual Colt había introducido varias barritas nutritivas, y tomó una. Abrió el envase con algo de desesperación y se llevó el pequeño snack a la boca.

   Aquello se sentía muy jodidamente bien.

   Cuando la morocha quiso darse cuenta, ya se había terminado la barrita y había tomado otra de su bolso. Ésta también la desenvolvió rápidamente, pero se tomó más tiempo para disfrutarla.

   De repente, su mirada se vio atraída por dos personas que caminaban en la oscuridad hacia el bosque. Una vez éstas se hallaron lo suficientemente cerca para reconocerlas, Corinne frunció el seño y alejó la mirada.

   No estaba del todo segura de por qué le había causado aquella reacción ver a Colt y Adeline adentrándose en el bosque para hacer las asquerosidades que hacían siempre. No era como si aquello fuese algo nuevo.

   Sin embargo, saber lo que harían le molestó. Fue un sentimiento muy extraño. Como un sabor amargo en la boca que no podía quitarse.

   La morocha terminó de comer su barrita y, con un impulso inesperado por hacer algo estúpido, se puso de pié y caminó hasta donde Adam, Doyle, Darly y Doug se hallaban.

-Miren, es Corinne. - Dijo Doyle con los ojos bastante cerrados y una pequeña sonrisita.

-¡Corinne! - Gritó Adam con alegría. Éste se hallaba recostado junto a Doyle en la arena, con la misma expresión de idiota que su amigo. - Que gusto verte. ¿Ya te he presentado a mi unicornio?

-Lo llamó Carl. - Comentó Doyle con una sonrisa.

-¡Sí, viejo! ¿Cómo supiste? - Preguntó Adam, levantándose de la arena súbitamente con los ojos muy abiertos. - ¿Acaso él te lo dijo?

-No creo que Carl hable, Adam. - Interrumpió Darly con una risita. - Ven, siéntate bonita. - La invitó, dando algunas palmadas en la arena a su lado. - Justo estábamos hablando de ti.

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