Capítulo 17.

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mapusina


Stephen

Fuí llevado a una celda junto con otros reclusos, me quitaron las esposas y me dijeron que me darían noticias más tarde de que tan grave era mi caso. Todas esas explicaciones salían sobrando, yo me sentía destruído, no dejaba de pensar un segundo en que la mujer que más había amado en mi vida besara a otro hombre que no fuera yo. Los fragmentos de ese beso venían una y otra vez a mi mente, me atormentaban y sentía que los odiaba a los dos. ¿Cómo era posible todo aquello? ¡Yo siempre la respeté, la amé, cuidé de ella!

Me sentía tan mal.

Me dejé caer en el piso, devastado. Escondí mi cabeza entre mis rodillas. En silencio comencé a llorar. Lloré por las veces que le había confesado mi amor y no le importó, por haberle entregado mi corazón. Me sentía tan decepcionado, había despertado de mi sueño, de haber creído que éramos la pareja perfecta que siempre estaría unida por el amor que "sentíamos."

Yo cometí muchos errores, pero desde que me enamoré de ella siempre la respeté, porque la amaba y la amo más que a mi propia vida. Había ignorado a muchas mujeres, en especial a Raquel que siempre me buscaba y me llamaba. ¿Merecía yo eso?

—¡Hey! Hermano. — Al escuchar la voz me levanté y limpié mis lágrimas. Era Diego. —¿Estás llorando?— negué. —No niegues lo que es obvio, te he visto.— suspiré cansado.

—Y si me has visto, ¿por qué preguntas?— notó que no era momento de bromas.

—Todo ha sido un malentendido.— fruncí el seño.

—¿A qué te refieres?— pregunté.

—Adriana nos ha contando en el camino lo que realmente sucedió. — arqueé una ceja.

—¿Nos? ¿Quienes?

—A Billy y a mí.

—¿Quiere decir que está aquí?— el asintió y sentí que mi corazón dió un vuelco. Una parte de mí deseaba verla, besarla y que me contara que todo fue un malentendido. Pero la otra parte estaba dolida, y verla significaba recordar esa escena que tanto daño me hacía.

—Ella quiere hablar contigo. En todo el camino no dejaba de llorar pensando en ti, en lo que pensarás de ella. — sonreí con ironía.

Me sentía tan agotado.

—¿Que se supone que pensaré? Nadie me ha contado nada, yo he visto como se besaban en la oscuridad sin temor alguno. — volví a dejarme caer al suelo.

—Cretino, te digo que es un malentendido y si no me crees ella te lo puede explicar. Sé que necesitas una explicación o vas a morir de angustia.— asentí sin mirarlo.

Al parecer le hizo señas de que pasara porque no escuché palabras, pero sí escuche sus tacones retumbar en el pasillo.

Se puso en frente de mí sin decir nada mientras lloraba. La miré, su maquillaje se había esparcido por todo su rostro, estaba hecha un mar de lágrimas. Me sentí culpable de ocasionar esa tristeza, pero ¿y la que ella me había causado a mí?

—¿Que es lo que tienes que decir?— no quería hacer preguntas, quería abrazarla y besarla.

Limpió sus lágrimas y tomó aire para responder.

—No te he traicionado, Stephen. Efectivamente fuí al baño con Billy, ella me pidió que me quedara en la pista de baile para ella hacer una llamada. La esperé un largo rato y como estaba tardando mucho decidí irme. En ese momento un chico me tomó del brazo, me apresó a su cuerpo y me besó. Intenté soltarme de él, muchas personas lo vieron, pero entonces llegaste tú. —No sabía que pensar al respecto. — Créeme, por favor, nunca te haría daño de ésta forma. Sé que me quieres y yo también te quiero, no tengo necesidad de estar con nadie más... —continuaba llorando— Te estoy diciendo la verdad.

—Está bien, ve y duerme tranquila.— no quería discutir, quería que todos se fueran para pensar.

—No estoy tranquila, Jooker. — cuando ella me llamaba por mi apellido despertaba una alarma en mí.

—Adriana te he dicho que no pasa nada. Te creo, princesa.— salió corriendo mientras lloraba.

Sabía que existían dudas en mi mente. Quizás no debía dudar y creer a ciegas en su explicación, es lo que ella haría en mi lugar, sin embargo, mis ojos vieron ese beso tan apasionado y tan real. ¿Serán imaginaciones mías?

—Cretino has sido muy frío con tu chica.— estaba realmente cansado.

—¿Y que esperabas? ¿Que la recibiera con besitos y flores? ¡Mira dónde estoy! Casi mato a un tipo por ella no cuidarse cuando no estoy. — el negó, no compartía mi opinión.

—Fué un arrebato del tipo, ella no tiene la culpa. — la excusaba.

—Quiáz mañana me sienta mejor, o bueno, hoy al rato porque ya es muy tarde.

Entendió lo que quise decir, quería que se fuera y volviera al rato por mí.

—Déjame disfrutar de éste hermoso hotel de diez estrellas. — le dije con sarcasmo.

El rió y se fué.

No iba a poder descansar. ¿Cómo iba yo a cerrar los ojos después de todo lo que había pasado? Tal vez era cierto que Adriana también había sido víctima, y si es así, ese imbécil se ganó los puñetazos que le dí.







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mapusina Gracias por estar al pendiente de mi historia y votar en ella, disfrútala.

La Dictadura De Jooker. ©✔️LIBRO 1 [CA2020] [TERMINADA] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora