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Jennie, nerviosa, apuró a ocultar rápidamente el cigarrillo detrás de su espalda.

—Hola.

Las cejas de Lisa se fruncieron.

—¿Por qué ocultas el cigarro?

—Hay muchas ratas en este edificio—contó—, no quisiera que le dijeran a mi viejo. Ya tengo suficientes problemas, cómo para uno más—dijo y alzó la vista por unos segundos para mirar a Lisa.

Ambas tuvieron contacto visual.

Manoban notó en la mejilla izquierda de la niña un golpe, miró a la otra restante y también vio un moretón. Sus cejas se fruncieron nuevamente.

—¿Qué rayos te pasó?—preguntó en una mezcla de asombro preocupación.

La pelinegra al escuchar dicha pregunta bajó la cabeza y con ayuda de los mechones que caían por su rostro logró ocultar los golpes.

—Caí de mi bicicleta—murmuró en un susurro como forma de explicación.

Lisa asintió, entrecerrando los ojos, pasó por el lado de la menor y dio unos pasos hasta llegar a la puerta del apartamento donde vivía.

—¡Oiga!—Jennie la llamó—. No le diga a mi padre que fumo o me matará.

Lisa asintió cerrando los ojos por unos segundos.

—Cuenta conmigo—dijo antes de entrar a su apartamento.

Jennie se quedó observando aquella puerta con una gran curiosidad hacia la mujer rubia que había desaparecido por ella. Manoban era hermosa, misteriosa y sexy, y aunque era mucho mayor que ella, tenía el paquete completo para llamar su atención.

—No sé dónde está. No la miro. No la toco. No sé cortarla—habló el padre de Kim, desesperado, saliendo del apartamento en compañía de un sujeto a su lado, los pasos de ambos eran seguidos por un hombre de traje negro, quien venía detrás.

—Te dimos el polvo en junio y ahora que volvemos en julio solo el noventa por ciento es puro, ¿Que pasó ahí?—preguntó el hombre de su lado.

—Te juro que no sé que pasó.

—Intento salvarte, James—lo tomó por los hombros, mirándolo intensamente—. ¿Seguirás con la misma mierda?

—No lo sé…—susurró, la desesperación que soltaba se hacía visible desde los ojos de Jennie.

—Tendré que interrumpirlo, y a él no le gusta que lo molesten cuándo escucha su música—al referirse al otro hombre que estaba de espaldas, ajeno a la conversación que ellos dos mantenían mientras escuchaba una pieza musical con los audífonos puestos, el padre de Kim volteó a verlo y tragó en seco ante el fornido e intimidante cuerpo que observaba—. Sabés—volvió a hablar el sujeto a su lado—, él huele cuando una persona miente, es como un sexto sentido. Me aterra, pero me obliga a ser honesto.

—Pero yo…

—Ya cállate, no hables más—interrumpió al más bajo. Dió unos cuantos pasos hasta llegar al hombre de cabellera negra, y de traje elegante—. HyunSuk—llamó al tipo colocando una mano en el hombro del contrario. El azabache alzó la vista y conectó con él—. Dice que no cortó el polvo.

HyunSuk giró y miró al padre de Kim, suspiró y se dirigió a él. Quedó a pocos centímetros de su rostro, y, sin hablar, comenzó a olerlo desde los hombros, hasta llegar al cabello marrón chocolate. Jung se mantenía estático y nervioso, mientras él hacía aquella acción.

—Está bien—HyunSuk habló en un susurro cerca de su oído—, quiero que descubras quién lo hizo para mañana en el mediodía—dijo, palmeando una de sus mejillas, se retiró en compañía de los otros dos hombres sin darle chance a Kim de hablar.

Jung soltó un suspiro y se pasó la mano por el cabello en un gesto de desesperación, dio vuelta para regresar a casa y se encontró con Jennie, la cual se encontraba sentada entre las barandillas de las escaleras, metiéndose un bombón a la boca mientras lo miraba también.

—¡¿Qué hacés aquí?! ¡¿Ya hiciste tus deberes?!—preguntó, gritándole y sacudiendola por los hombros, Jennie le miró sin espabilar mientras en sus ojos se mostraba un gran pánico y no fue hasta que reaccionó cuando Jung le pegó una cachetada en la misma mejilla donde antes había sido golpeada por él.

—Y-ya los hice… —respondió, con los ojos llorosos y con su mano puesta en la parte de la cara en dónde había recibido el impacto.

Una conocida esencia para Jung llegó a sus fosas nasales.

—¿Estabas fumando, Jennifer?

La mencionada cerró los ojos, esperando otra cachetada, la cual nunca recibió, y en su lugar recibió una patada en el estómago que la obligó a abrir la boca en busca de más aire. Jadeó inclinándose hacia adelante con las manos cruzadas alrededor de su abdomen intentando calmar el dolor de aquella área.

—¡Levántate y ayuda a tu hermana en las cosas de la casa ¡No puedes estar fumando todo el día, maldita desagradecida!—Jung volvió a gritarle.

Jennie gimió y se levantó como pudo, corrió a la puerta con lágrimas a punto de salir de sus ojos y la cerró de un portazo.

Lo que no sabía ella, era que unos curiosos orbes color esmeralda habían presenciado todo lo sucedido desde la puerta de a cinco metros de distancia a su costado. Manoban apretó los puños y sus nudillos pasaron a un color blanco pálido, deseaba partirle la cara al padre de Kim por maltrato infantil, sin embargo, suspiró y bajó el picaporte, se sentó en el comedor y vertió un poco de leche en un vasito de cristal transparente.

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⏰ Last updated: Dec 13, 2020 ⏰

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Mi perfecta asesina - JenLisaWhere stories live. Discover now