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—¿Y?— Harry llegó a la puerta del departamento dejando la última caja en el piso. —¿Te gusta?— acompaña a su amigo en la observación del lugar, haciendo una mueca al mirar el techo que promete caer pronto.

—¿Seguro es lo único que había?— Liam se escucha dudoso, mordiendo su labio cuando una pequeña rata corre del otro lado del cuarto y empuja su pequeño gordo cuerpo en un agujero.

—Tampoco estoy del todo de acuerdo en que te quedes aquí— murmura asqueado por el roedor. —Solo espera a que mi compañero se vaya, meteré presión si estás muy incómodo aquí— el castaño negó.

—Está bien. Mientras estoy aquí un par de semanas, buscaré un trabajo, tu casa no luce precisamente como un departamento humilde.

—Sabes que no es necesario que pagues renta— Harry patea la alfombra vieja que está ahí y se sienta en la pila de cajas.

—Tu cerrarás la boca cuando te pague cada mes— un quejido es su respuesta cuando Liam empuja a su amigo y carga las cajas, asegurándose que no dañara el contenido.

El móvil de Harry suena antes de protestar, ni siquiera tiene la decencia por levantarse del sucio piso y contesta desde abajo, Liam niega antes de irse explorar el resto del lugar. No precisamente gustaba del departamento, pero no había de otra. Perdió su trabajo de mesero en un bar y no se arrepiente haber vaciado una cerveza en la cabeza del tipo cuando lo nalgueo.

Aunque eso le costará el empleo y el cuarto que justamente el dueño del asqueroso bar le rentaba. Por suerte su amigo Harry, le consiguió un lugar al cual mudarse tan pronto llegó el día siguiente que le había comentado su despedida. Liam no confiaba mucho en lo que su amigo consiguió, pero no podía quejarse, muy apenas tenía algo ahorrado de la miseria que ganaba en el bar.

Así que estaba bien con él, por lo menos hasta ahora que veía manchas oscuras en el techo de su futura habitación y el dibujo satanico en una esquina, negaría si un escalofrío corrió por su espalda. De un momento a otro se sintió atrapado en ese cuarto vacío, podía escuchar la voz de Harry en la sala, pero no estaba seguro que él le escuchara si gritara, como si una burbuja bloqueara cualquier cosa y se activa de ver la estrella dentro del círculo.

No era religioso, pero bendecir el departamento no caería mal.

Sacudiendo la cabeza dejó sus pertenencias en el suelo y camino a la ventana de a lado, tiro de las cortinas viejas y la reluciente luz entró para espantar la densa oscuridad . Liam estornudo por el polvo, abrió la ventana dejando la brisa entrar y suspiró aliviado, tal vez unos cuantos arreglos y convertiría el lugar a uno menos tenebroso.

Recibió una palmada juguetona en el trasero que lo hizo saltar. :—Debo irme, ¿estarás bien aquí?— Harry hecha un vistazo a la habitación.

—Supongo, si.

—¿Seguro?— insiste.

—Si consigo un trabajo decente que no sea recibir nalgadas y propuestas indecorosas, podría usar el dinero para mejorar el lugar y con suerte me siento cómodo aquí— explica.

Harry parece pensarlo, duda hay en los ojos verdes y sus labios quieren expresar una mueca de disgusto, pero Liam sabe que no lo hará cambiar de opinión.

—Vale— un suspiro logra contener.

Un mensaje llega a quitar la atención del rizado, pronto vuelve al móvil y Liam lo mira unos segundos, apreciando la amistad que ambos crearon desde el momento que se conocieron y se besaron en aquella fiesta universitaria. Tanto como Liam como Harry, concordaron que sus labios no debían tocarse nunca más.

—¿Quieres una mano?— pregunta sin mucho interés.

—No, ve a donde sea que tienes que ir— Liam vuelve a salir por unas cajas y regresa. —Solo daré una limpiada, hay mucho polvo.

INCUBUS - Os EspecialWhere stories live. Discover now