Capítulo 30

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Al amanecer el cielo estaba nublado, como si pronto fuera a caer una tormenta enorme. El sheriff fue el primero en despertar.

— niña es hora de levantarse— hablo fuerte pero no tan alto como para que se escuche de lejos— vamos, tienes que levantarte— insistía, pero la castaña no respondía.

— ¿Tienes el sueño pesado? ¡Niña!— exclamó cerca de ella, pero seguía sin responder. Comenzó a alterarse y puso su mano en la frente de Mabel, su temperatura era baja. Tomó su muñeca y le tomó el pulso, era lento pero seguía con vida.

Entonces ¿Por qué no despertaba?

— ¡Niña! ¡Niña! ¡MABEL!— al tercer llamado la castaña abrió los ojos y sintió como si su alma se fuera de su cuerpo y volviera con fuerza.

Su respiración era agitada y su piel rojiza, el sheriff le pasó una botella con agua que la tomó con gusto y en una de tomó el líquido que había.

— gra-gracias— agradecía con la respiración estable— ¿Qué pasó?

— no despertabas, tenías baja temperatura. ¡Jesús! Me diste un buen susto Mabel— expresó su preocupación y angustia. Mabel se adaptaba a la luz del día y a sus lentos latidos que la debilitaban.

— no era mi intención preocuparte— musitó— no me queda más tiempo, lo sé. Hay que encontrar ese manantial— lo observo con un nudo en la garganta y conteniendo las lágrimas para ella.

— vámonos entonces.

Tomaron sus cosas y montaron sus caballos, el diamante brillaba con mayor intensidad y los caballos volvieron a ponerse nerviosos e incontrolables, salieron corriendo a velocidad y aunque los jinetes no sabían a dónde iban, estaban seguros que ellos sí.

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¡Levántense holgazanes!— exclamó Stan haciendo que abrieran los ojos asustados.

— viejo del demonio, hay mejores maneras de despertar a la gente— se quejó Bill acostumbrándose a la luz del día.

Más fue la sorpresa de ellos al ver que los jóvenes menores aún no abrían sus párpados y más extraño aún al ver sus manos juntas. Era una escena que en otro momento hubiera sido agradable pero Stan tenía un mal presentimiento que le oprimía el pecho, volvió a pegar un grito y este si los despertó por completo.

— ¡Desperté, desperté!— gritaba Dipper viendo a todos lados con la respiración agitada, la rubia se despertó más calmada y hasta volvió a cerrar los ojos. Claro que, los volvió a abrir al recordar su motivo.

— ya era hora— volvió a decir Stan con el ceño fruncido— debemos irnos, hay algo que me inquieta— susurro pero, casualmente, solo Bill lo escuchó.

Emprendieron su búsqueda con la ayuda del localizador de Ford y tomaron más de una hora en llegar al camino que Mabel había tomado.

— el localizador dice que su ubicación está cerca— volvió a ver— nop, está más lejos.

Todos estaban con la ansiedad hasta por las nubes y solo podían esperar que la suerte le diera más tiempo.

— ¿Qué harás al verla de nuevo?— pregunto Pacífica al rubio, Dipper hablaba con Ford y el acompañante de este momento era un Bill silencioso y metido en sus propios pensamientos— ¿Bill?

— perdona, realmente no estaba escuchándote— confesó con honestidad— ¿Qué decías?

Paz no se molestó aunque frunció el ceño un poco y le preguntó la misma pregunta de nuevo.

La estrella que dejó de brillar |Mabill| •FINALIZADA•Where stories live. Discover now