• ¿Cómo se conocen? •

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Bo Sinclair.

Las personas, por naturaleza propia, son curiosas

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Las personas, por naturaleza propia, son curiosas. Y ese nivel de curiosidad no se medía contigo. ¿Sentías curiosidad por algo? Inspeccionabas, explorabas, indagabas... Pero jamás creíste, ni por un segundo, que el bichito de la intriga te llevarían a tu propia muerte ni desgracia.

No, no eras la culpable de eso.

Y no había a nadie a quién culpar, ni nada.
Incluso si eso significaba mencionar las cosas más pequeñas como lo era tu curiosidad; tu confianza abierta hacia la gente; tu inocencia; el hecho de que el motor de tu auto haya fallado en el momento menos esperado o, tan solo, encontrarte con el demonio en persona en el momento y lugar equivocados.

...O haber confiado en una sonrisa que ocultaba a un ser espantoso.

Tus muñecas estaban atadas con cinta adhesiva, tan abundante y tan fuerte eran los amarres, que tu piel comenzaba a irritarse y sangrar. La casta luz del único foco de la habitación te molestaba desde hace unos minutos, y cuando despertaste de manera obligada, lo primero que sentiste fue un terrible dolor de cabeza y la sangre espesa y meramente coagulada deslizarse por tu rostro, producto de un golpe momentos antes que recuerdas con claridad.
Las gotas oscuras de ese líquido carmín manchaban tu sostén blanco y tu vientre hasta que lograban perderse en el elástico de tus bragas de igual color.

El chillante sonido de la puerta de metal se escuchó por toda la habitación acaparando tu atención, y allí de pie y una sonrisa cínica y divertida, estaba Bo Sinclair.
Aquél sujeto de gran y envidiable atractivo, carismático, y confiable, aquél que te había ayudado con tu automóvil... Ahora, cargaba un cuchillo de caza entre sus manos.

Aún no podías creer cómo pudiste dejarte llevar por las acciones amables -y románticas, por qué no decirlo-, de ese sujeto por al rededor de unas semanas.

Ahora te estaba mostrando su verdadera personalidad. Su verdadero ser, y podías rezar por todos los Santos existentes, que no te dejaría salir viva de allí.
Y tenías evidencia de ello: todas las fotografías de mujeres golpeadas, violadas, torturadas y con otras cosas horribles que le hicieron a su persona estaban pegadas delante de tus narices.
Pronto, serías una decoración más de ese collage macabro. No tenías duda de ello.

-¿Sabes, dulzura?- Empezó, acercándose a ti mientras que jugaba con el arma blanca entre sus manos como un niño con su muñeco de acción. Cuando estuvo frente a ti, posó suavemente su mano en tu sudorosa mejilla para quitar algunos mechones pegados de tu rebelde cabellera. -Estoy muy, muy decepcionado de ti, de veras. Parecías una chica tan inteligente... ¿qué no te enseñaron tus padres a no husmear en las cosas de otras personas?-

❝Boyfriend Slasher; Scenarios❞. ©Where stories live. Discover now