Mei Li era de una belleza que deleitaba la pupila, de una piel como la seda, brillante y blanquecina, cabello oscuro largo hasta la cintura, un rostro fino de unos ojos afilados, una nariz armoniosa, labios carnosos y sensuales, de buenas proporciones en sus curvas, de piernas tonificadas y que su belleza había logrado prender a mas de un hombre o mujer en su camino.
A pesar de 3 hijos, mantenía la belleza e incluso aumentada gracias a la maternidad, la que le sentaba demasiado bien a Mei, confiriéndole un aura de Mamá Tigre.
Por eso aunque letal y de una personalidad temperamental. La hacían muy popular entre la población local, los nobles y también el sector militar que lograba regocijarse en las grandes reuniónes donde una mujer de sus dotes y belleza lograba volver dar vida y color a las aburridas sesiones militares.
Ahora que las incursiones enemigas habian bajado en los últimos meses, Mei dedicaba su tiempo a su familia y sobre todo a sus hijos a los que entrenaba con devoción y firmeza para que fueran hábiles artistas marciales, quería asegurarse que podrían defenderse solos, aunque tenían guardias la mejor defensa era uno mismo.
Todas las mañanas los entrenaba en artes marciales y el como usar su ki, aun eran muy jóvenes pero les enseñaba las bases de la meditación y respiración, una ves lograran aprender los conceptos se cultivarían y mejorarían las habilidades de sus cuerpos, algunos de los mejores podrían romper el acero con su mano, renegerar heridas letales en cuestión de minutos, levantar desde media a una tonelada de peso, correr por horas entre tantas habilidades logradas de dominarse a si mismos, por supuesto que había cosas en los mitos que eran imposibles: como ser capaz de volar, destruir montañas, crear golpes de energía que destruyan ciudades, viajar en el tiempo o ser inmortal.
Salio de la bañera, pasándose sobre si misma una toalla con la que se seco.
-Ren Li ha llegado mi señora- dijo,una sirvienta.
Salió por la puerta miro a Ren Li que se giro e hizo una reverencia, la chica gustaba de los vestidos abiertos y lo entendía, cuando peleaba con esas piernas era indetenible, por eso la quería como guardia de su hija y también su conocimiento de la etiqueta de la nobleza muy útil para su hija, ademas era buena con las manos y las armas, y de una mente ágil, podría proteger a su linda bebe.
-Hola mi señora-dijo la joven mantiendose arrodillada.
-Hola Ren- Mei tenía una debilidad por esta chica, le recordaba demasiado a ella, pero al mismo tiempo era tan diferente.
-Que bueno verle, mi señora en que puedo ayudarle- dijo alzando la cabeza, recibió una señal de la señora de esta casa y se levanto manteniendo su distancia, le siguió al cuarto, donde Mei comenzó a vestirse y era todo un espectáculo, su figura no era algo pasar de largo, ni siquiera para otras mujeres.
-Eres la guardaespaldas de mi hija y su sombra, me gustaría que me acompañarás a la ciudad a comprar algo para el cumpleaños de Kumiko-
-Pero mi...-
-Pero nada-dijo Mei- eres la persona que pasa mas tiempo con mi hija, me gustaría pasar mas tiempo con ella, es mi niña, pero- se giro ansiosa, algo raro en alguien de un temple de acero- ella es demasiado femenina y pues...-agacho la cabeza- podría matarte con mis manos si no me ayudas a conseguirle un regalo que supere al de mi marido- regreso el fuego en sus ojos, y le toco el hombro, la presión en su hombro era doloroso-te prometo mucho dolor, si mi marido vuelve a vencerme- aquello lo termino con una linda sonrisa.
Ren Li abrió grande los ojos, tal ves no la matara, pero podría causarle mucho dolor pero muchísimo dolor.
-Pero lo importante es darle cosas del corazón- trató de zafarse de una responsabilidad que no quería tener.
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Los señores de la guerra.,
Historical FictionLa Dinastía Han se ha mantenido por 300 años en el trono de China pero despues de tantos años, finalmente el Imperio lentamente se ha pudrido desde su creaciòn pero ahora la pudredumbre se ha esparcido por todo el Imperio, la manzana se pierde en l...