capítulo 2.- su verdadero ser

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Cuando desperté estaba en la enfermería miré a mi alrededor, y solo vi a una chica que estaba sentada en una silla al lado de la camilla al parecer se había quedado dormida, pero mi vista seguía nublada no podía reconocer quien era, tal vez sería Ángela, espero que no, no quiero volver a verla, pero mejor la despierto para que se vaya... porque yo ya me siento bien, y no la necesito aquí.

- Oye despierta, ya es tarde. Tienes que irte, ya estoy bien. - Le quité el pelo de la cara para poder asegurarme de que era Ángela, pero realmente era la luz de mi vida, Fernanda.

- Hasta que despertaste, problemático. - Me dijo sonriendo, pero con los ojos cerrados, pues todavía le molestaba la luz. Se veía como una niña cuando la despiertan para ir al colegio, con una inocencia única.

- ¿Cómo te enteraste que estaba aquí? - Le dije tomando su mano, creo que la paliza me hizo bien porque tomé el valor de hacer algo que nunca haría sin saber si soy correspondido o no.

- ¿No recuerdas nada, Mateo? - Me dijo confundida, la expresión que mostraba en su rostro me preocupó.

- Después de la paliza que me dieron no recuerdo nada. - Le dije, ahora confundido y con una sonrisa fingida.

No entiendo qué es lo que pasa, por qué Fernanda está aquí, siendo que ella debería estar en su casa descansando, estudiando, tiene que recordar que es su primer año, y yo no quiero que lo pierda por cosas sin importancia, porque eso es lo que soy, algo sin importancia, sin valor alguno.

- Amor, vete a tu casa mañana tienes liceo. - Le dije mientras acaricia sus mejillas que se habían tornado rojas en el momento que me acerqué.

- ¿Qué?, ¿amor? Mateo, me dijiste "amor"- Me dijo algo confundida mientras el color rojizo tornaba posesión en sus mejillas.
Pues las palabras solo aparecieron, y ya no sabía que decirle, ni como reasignar, ante aquel momento que en vez de ser hermoso, fue algo incómodo...al menos para ella, supongo.

- Ehh, perdón. Es que estaba pensando en mi polola. - Fue la primera escusa que se me ocurrió, excusa tonta para justificarme.

-¡¿Estás pololeando?! – Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza, y podría asegurar que en la sala. – Nunca me lo dijiste – Pude observar como en ese momento una pequeña lágrima se asomaba y amenazaba con caer. Ella para disimularlo, se levantó, dio media vuelta y se fue por la puerta. Creo que se molestó al saber que estaba pololeando.

Pero, ¿cómo se enteró de lo que me había sucedido?, ¿quién me trajo a la enfermería?, ¿quién era aquella chica que me acarició? ¿Por qué Ángela no está aquí?
Eran tantas preguntas sin respuestas.

Bueno las malas noticias llegan antes de las buenas tal vez por eso fue, lo que si se es que ellos me la pagaran tengo mi ojo derecho hinchado y mis brazos apenas los puedo mover y mi labio esta reventado, todos por esos mocosos que se querían creer os hombrecitos

Pero cuando me rescate en mi cama se me vino un pensamiento muy extraño:

Fernanda... no, era imposible que ella fuera aquella chica, la líder de esos sinvergüenza, ella tiene todo no le falta nada, no tiene necesidad para robar ni nada de eso, ella es gentil, bondadosa, entonces ¿cómo se enteró tan rápido?

Estaba tan concentrado en ese pensamiento que no me di cuenta que habían tocado la puerta, y que era Ángela.

- Amor, mira cómo te dejaron. - Me dijo Ángela, estaban tan preocupada que hasta dudé si era ella.

- No estoy de ánimo. Así que puedes ir por donde entraste. - Fui algo cortante con ella.

- Sabes, me cansé. Terminamos, no puedo seguir con alguien tan frío. - Me dijo, se quedó quieta mirándome fijamente, esperando algún movimiento de mi parte, sin embargo yo me quedé ahí esperando a que solo se fuera.

- Estoy de acuerdo, yo no puedo seguir con alguien que se droga a escondidas y que cree que pasa piola. – Le dije fijamente, quería que se notara que ya no quería como antes.

- Jaja, pero si quieres estar con una delincuente, ¿cierto? Creo que entre nosotras dos, no sacamos ni una buena. - Solo dijo eso y se fue.

A que se refería, Fernanda era la culpable de que me hubiesen golpeado. Si ella no hubiese aparecido en mi vida, no hubiese dejado de amar a la Ángela y no me habrían golpeado como lo hicieron. Aunque si ella no hubiese intervenido me hubiesen matado, pero ¿habrá sido Fernanda o Ángela? ¿Quién fue realmente? ¿Acaso ellas se conocen?

Pero en cosa de segundos tenía un mensaje de Fernanda en mi bandeja de entrada:

"Me tomó de sorpresa que estés pololeando, bueno, igual no tenía por qué irme así. Ojalá ya te hayas dado cuenta de mi verdadero ser; soy una delincuente, y ya no puedo cambiar. Así que por favor, aléjate de mí, soy una mala influencia... estoy segura que el hijito de papi, el niño ricachón del liceo, no quiere estar con una muerta de hambre que roba para sobrevivir en esta vida.
Adiós, y no me busques más"

Yo no me voy alejar de ella, voy a cambiar su forma de ser. Porque ella me gusta demasiado, y no voy a permitir que se aleje de mí, mucho menos que corra el riesgo de que la metan presa, voy a luchar para sacar a flote esa niña buena que yo vi en ella.

En eso me llamo un número desconocido:

- Hola, ¿hablo con Elías Mateo? Le comunico que Fernanda está siendo traslada a la comisaria, después de haberla llevado al hospital, para que la atiendan. Pues ahora necesita que alguien la venga a buscar, ¿puede usted venir? Es la comisaria 45, está al norte de la ciudad. - Era un carabinero, que solo dijo eso y me cortó.

Fui corriendo a la comisaria y lo primero que pensé, fue que la pillaron robando pero no fue así. La habían golpeado hasta casi dejarla inconsciente por lo que me dijo el teniente ellos habrán huido y la querían culpar de algún robo.

-Fernanda, ¿estás bien, amor? - Le dije conteniendo las lágrimas.

- Aléjate, soy peligrosa. Si te acercas te harán daño. - Se fue corriendo al baño, al parecer la habían amenazado nunca la había visto con tanto miedo.

- La señorita está en shock, la golpearon demasiado. - Dijo el teniente

Después de dos horas salió, ya estaba más tranquila y fue directo a mis brazos, no sabía si era una despedida o era tan solo el comienzo de algo inesperado. Sería nuestra historia como la de Robin Hood: ella sería la defensora de los pobres, mientras que yo sería como Lady Marian una dama de la nobleza. Solo que en este caso, soy hombre, así que un caballero de la nobleza.

- Por favor, aléjate.

- No te dejaré sola, Fernanda.

- Te van hacer la vida imposible, como a mí.

- ¿Qué es lo que les debes a ellos?

- Tengo que pagar una deuda que tiene mi familia con ellos, no lo hago porque me guste. Lo hago por necesidad.

No existe el siempre juntosWhere stories live. Discover now