Capítulo 50:

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JESS:

Me desperté hecha un ovillo en la cama, la luz entraba por la ventana iluminando la habitación levemente. Me tomó unos minutos poder abrir los ojos un poco pero cuando lo hice estaba más confusa que nunca. En mi mente volvieron a aparecer todas aquellas imágenes de la noche y me detuve sobre todo en las últimas, provocando que una sonrisa tonta apareciera de nuevo en mis labios. Pero a pesar de todo eso, su aliento ya no rozaba mi cuello, su olor ya no estaba ahí y sus brazos no me rodeaban como lo hicieron anoche después de... Mierda. No será tan capullo de marcharse, ¿no?

Me incorporé en la cama y me dispuse tras unos minutos a entrar al baño de la habitación de Marco. Me miré al espejo con una sensación extraña y sin estar dispuesta a salir de allí, al menos por un rato. No hice nada especial, simplemente me eché agua en la cara para espabilarme un poco y ser consciente de todo. Estaba más que claro que anoche se me fue la pinza, pero se me fue la pinza cuando me lancé al vacío para probar aquella nueva sensación que en aquellos momentos me hizo sentir la persona más feliz y especial del mundo. No me arrepentía de nada, creo que fue una de las mejores decisiones de mi vida pero, no sé, esperaba al menos no despertarme con dolor entre las piernas y con el pelinegro a mi lado, por mucho insomnio que tuviera no imaginaba donde podía haberse marchado. Porque claro, no hay rastro de él al menos en la planta alta. Finalmente, y aun dando tumbos por el sueño, salí del baño, y abrí el armario de la habitación cuando me dio frío para sacar uno de los pijamas del interior que había dejado ahí hace unas semanas, cuando empecé a quedarme a dormir más seguido aquí.

Salí por fin de la habitación frotándome los ojos y solté un bostezo mientras me dirigía hacia las escaleras. Bajé lentamente los escalones y me dirigí con el ceño fruncido a la cocina en cuanto escuché ruidos en ella. Si Nick había venido anoche y ahora estuviera cocinando sería todo una auténtica maravilla, pero sí Marco estaba ahí y no se había marchado a donde sea que mi cabeza estuviera planeando, mi corazón explotaría en mil pedazos. Cuando abrí la puerta enseguida pude ver su espalda desnuda mientras tarareaba una canción, me apoyé en el marco de la puerta como si no pudiera creérmelo deleitándome con las vistas que me estaba dando. Olía de maravilla...

Él no canta.

Dios mío, creo que sigo soñando. 

—Buenos días, dormilona. —Dijo de repente haciendo que mi corazón se acelerara con su voz ronca. Le di los buenos días también antes de intervenir de nuevo.

—Estoy muy cansada... —Suspiré casi maldiciendo mientras me impulsaba lentamente y comenzaba a caminar hasta él. Me coloqué a unos centímetros de él. Marco levantó la cabeza de la comida y me miró emitiendo una sonrisa, típica de cualquier salido y entonces tuve miedo de lo que sea que fuera a decir.

—Eso es el buen sexo... —Canturreó natural, haciendo que el color subiera a mis mejillas. Amaba esa parte de Marco, siempre eliminaba el tabú de algo y trataba de hablar de ello de la manera más natural posible. Pero ahora mismo, yo era un tomate pegado a la pared blanca de su cocina y él lo sabía.

No respondí, en su lugar agaché la cabeza sintiendo unas ganas de reír tremendas. Esta situación era muy surrealista para mí. Luego volví a mirar hacia arriba negando con la cabeza como si no tuviera remedio y mis ojos encontraron el desayuno que él estaba haciendo: tortitas.

—¿Estás bien? —Preguntó dejando de lado su creación culinaria en la sartén. Asentí nerviosa mientras me repasaba de arriba abajo—. ¿Fui demasiado...?

—Duele un poco, pero está bien. —Le interrumpí antes de que siguiera hablando, no me acostumbro todavía a eliminar los eufemismos de los temas de conversación. Agaché la cabeza. Iba a explotar como la dinamita en estos momentos...

MARCO© ✔ [#TII] #PGP2021Where stories live. Discover now