Dimensión 1

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Una maldita alarma comenzó a sonar, no sabia que era lo que producía el sonido pero era altamente molesto. Yo no poseo alarmas que suenen como eso, apenas tengo un reloj despertador en mi mesilla de noche (Gracias Leo). Así que no quería abrir los ojos, los sentía pesados de cualquier modo.

—Jason, levántate de una vez —Una voz llamo a lo lejos, en ese momento debí darme cuenta que algo había salido terriblemente mal pero no lo hice, al menos no en ese instante. Lo único que hice fue enrollarme más en las cobijas, que estaban demasiado suaves y calientes, lo que extrañamente nunca pasaba en la cabaña 1.

Siempre hacia frío en la cabaña, usaba cobijas extras para no morir de hipotermia. Es que debido a que se suponía que mi padre no tenía hijos, pues entonces las cabaña no contaba con nada de comodidades. Gracias papá. Y después de que llegue yo, Annabeth recién se ha puesto a trabajar en ello, lo cual tardará todavía un rato porque esta el Olimpo y algunas cabañas más antes que la mía.

—¡Jason! ¡Qué te levantes de una vez! ¡No puedes llegar tarde de nuevo! —Los gritos de la persona en cuestión hicieron que diera una vuelta en la cama y acabara de nuevo en el suelo. Oh como había extrañado estrellarme contra él, excepto que ahí si comencé a sentir que había algo extraño.

El piso no era de Mármol blanco, había una alfombra morada en él. Lo que por supuesto ayudo que mi caída fuera un poco menos dolorosa. Y a abrir los ojos por supuesto, dándome cuenta que todo estaba más extraño de lo normal, no había la gran estatua de mi padre, no estaba mi mesilla de noche, ni nada de lo que recordaba de mi cabaña del campamento.

—¡Jason! —Quién estaba del otro lado de la puerta tocaba cada vez más duro, pronto a su voz se le unió una vez más el insistente sonido de hace un rato. Pronto descubrí que venía de mi cama, lo que logró sobre saltarme pero como buen romano que soy trate de que no se notara demasiado.

—¿Dónde estoy? —Me pregunte mientras intentaba salir del enredo que eran en este momento las cobijas sobre las que dormía. Mire a todas partes, estaba en una habitación que claramente no era la mía, yo me acosté en una cabaña no en una habitación de alguna casa.

Di una rápido inspección a todo lo que podía ver, había una cama. Misma que ahora estaba más maltrecha que yo, pues las cobijas estaban en el suelo. Una mesa de noche al otro lado de donde me encontraba, encima de esta el causante del irritante sonido del principio, más allá un armario. Desvié la mirada al otro lado y vi un escritorio, junto a este una puerta que daba a algún otro lugar.

—Jason —Casi me caigo para atrás cuando la persona que antes estuviera tocando abrió la puerta de golpe. Trastabille hasta quedar cerca de una ventana, creo que mi cara debió ser de terror puro mirando a la chica azabache que estaba frente a mi, sus ojos de azul eléctrico me estaban mirando con intensidad —¿Es que no me oyes? ¡Llegaras tarde a la escuela! ¡Apresurate! —

—¿Thalia? —Disculpen si no la había reconocido al principio, pero su cabello estaba más largo de lo que recordaba, no había mechas azules, ni chaqueta de cuero negra, tampoco llevaba un carcaj con flechas. Era Thalia pero no era Thalia. No se como explicarlo.

—Por supuesto que soy yo ¿Quién más sería tan idiota de venir a despertarte? —Ella rodo los ojos haciendo hacia atrás su largo cabello. Parecía que estaba por salir a algún lado, llevaba jeans normales, una camiseta llana blanca. Se la veía mayor a lo que yo conocí, más alta, más madura, para nada la teniente de Artemisa.

Me quedé ahí pegado a la ventana tratando de procesar que es lo que estaba pasando, mala idea porque eso solo exaspero a la Thalia desconocida para mi. Me dio otra de sus miradas intensas, lo que me hizo querer huir y el único lugar seguro fue la puerta junto al escritorio, ahí estaba el baño. Me encerré tratando de pensar en que acababa de pasar.

Las Dimensiones De Mi Universo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora