Dimensión 0

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Si antes cuando desperté con amnesia en un bus escolar pensaba que eso era lo peor que me podía pasar, es porque no sabia que si habría cosas peores en mi camino. No estoy hablando de luchar contra monstruos, gigantes, titanes o diosas primordiales que intentan destruir el mundo. Solo se trataba de un tonto y frágil espejo, eso era todo.

Si, un espejo. Jason Grace está diciendo que su día terminó mal por culpa de un espejo que te entra en la palma de la mano, esos que usan las hermanas de mi ex novia para maquillarse, pero la culpa no es entera mía, ni del espejo en si. La culpa es de mi padre.

Solo a mi padre se le puede ocurrir ocultar un objeto así en la cabaña, y peor en un  lugar tan inestable como su estatua. Pero que les puedo decir, él es el rey del Olimpo, el mismo al que le robaron su arma de poder años atrás solo porque creyó que nadie podría hacerlo en el Olimpo. Solo porque era el rey.

Así que en realidad era de esperar que en algún momento esto saliera mal. Aunque a decir verdad, el espejo sólo fue la gota que derramó el desastre que fue mi día.

Pero vamos desde el principio, desde donde debí darme cuenta que todo saldría terriblemente mal, desde el momento en el que debí decidir que quedarme en la cama habría sido lo mejor para mi, para mis amigos y para todos los demás.

Me levanté como de costumbre: Viendo a la gran estatua Hippie que hay en mi cabaña, eso fue solo el comienzo, la vi solo un segundo antes de estrellar mi rostro contra el suelo de mármol de la cabaña. Me había enredado con las sábanas, de la única cama en la habitación (Gracias Neptuno por la cama, porque Júpiter ni se acordó de eso)

—Estúpida Cama —Farfulle poniéndome de pie solo para caer una vez más. Mi vista no es muy buena sin mis lentes y no me aferre a la cama para levantarme, fue a una almohada y cayó conmigo en mi segundo encuentro contra el suelo —Vas bien Jason, vas bien —

Por fin pude levantarme del suelo y ver el mundo como debería, tome mis gafas y las puse donde deberían estar. Bostece y me estire para sacar todo el dolor que sentía, anoche me había quedado hasta tarde dibujando los planos de los templos que aún me faltaban por construir.

Camine en dirección a la ducha de la cabaña, solo para dañar la cerradura de la puerta misma que rodo a quien sabe dónde. Si, debí agacharme y buscarla ahora que había luz en la cabaña, no vayan a olvidar esto.

—Maldición —Masculle viendo como rodaba pero no le di importancia y me metí al baño, ya la arreglaría después. Me saqué toda la ropa para bañarme, pero mi pijama favorita decidió que era el día perfecto para romperse —Argh —gruñi viendo el agujero que se había formado en la manga.

Decidí no preocuparme demasiado, ya le pediría a alguien que me ayude a repararla, me metí a la ducha. El agua estaba más congelada que la nieve del palacio de Boreas, tal vez este lanzo una maldición contra mi y por eso nunca había agua caliente en la cabaña de Zeus. Tendría que pedirle a Leo que repare una vez más la calefacción.

—Jason —Escuche que llamaron a mi puerta cuando estaba terminando de vestirme y maldecir una vez más mi suerte, porque no encontraba mi zapato izquierdo.

—Voy Percy, ya voy —Me levante del suelo donde estaba para abrir la puerta, recibiendo un golpe en la frente de parte de mi azabache amigo ¿Enserio tenía que tocar tan fuerte?

—Lo siento —Murmuró en son de disculpa haciendo una mueca y sobando mi frente. Él siempre se preocupa demasiado por las cosas que llega a hacer a los demás, en especial desde su espectacular paseo por el tártaro.

—Estoy bien, no te preocupes —Me quite sus manos de la frente y sonreí, eso pareció calmarlo porque me devolvió el gesto —Ahora vamos a desayunar, muero de hambre —

Las Dimensiones De Mi Universo Where stories live. Discover now