Capítulo 16. Al juego

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Sus grandes ojos azules me miran acusadoramente

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Sus grandes ojos azules me miran acusadoramente. Ivory la ha amarrado a la cama.

—Ábrete una vena, tengo hambre— me dejo caer en los pies de la cama mirando a Ivory con seriedad. Alicia balbucea. La ignoro.

—Te traeré de comer—salta del tocador y se planta delante mía con pose chulesca.

—Dije, ábrete una vena—le digo con firmeza.

Se cruza de brazos.

—Come de ella.

La tomo del cabello y la hago arrodillarse entre mis piernas. Saco mi daga y ladeo su cabeza. Exclama sorprendida y luego sisea de dolor cuando clavo mi filosa arma en su cuello. La saco y lamo la sangre para después lanzarme a su cuello. Escucho a Alicia gemir y suspirar. Ivory me estruja las piernas y tiembla entre mis brazos. Disfruto como el delicioso elixir llena mi boca. Trago sin más. Hasta saciarme...por el momento.

Me limpio los labios con la manga del suéter y me tiro en la cama al lado de Alicia. Escucho a Ivory arrastrarse. Seguramente a sujetarse de algo mientras se le pasa el mareo.

Necesito pensar bien mi siguiente paso: encontrar a los cazadores. Pero no puedo ser descuidado, un paso en falso y terminaría siendo esclavo.

Alicia balbucea. Me giro a verla, molesto.

— ¿Quieres callarte? —le gruño, pero sigue balbuceando.

— ¡Alexander! —escucho la voz de Lucifer fuera de mi habitación. Ruedo los ojos.

—Creo que tendremos visitas—le acaricio el cabello y me levanto a abrir la puerta.

Lucifer está furioso, sus ojos serían aterradores para cualquier humano.

— ¿Sí? —me recargo en la puerta sonriendo de lado. Su piel rojiza contrasta con sus ojos del mismo color y esta vez trae puesta una playera negra y un pantalón de mezclilla.

— ¿Te estás mezclando entre humanos? —pregunto con burla.

— Cuida tu tono de voz conmigo—exclama con severidad, pero de pronto clava los ojos en Alicia amarrada sobre mi cama y vuelve a verme pidiendo explicaciones.

—Estábamos jugando—me alzo de hombros. Ladeo la cabeza, casi podría jurar que pronto le empezará a salir espuma por la boca de lo rabioso que está.

Me mira por segundos fijamente. Cree que volverá a intimidarme como cuando era niño, pero eso cambió. Ahora hasta me da risa que lo crea posible.

Peleamos con las miradas varios minutos hasta que desvía la suya hacia Alicia.

—Si recuerdas que lo que le pase a ella te pasara a ti ¿verdad? —dice cruzándose de brazos.

—Si... ¿y?

— ¡Que están muy golpeados ambos! —una venita se marca en su cuello. Me río.

—Sí.

—El número de víctimas de esos cazadores aumenta. Quiero que te des prisa—da media vuelta —y la próxima vez que la vea así, me la llevaré de muevo —y se va dando escandalosas pisadas por el corredor.

Alexander: Crónicas del Soldado del Infierno (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora