The Louvre

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Te amaré hasta que la radio se apague y los tulipanes perezcan con tu voz. Están celosas, no brillan como el sol en tu rostro.
Sin filtros.

Pereira, damas pintadas en la fuente de oro; tu influencia me llena de paz, manchas perdidas en un techo de cristal.
Sin luz.

Y la madera cruje, huesos picando burbujas diminutas. El culto parece hecho por la señora de Asunción en persona, pronto.

Cinismo incendiándose, puertas cerradas sin imagen a color; se deslizan las gotitas en cuadros de porcelana.
La más hermosa de las pinturas y está colgada lejos de mí.

« Mundos distintos y amarillos » POEMARIOWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu