Luna de Sangre

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Desde aquella noche, había transcurrido una semana, los días parecieron demasiado cortos para el joven que en este momento se encontraba en un auto, adentrándose en un bosque del que jamás podría escapar.

Todos podían verlo, observar su rostro imperturbable y pensar que todo estaba bien, pero al notar esos ojos verdes, antes iluminados, y su sonrisa suave que antes era brillante, se sabía con certeza que el joven sufría, nadie que ya tuviera un futuro planeado se sentiría a gusto al ver que le era arrebatado de manera tan cruel. No importaba que tan bueno fuera o que tan responsable, no podía evitar sentir una carga pesada presionar su pecho.

Káleb estaba cansado, el viaje hacia Black Cage era increíblemente largo, dieciséis horas de viaje en avión desde su propio país y territorio, le seguían seis horas más de viaje por carretera desde la última ciudad humana.

El territorio Black era extenso, más que el de otras manadas de linaje ininterrumpido como ellos.

Otros se veían obligados a compartir su territorio con extensiones de ciudades abarrotadas de humanos, sin libertad para cambiar a su forma animal y perdiendo su fuerza y habilidad con el tiempo, eran manadas en donde los cambiantes nunca tendrían la fuerza para enfrentarse a aquellos con sangre antigua.

Los Black tenían a su manada tan escondida en el bosque que sería imposible encontrarlos para alguien que no fuera alguno de ellos, el clima se mantenía húmedo y frio, no tanto como en las montañas de donde venia Káleb, pero aun así podía llegar a congelar tu sangre.

Káleb y sus acompañantes habían tenido que llevar unas cuantas cosas obsequiadas por el líder de la manada Black con el fin de evitar que fueran atacados por los vigilantes beta cuando se adentraran en el bosque que Káleb tendría que recorrer solo al llegar a cierto punto, caminando por el camino señalado en los escasos mensajes que intercambiaron su padre y su futuro esposo.

—Tus padres me dieron esto, señalando que podrían ayudarte en algún momento a no olvidar de dónde vienes. —Dijo la beta apodada Tris mientras le entregaba una maleta llena de ropa y otra llena de algunos libros y pergaminos antiguos cuyas páginas se tornaban lentamente de color café con el paso del tiempo.

Al ver esto, el más joven no pudo evitar ocultar la sorpresa en su rostro mientras sus ojos se cristalizaban, de inmediato Tris, al ver que sus labios empezaban a moverse para preguntar, se apresuró a detenerlo y con un dedo sobre sus labios, se aseguró de indicarle al más joven que debía mantenerlo en secreto de todos los que ahora serían su nueva manada.

El padre de Káleb era increíblemente celoso con estas cosas, su hijo lo había podido leer única y exclusivamente porque era su hijo, teniendo que jurar que no los dañaría ni afectaría de ninguna manera. ¿Por qué se los estaba dando a él? Después de esta noche el ya no sería Grove.

—Tu padre cree que no estarán seguros en la manada ahora que no estarás. Como su hijo, eres el indicado para resguardarlos, son importantes para nosotros, lo sabes, ahora que el consejo nos tiene en la mira nada que hable del pasado está seguro, por eso eres y seguirás siendo su guardián. —Respondió con tranquilidad la loba antes de cerrar el portaequipaje del auto y dejar escapar un suave suspiro. —Káleb, sé qué haces esto por todos nosotros, y solo puedo decir... —Sus palabras se cortaron un instante mientras se acercaba al mas joven, sus manos se levantaron y tomaron el rostro sonrosado al que estaba tan acostumbrada, los ojos verdes del joven y los grises de la loba se encontraron, en uno las lagrimas estaban a punto de derramarse, mientras que, en los otros, el infinito respeto y cariño que sentía al ver al pequeño al que vio crecer se hacían presentes, ahora tenían que despedirse.

Ambos cerraron sus ojos mientras las lagrimas de Kaleb fueron inevitables. —... Gracias. —Terminó al fin la loba, evitando que su voz se quebrara. —Pero nunca olvides que no importa donde estes, tu sigues siendo nuestro líder, uno al que nos hubiera encantado tener.

La Manada: Amanecer Oscuro [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora