Capítulo 4: Por un paquete de galletas...

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Otro día sin sentido...

Mira de izquierda a derecha, nadie está cerca y sabe que ahora puede irse tranquilamente a la biblioteca, nada lo molestará allí, son apenas cuarenta minutos de recreo, pero, suficientes para leer cualquier libro, además nadie lo comprende, para que estar afuera solo.

Quien iba a querer pasar palabra con un bicho raro, un chico antisocial, desde que su padre falleció, olvidó lo importante de la amistad, ahora tiene en mente humillar a las personas que le hacen de menos, planea vengarse, aunque sabe bien que la mejor venganza es el éxito...

Ha tenido que cruzar todo el patio por donde un montón de chicos juegan fútbol y por donde unas cuantas parejas juegan a la botella, juegos que para él no tienen sentido, si quieres besar a alguien atrévete de una vez, pensaba él, aparte para qué tontear con una botella y cinco minutos en un paraíso inexistente si puedes tomar al toro por los cuernos...

...Por fin ha llegado a la biblioteca, lo atiende la nueva bibliotecaria que hace no más de una semana que ingresó a ocupar el puesto de la señora Mirabel, aspira que esta mujer no sea como la anterior, altanera y grosera.

- Buenos días, ¿Me ayuda con las llaves de un casillero para dejar mi mochila por favor?

- Claro que sí, mucho gusto, soy Susana -Muy amigable y cordial respondió, para nada odiosa a diferencia de la anterior...

- Gracias - Y sin más que decirle miró a un lado y al otro en busca de un lugar alejado de la realidad.

No quería encontrarse con nadie, pero, ahí está la niña que le defendió de aquel grupo de patanes, escribe algo en un par de hojas sueltas, no sabe si acercarse a darle las gracias o decirle que es una chica entrometida... por un lado está su sinceridad y por otra su orgullo... De todas formas, se decide a hablarle...

- Hola, tu eres Eliana ¿Verdad?...

- A, sí. Mucho gusto y tu ¿Samuel? ...

- Gracias por defenderme de esos tipos -muy apenado porque con ser un chico no pudo librarse de ellos hasta que interviniera un profesor.

- No fue nada, me alegro que por fin hayas decidido hablarme -Las mejillas le hervían pues no imaginó que alguien tan orgulloso y egoísta se atrevería a dar las gracias...

Sin dejarle decir mucho prefiere cambiar de tema.

- ¿Qué tanto escribes? -Pregunta curioso Samuel

- No es nada, tonterías mías... -Es su secreto, desde que decidió crearse la página web no ha hecho otra cosa más que escribir cada vez que tiene tiempo libre para publicarlo como autora anónima en Dulces Ilusiones.

Dulces Ilusiones, su página en la red donde escribe aquello que siente acorde transcurren sus días, mucha gente más tarde comenta que se identifica con aquello que escribe y le hace bien...

- Está bien... Voy a leer mientras tú escribes... -Y de debajo de la chaqueta gris y azul que lo cubría, sacó un libro, el mismo que leía cuando Andrés y sus amigos lo empujaron al charco.

Su libro aún mantenía algunas hojas arrugadas y manchadas del chapuzón que le propiciaron aquel día. De pronto Eliana sacó de su bolsillo un paquete pequeño de galletas Oreo para compartirlas con Samuel. Se las tenían que comer como si se tratase de alguna droga prohibida... (Desde hace unos meses que se ha ahorrado las colaciones para invertir en la compra de galletas, caramelos, chocolates y muchos dulces más, para luego venderlos en el aula como si se tratase de alguna venta ilícita, contrabandeaba dulces y por sobrenombre le decían la "chica gomitas", algunos de sus compañeros de clase la admiraban porque sabía del negocio y obtenía utilidades, mientras otras personas desde lejos solo la envidiaban...)

Eran tan graciosas las caras que cada uno hacía al comerse un trocito de galleta, poco a poco fueron compartiendo una que otra sonrisa y una que otra palabra de lo que a cada uno le gustaba hacer en su tiempo libre, las asignaturas que menos les gustaba, música, libros, personas y especialmente de aquellos malandrines que desde que regresaron a clases no han hecho más que hacerles la vida imposible a los dos.

Por un paquete de galletas y un libro ahora eran amigos, Samuel no estaba solo, aunque siempre sentía esos aires de grandeza sabía que Eliana le ofrecía una amistad sincera y que si el aprendía a cultivarla duraría largo tiempo, o al menos el tiempo que se lo permitiese...

- Y ¿Qué piensas tu del idiota de Andrés?...

- Es un patán, no respeta nada ni a nadie y se cree la gran cosa por ser más grande que los demás...

- Es cierto, aparte no respeta a las chicas, y menos a mí que llevo unos asientos de botella en vez lentes sin entender mi ceguera prematura.

- Peor a mí, no les gusta como soy, piensan que... -Duda si decirle porque lo molestan o callar... - Son diferentes a mí...

- ¿Qué piensan? ¿Diferente? -Porqué hacerle daño a alguien que nada malo les hace, al menos Samuel que es un muchacho tranquilo... no sabe cuál es la situación por la que Samuel está atravesando, pero cualquiera que sea no piensa juzgarlo.

- Olvídalo, los odio, todos son la misma calaña de vagos y desorientados... -Algo molesto y sin ganas de explicar más nada...

- Bueno, yo no pienso eso, me agradas, que dices ¿Amigos?

- Bueno, amigos – No estaba seguro, aunque Eliana estaba tan entusiasmada, Samuel no se convencía de aquellas intenciones.

Había terminado el recreo y tenían que correr a toda prisa si querían llegar a la siguiente hora clase, esta vez ya eran dos y Andrés perdería coraje para hacer de las suyas otra vez...

Antes de morir, el padre de Samuel tuvo varios amigos que lo buscaban cuando lo necesitaban, su familia siempre fue de dinero, por lo que le era fácil acudir cuando uno de sus amigos le requería, hasta que un día el médico le diagnosticó una enfermedad rara denominada linfoma de nivel agresiva la cual es una proliferación maligna de linfocitos, necesitaba de urgencia un donante de médula para poder salvarlo.

Gastaron la mayor parte del dinero de la familia en exámenes y tratamientos en clínicas costosas, pero, sus supuestos amigos nunca estuvieron ahí, cuando uno de ellos se presentó a un examen de compatibilidad de médula ésta dio positiva, pero él se negó a donársela, abandonó a su amigo y pocos días después falleció.

Le quedó una gran experiencia en la vida, la amistad no existe, y si es que existiese pues no es para siempre. La amistad que la gente ofrece no es más que un interés por recibir más de lo que uno da. No piensa volver a vivir la traición que vivió su padre jamás, sentía que su padre había muerto por que lo traicionó su amigo.

Era imposible para él desde ese momento creer en la gente, era un estudiante de excelentes calificaciones por lo que siempre acudían a él por favores...

Esta vez se había dado una oportunidad, aunque no olvida lo mal que le trataba la gente desde que...

LIMERENCIAWhere stories live. Discover now