Rutina

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Volví a la cama bastante más tranquila, gracias al consuelo de Ray.

El también volvió a su habitación, para seguir con su sueño, algo alterado por el encuentro con ______ y su sueño, el cual le había dejado un mal sabor de boca.

La mañana siguiente transcurrió con normalidad, y la otra, y la siguiente, pero algo era diferente, algo había cambiado en Ray.

Era aún más reservado que antes, ya apenas salía de la biblioteca nada más que para comer y los exámenes, y de echo, ni siquiera comía debidamente.

Preocupada, Emma me pidió que hablase con el, pues era en quien más confianza tenía el de cabellos azabaches, y eso hice.

Me dirigí a la biblioteca a paso algo apurado tras haber pensado por el camino lo que le iba a decir. Entré al lugar, el estaba ahí, con la cabeza metida en un libro, ni siquiera prestó atención a mi aparición.

Tomé un libro cualquiera y me senté a su lado, sin decir nada, mientras hacía ver que leía, aunque en verdad estaba pensando en que decirle.

-¿que quieres?

-¿eh?

-tienes el libro del revés, no parece que hayas venido a leer precisamente.

Avergonzada, le di la vuelta al diccionario de latín que había cogido sin mirar, carraspeando mi garganta levemente.

Tras pensar unos minutos en que decirle, decidí ir directa al grano, sin tapujos, y que me contase de una vez que tanto pasaba por su mente estos últimos días.

-¿que te pasa?

-a mi nada, eres tu la que ha venido a leer un diccionario de latín al revés.

-ahora en serio, Ray, llevas estos últimos días algo extraño, estás más reservado de lo habitual. Emma y Norman también lo han notado, si hay algo de lo que quieras hab-

-¡no me pasa nada! -exclamó, algo alterado, dejando su libro para ver mi sorprendida mirada, la cual le hizo recobrar la compostura.

-no suenas muy convincente -le dije con un leve tono sarcástico.

-estoy bien, mis problemas no te incumben, ahora déjame en paz -dijo mientras tomaba su libro y abandonaba la biblioteca, dejándome dolida y sin palabras.

Salí unos minutos después y fui a ver a Emma, contándole todo.

Norman se unió a la conversación, diciendo que "es la edad y que ya se le pasará" a Emma pareció bastarle, pero yo seguí igual de inquieta por su inusual comportamiento. El siempre era muy tranquilo, y no solía perder los estribos más que de broma por el comportamiento curioso de Emma.

El no era así, y menos con conmigo, así que decidí ayudarle, quería saber que le pasaba, aunque terminé descubriendo algo que no quería.

Pero, que debía saber, por el bien de todos.

Al día siguiente, Ray me evitó por completo, igual que a los demás, y volvió a esconderse en la biblioteca.

La ultima vez que uno de nuestros hermanos fue adoptado hizo lo mismo, pero no duró más de un día, así que estábamos preocupados.

Usé el día para pensar, pensar en como ayudarle. A parte de mi hermano, nuestro fuerte vínculo nos había unido como mejores amigos. Los cuatro estábamos realmente unidos desde pequeños, pero el vínculo era más fuerte entre Ray y yo y Emma y Norman. Por eso mismo, debía ayudarle, como su mejor amiga.

Tras papeles y papeles derrochados, intentando escribir una chuleta para hablar con el, hice algo que me convenció, y motivada me dirigí a la biblioteca.

Tras empujar la gran puerta de madera que envolvía el solitario nido del de cabellos azabache, le encontré embutido en un libro, sentado en una esquina de una estantería.

Me acerqué a el, sentándome a su lado, y me di cuenta de que se había dormido. Tenía ojeras, eran usuales en el y su insomnio provocado por la adicción a los libros, pero las tenía considerablemente más extensas. Realmente lo estaba pasando mal, me dolía verle así.

Reprimiendo mis impulsos por despertarlo, le dejé dormir, sentada a su lado, mirando las musarañas.

Tras una hora, empezó a hacer quejidos raros, hasta despertarse de golpe.

-¿una pesadilla?

-¿que haces aquí?

-hola a ti también, eh.

El pelinegro solo suspiró y me miró, con la misma mirada vacía de siempre, pero que hoy se notaba más que nunca.

-que te pasa, en serio, quiero ayudarte.

-no puedes, nadie puede ayudarme, porque soy yo quien debería haber ayudado.

-¿de...que hablas?

-...nada, no importa.

Me quedé un momento pensando en lo que acababa de decir para intentar descifrar el mensaje en ello. El se levantó, sacándome de mis pensamientos, así que le agarré del brazo.

-¿que haces?

-no te vayas aún, quiero hablar contigo.

-¿de que?

-de lo que te pasa...

Fulminándome con la mirada, me soltó un frío y áspero "deja eso ya" y se dirigió a la puerta, saliendo de esta.

Una nube de tristeza se posó en mi por el resto del día. ¿porque no podía ayudarle? ¿había fracasado como mejor amiga? me sentía extremadamente culpable por no poder ser un apoyo en el momento tan difícil que estaba pasando, aunque en realidad no tenía culpa de ello.

El día finalizó, y Emma desesperó al haber caído yo también en las garras de la tristeza. Ver como Norman consolaba a Emma me dolía, al pensar que yo no podía hacer eso con Ray.

Me fui a dormir, más apagada que nunca, mientras intentaba echar a un lado este horrible sentimiento y conciliar el sueño, en vano.

Me levanté de golpe.

-¡no voy a fracasar como mejor amiga! -grité, mentalmente, y salí de la habitación.

Me dirigí a la habitación dónde dormía Ray, para buscarle.

-¿______? ¿Que haces aquí? -un susurro adormilado llamó mi atención, era Norman, quien se había despertado.

-¿has visto a Ray?

-creo que está en la biblioteca... -dijo con algo de dificultad, para volver a arroparse.

Le agradecí con un abrazo de buenas noches y salí pitando de ahí lo más silenciosamente posible hacia la biblioteca.

-¡Ray! -grité, abriendo las grandes puertas de la sala.



∆∆∆∆∆∆∆∆∆

¡Hasta aquí el cap 2!

Espero que te haya gustado, si es así dale a la estrella y comenta ¡me ayuda mucho!

-Alexia

Hilo Rojo - Ray x Tú - The Promised Neverland.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora