Once

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Ese era un día especial. Las chicas y los chicos compraban obsequios para sus enamorados, hasta los esposos y esposas lo hacían. Tarjetas,flores,chocolates, perfumes,etc. Las personas se veían muy agitadas,pero ella no parecía ser muy afectada por la melosa corriente,aunque se pasó la mañana entera en la cocina haciendo chocolate. El corazón del dios sufrió una punzada. Ella estaba enamorada y no de él. El amor de su rosa era para otro, algún muchacho que de seguro jamás sería digno de ella y eso lo puso de mal humor.

Caminaba por ahí con los puños apretados y a largos pasos ¿Acaso sus demostración de afecto no eran suficientes? ¿Las palabras que para ella escogia eran sólo eso? ¿Para que le daba conciertos nocturnos si amaba a otro? ¿Por qué jugaba con él de esa forma tan cruel? No, ella no era cruel. Seguramente él malinterpreto todo,ella no podía amarlo o albergar un sentimiento por su persona ¿Cómo si no sabía quién era? Si se inventaba a quien sabe que galán...Que estúpido era. Aun si ella sintiera algo por él,en realidad sería por una personificación de él y no por él,pues él era un iluso que se enamoro de una muchacha humana a la que no tenía el valor de ver a los ojos, pero es que aquello estaba implícitamente prohibido.

En la noche,casi sin ánimo y sintiéndose como un mendigo fue a su habitación con la esfera entre sus manos para disfrutar de la música de su amada,pero ella no estaba en el balcón ni tampoco en la habitación. La cama estaba revuelta y esas inyección que tenía que ponerse a diario,estaban tiradas en el piso. Algo había pasado y fue hasta allá encontrándose con algo que no vio desde la esfera; un pequeño paquete sobre la mesita en el balcón. Se desprendía un olor dulce de aquel objeto que llevaba una etiqueta. No lo abrió,pues en ese momento la muchacha volvía a su habitación. Escondido descubrió que ella tuvo una crisis y había estado en el hospital. Su hermano la dejó en la cama.Él  esperó que se durmiera y se marchó leyendo la etiqueta.

"Para el visitante de cabello de luz de estrellas y palabras de miel que endulzan mis días. Te miro a lo alto y siento me contemplas. No apartes tus ojos de mí que yo no apartare los míos del infinito cielo en que te escondes"

Chocolate era lo que había en tan elaborado envoltorio. Los hizo ella para él con sus propias manos...

A media noche,cuando ella despertó,en la mesita juntó a la cama encontró un enorme ramo de rosas blancas y una nota que decía:

Estaban deliciosos... gracias mi rosa

El Antojo de un dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora