14. Camuflaje

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Desperté sobresaltada en medio de la noche, enredada con el gigantesco y magullado cuerpo de Roman. No podía respirar y el terror me invadía desde el primer cabello naciente en mi cabeza, hasta la punta de los pies. Los temblores eran parecidos a un estado de convulsión y, cuando antes podía liberar esta sensación cotidiana llorando, esa nueva y horrenda reacción me ahogaba en un profundo hoyo de pánico sin escapatoria.

Grité sin poder moverme un dedo, y Roman se despertó asustado. Encendió la lámpara del costado, al mismo tiempo que Svetlana abrió la puerta de la habitación sin tocar para ver qué demonios me sucedía.

Verlos me recordó a todo lo que había sucedido ayer, combinado con las otras muertes y la cantidad de sangre que nublaba mi vista y la teñía de rojo oscuro Mis piernas se enduraron y sin poder hacerlas reaccionar, me mordí los labios con fuerza.

Roman me frotó los brazos y Sve las piernas. Él me miraba desde lo alto para hacerme reaccionar y bajar un poco mi terror, pero no escuchaba lo que decía porque lo único que podía oír era la risa de Wes y las palabras de Clemence Utah repitiéndose sin parar en mi cabeza. Recordé a las personas que había matado y el olor de su sangre apareció en el ambiente para torturarme más.

De repente, Sve apareció ocupando el lugar de Roman. Él se había ido, pero volvió a ingresar minutos después acompañado de Cleo, que sacó una inyección de alguna parte y me la clavó en el brazo.

Las imágenes y recuerdos empezaron a oscurecerse, así como las personas a mi alrededor. Pronto mi cuerpo se suavizó y olvidé que tenía miedo, porque me quedé dormida.

No supe cuánto tiempo había pasado, pero cuando abrí los ojos, tuve que esforzarme porque pesaban toneladas. La luz del día era evidente y cuando me moví, sentí un bulto a mis pies. Svetlana estaba dormida allí, y a mi lado estaba Roman durmiendo sentado, con la cabeza colgando hacia adelante.

Me armé de valor para poder sentarme también, y ambos se despertaron al mismo tiempo, ni bien sintieron el movimiento de la cama.

— ¡Lana! — exclamó Sve, arrojándose a mis brazos y estrechándome con ansias.

Miré a Roman mientras abrazaba a mi amiga, y su mirada de preocupación me derritió todas las tensiones. No estaba contento, ni aliviado. Su mirada verde y pronunciada lucía como si acabara de ver algo horrible. Me asusté haciendo memoria de lo que había sucedido en la madrugada

Antes de hacer algún otro movimiento cuando Sve me liberó de su abrazo, me preparé para la reacción inesperada que iba a obtener de él. Avanzé un poco y coloqué una mano suavemente sobre su pecho.

Él me jaló para abrazarme estrechamente y esconder su cara en mi cuello, oliendo mi cabello y respirando fuerte. Finalmente, Roman había cedido a las emociones correctas.

— Me asustaste. — susurró. — No sabía qué hacer.

— Pensé que moriría. — confesé. — ¿Qué sucedió?

— Cleo dice que tienes estrés postraumático. — contestó Sve. — Te inyectó un calmante.

— ¡¿Y qué sabe ella?! — reaccioné muy desentendida, alterando a Sve y a Roman.

Ambos se miraron sin comprender, luego Roman besó mi cabeza y sentí su sonrisa aunque no lo estuviera mirando. Si estaba creyendo que eran celos, estaba muy equivocado.

Cleo apareció desde la sala y con diversión me dijo: — Soy enfermera, querida.

Luego volvió a lo que sea que estuviera haciendo allá afuera.

Joya de Familia | bill skarsgård | (Wattys 2020)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن