XXIII

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Habían pasado seis meses. Tal como prometió Jones, Ivan ocupaba un lugar privilegiado en el hospital: se había convertido en un neurocirujano respetado. La excitación de tener la vida de alguien en sus manos, de manipular los cables entre la vida y la muerte, le devolvieron el alma al cuerpo.

Tan pronto se hubieron instalado de nuevo en Estados Unidos, Ivan redactó la carta dirigida a la familia Vargas, donde les entregaba las tierras siberianas; las cuales, según las promesas de Alfred, más tarde recuperaría.

Un día puntual de verano, a mediados de agosto, Ivan llegó al nuevo departamento que habían conseguido. Tuvo un día agotador, comenzó a operar a las seis de la madrugada y salió del quirófano a las siete de la tarde.

Al entrar, observó todo impecable, y el aroma a la cena preparada. Gilbert yacía dormido sobre el sillón.

Ivan dejó su maletín a un lado de la puerta. Con suma tranquilidad, se dirigió hacia donde estaba Gilbert. Sobre la mesita de café había una carta abierta, al leerla una sonrisa se dibujó en los labios de Braginsky. Anunciaba que Gilbert había sido admitido como profesor en una universidad. ¡Nada más agradable! El afable albino estaría protegido de la intemperie, su piel no sufriría daños y su vista no se deterioraría tan de prisa. ¡Aún mejor! El alemán podría transmitir sus asombrosos conocimientos, logrando mostrar su brillante genio a las masas, a través de impartir aquellas clases abstractas cargadas de números. ¡El futuro de Beilschmidt lucía prometedor!

El ruso estaba emocionado, pero aún así decidió esperar que el albino despertase por cuenta propia. Con mucho cuidado, Ivan removió la cabeza de Gilbert, la hizo reposar sobre sus piernas. Braginsky, de este modo, logró tomar asiento. Se mantuvo un largo tiempo, enternecido, acariciando el cabello del alemán, admirándolo mientras dormía.

Acariciar a Gilbert surtía un efecto sedante sobre el eslavo. Sin saber siquiera cuándo, Ivan cayó rendido en el sillón.

La mañana del otro día se anunció con el sol asomándose por el horizonte. Gilbert se hallaba recostado sobre las piernas del ruso, el cual se había dormido apoyando su brazo en el respaldar del sillón, aún vestido con la bata de médico. 

NOTA:

Esta historia fue un tanto corta y simple. No fue una trama demasiado rebuscada y profunda. Debo admitir que mis intenciones fue jugar un poco con el tema este de las mafias y quería desarrollar la interacción de Ivan con otros personajes, en este caso Alfred. Gilbert estuvo un poco ausente en la historia.

PERO, hay un pequeñito detalle que viene acá al final de la historia. Este pequeño párrafo: 

"La mañana del otro día se anunció con el sol asomándose por el horizonte. Gilbert se hallaba recostado sobre las piernas del ruso, el cual se había dormido apoyando su brazo en el respaldar del sillón, aún vestido con la bata de médico." Pertenece a otra historia, puntualmente a Corte Mental:

" Pertenece a otra historia, puntualmente a Corte Mental:

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(disculpen el subrayado horrible)

No podía sobrevivir sin hacer algo del todo NO rebuscado jajaj.

En fin... No tengo mucho para decir... Me he quedado sin mucho diálogo xD

Sin más díganme que les pareció... Si quieren.

_-*-*Daen Gore*-*-_

11 de febrero 2020- 26 de septiembre 2020



InmigrantesWhere stories live. Discover now