4. Fiesta de arrepentimientos.

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Yo, drogada de Amor
Él, borracho de Odio

Fiesta de arrepentimientos.

I want your loving
And I want you revenge
You and me could write a bad romance
I want your loving
All your love is revenge
You and me could wirte a bad romance
Bad Romance — [Lady Gaga]

Mi cabello estaba suelto, lucía unos vaqueros combinados con un top escotado color rojo cubierto por la casaca color negro. Me miré al espejo durante unos segundos como pensando si lo que estaba a punto de hacer no se convertiría más tarde en el peor error de mi vida.
Sabía lo que estaba en juego si iba a la fiesta, correría grave peligro de encontrarme con Alfonso, especialmente si éste se hallaba bajo los efectos del alcohol. Suspiré. La decisión ya había sido tomada, no había vuelta atrás.
Salí fuera de casa y cogí el primer taxi que cruzo por la calle.
Le di la dirección que estaba en la tarjeta y en eso de cinco minutos ya me encontraba en una de las zonas más exclusivas para celebrar fiestas. Al principio creí que sería en un club o local, pero en realidad era una inmensa casa rodeada por chicos y chicas, la música a todo volumen y los vasos de alcohol de un lado a otro.
Bajé del taxi con sumo cuidado para dirigirme directamente hacia dentro de la casa, el ambiente infestado por el aroma de alcohol y seguramente de otra cosa más. Mis ojos de una forma inconsciente comenzaron a buscarlo entre todos los chicos y chicas, la fiesta había comenzado hace dos horas pero había decidido ir más tarde para no contar con el riesgo de ser la primera en llegar o que alguien me mirara de mala manera por ser una de las muchas desadaptadas.
Dentro de la casa la pista de baile estaba lleno de personas, otras permanecían conversando sentados en sillones mientras que otros corrían hacia el baño con una mano en la boca. Una típica fiesta de chicos americanos. No conocía a nadie, no tenía la menor idea de donde ir o donde ponerme. Decidí acercarme a la barra para poder aparentar ser una de las más invitadas en la fiesta, algunas chicas estaban tan ebrias que su comportamiento era realmente sorprendente, un comportamiento que los chicos aprovechaban.

—¿Quieres algo? —me preguntó el barman.

—No muchas gracias. —le contesté cortantemente.

No me volvió a preguntar nada más. Observaba a las demás personas bailar mientras que otros hacían el ridículo, no había señales de Alfonso hasta el momento, cosa que realmente me sorprendía. Podía ver a las amigas de Anahí pero no a ésta ni a su acompañante. Busqué a los guardaespaldas de Alfonso por todos lados pero no había ni una señal de ellos, quizás Anahí había venido sola con sus amigas o las amigas de Anahí habían venido sin ella. Y Alfonso no había venido.

—¿Estás sola?
Giré para encontrarme con un chico, tendría mi edad, cabello oscuro con cuerpo robusto, piel blanquecina y unos ojos inmensamente verdes, como los de un gato. En pocas palabras era una chico muy atractivo, algo en él me resultó familiar pero no tenía la menor idea de porqué. Una sonrisa amigable surcaba en sus ojos, a diferencia de los demás no tenía indicios de estar ebrio.

—¿Se nota mucho? —volví la pregunta.

Rió durante unos segundos.

—En realidad se nota que no eres la clase de chica que encuentras en esta clase de fiestas.

—¿Es un cumplido?

—Algo así. —habló.
Nos miramos por unos segundos sonriéndonos, el DJ realmente estaba haciendo un muy buen trabajo con la música.

—¿Cuál es tu nombre, linda?

—Dulce María. —me apoyé a la barra. —¿Y el tuyo?

—Charles, pero puedes decirme Charlie.

—Como quieras. Y dime... ¿Qué haces acá?

—Un pariente fue invitado.

—¿Un pariente? —cuestioné.

—Mi hermano mayor. Se puede decir que no me llevo muy bien con él pero... que más da.

Hablamos de unas cosas a la ligera, comentando acerca del ambiente y del comportamiento de algunas personas, el tiempo que pasábamos hablando me di cuenta que teníamos varias cosas en común y él tenia una personalidad realmente encantadora. La mayoría de chicos guapos eran unos patanes como Alfonso, pero él tenía algo diferente, algo honesto y desinteresado.

—¿Quieres bailar? —preguntó.

—Oh. —me alejé un poco. —Yo no sé bailar, lo siento.

Me cogió de la mano en un gesto amigable pero con la fuerza necesaria para poder llevarme hacia la pista de baile.

—Todos sabemos bailar. —dijo en voz alta. —¡Tú puedes!

Unos minutos después ya me encontraba bailando tan bien como las personas que estaban a mi alrededor, Charlie bailaba a la perfección, lo que me daba ganas de hacerlo mejor, una competencia ciertamente silenciosa pero amigable. Durante toda la canción no me importó si Alfonso estuviera o no, estaba pasando un gran tiempo con Charlie que en tan solo unos minutos se había convertido en el único amigo que tenía en la ciudad.
Cuando la segunda canción terminó me paré un momento para volver a tomar aire, justo en ese momento mis ojos se guiaron hacia uno de los lados de la pista de baile, lamenté haberme girado. Unos ojos verdes claros me miraban con cierta locura y molestia, Alfonso se hallaba con Anahí ebria pegándose a su cuerpo como toda p... Pero él me miraba a mí. De lejos se podía notar su estado de ebriedad... ¿Me había estado mirando todo el tiempo?
Tan solo mirarle a los ojos me decía lo que me podía pasar si no salía rápidamente de su alcance.

—Tengo que irme. —le dije a Charlie con angustia.

—¿Sucede algo? —preguntó preocupado.

—Nada... es que... tengo que ir al baño.

—Creo que está en el segundo piso. —respondió dudoso.

—Ya vuelvo.

Sin decir nada más empecé a escabullirme entre las personas para poder alcanzar las escaleras que me llevaría hasta el segundo piso. No tenía que voltearme para darme cuenta que mi cazador se hallaba tras mis pasos. La sensación sobre mi piel y el palpitar de mi corazón eran como un radar, un localizador en todos los aspectos. Yo conocía el sonido de sus pasos y el conocía el palpitar fuerte de mi corazón, incluso me daba la sensación de que podía oírlo sobre el barullo de las personas y de la música. El sabía como identificarme.

El pasillo del segundo piso estaba plegado de personas que buscaban un poco de privacidad, la mayoría de los cuartos permanecía con llave, pero hallé finalmente uno ubicado en el fondo del pasillo. Abrí la puerta del cuarto y entré cerrándola silenciosamente, me puse detrás de uno de los muros con la luz apagada, se demoraría un buen rato estando borracho y con todas las personas por el segundo piso, eso me daría el tiempo suficiente como para pensar en algo. Saltar por la ventana no era una opción en lo absoluto.
No se cuanto tiempo estuve ahí agazapada contra el muro. ¡Era mi merecido! ¡Mi maldita culpa! Yo no debía haber venido a esa fiesta, sabia cuales eran los riegos pero aún así quería arriesgarme a encontrarme con la bestia. ¿Estaba tan necesitada? ¿Era una arrastrada? O quizás los comentarios de mí que muchas veces había oído por los pasillos del instituto eran cierto: yo era la perra de Alfonso. Probablemente lo era.

Un sonido sordo por parte de la puerta me hizo dar un salto. Dos golpes y la puerta ya se encontraba abierta, el me había hallado. Estaba perdida, megamente perdida en un pozo negro del peligro.

—¡Dulce! —su voz era fuerte, ronca. demostrada su ebriedad. —¡Dulce! ¡Maldita sea, sé que estas aquí!

Estaba perdida. Los pasos fuertes contra el piso me indicaron que estaba acercando. Tenía miedo, mucho miedo. Finalmente apareció a mi lado. Su mano agarró fuertemente mi brazo para estrellarme en un gesto brusco contra la pared, su respiración sobre mi rostro.

—¿Te la estabas pasando bien con el imbécil de Charlie? —yo no podía decir nada. —Ese imbécil. —dijo con odio en la voz. —¿Ah?!

—No es un imbécil. —fue lo que dije pero lamenté haberlo dicho.

Sus labios apresaron los míos con una cerradura suiza. Las manos frías recorriendo mi cuerpo arrancándome la ropa, mi top muy pronto quedo rasgado dejando a la vista el sujetador negro que tenía puesto. Cada agarre era un golpe contra el duro muro, trataba de detenerlo pero no podía. Una electricidad y temor invadió mi cuerpo cuando sentí su torso desnudo, sus manos sobre mis caderas atrayéndome hacia donde se encontraba. Su erección era muy notoria.
Mi respiración era entrecortada, sus besos eran mordidas, las caricias peñizcos y su mirada llena de odio. Sabia lo que iba a pasar.
Él estaba ebrio, no había razón que lo pudiera controlar, ni la suplica más grande. Él me iba a violar.

La idea hizo que rompiera en llanto, yo... yo... le quería. Pero no, la forma en que iba a perder lo único valioso no me agradaba, ni aunque fuera el quien me lo arrebatara. Las lagrimas mojaron mis mejillas y los sollozos se hicieron demasiado audibles, me pregunté si la gente podía oír lo que estaba pasando dentro de la habitación... si lo hacían, no parecía importarles.

—¡Deja de llorar maldita sea! —dijo con voz rotunda.

En lugar de callarme me dio más ganas de llorar.

Jalaba mis vaqueros hacia abajo pero antes de que pudiera bajarlo de completo una voz conocida para ambos se escuchó por el pasillo del segundo piso. Una voz chillona.

—¡Alfonso! Guapo, ¿dónde estás?
Era Anahí. Pude ver como sus gestos se torcieron por unos de molestia y asco, se alejó de mí pero yo aún seguía contra el muro.

—La muy puta... —murmuró refiriéndose a Anahí.

Sin ni siquiera decirme o mirarme, se arregló la ropa para salir de la habitación dando un portazo.
La casaca que estaba tirada en el suelo me la puse para poder cubrir el top que estaba roto en pocos pedazos, mi cabello se encontraba revuelto y en mi piel estaban las pruebas de lo violento que había sido conmigo. Esperé unos minutos para asegurarme que Alfonso y Anahí se hubieran ido, abrí la puerta y caminé directamente hacia el primer piso.
No encontré a Charlie pero gracias a dios tampoco habían señales de Anahí ni de él.

Salí fuera de la casa para tomar un taxi que me llevara a casa.
Al llegar me encerré en mi cuarto, las lagrimas se habían derramado sobre mi rostro pero aun así mi cuerpo seguía temblando; como un frío que no se iba.
La puerta de mi habitación se abrió, era mi madre. Ésta me observó de pies a cabeza, incluso estando con un par de copas encima pudo darse cuenta de como estaba.

—Hija. —su voz sonó preocupada. —¿Qué pasó?

—Nada. —mentí. —No paso nada.

—Dulce... sabes que puedes confiar en mí.

—¡No pasó nada! —grité. —Solo quiero estar sola.

Sin decirme nada salió de mi cuarto con un seco pero preocupado buenas noches.

•••••

¡Holaaa!
Se me hizo un poco tarde con esta historia, pero listo, aquí tienen nuevo capítulo.

Poco a poco iré publicando (actualizado) las demás historias que ya tenía en mi otra cuenta, aún así ésta la tendré como prioridad, no quiero demorar mucho en actualizarles éste Fic, al igual que sigo enfocándome en la otra que espero ya pronto poder mandarles un adelantito (historia completamente nueva y escrita por mí).

Gracias a las que leen y comentan, nos estamos leyendo prontito. ¿A ver qué pasa? A ver si Alfonso se acuerda de lo que estuvo a punto de hacerle a nuestra pobre Dul. 🙁

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora