La Leyenda del Cuervo

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Amó el ave una etérea mentira,
Sumergido en la fuente de un blanco palacio.
Arruga el viento las plácidas aguas,
Empañando los ojos del ave sin alma.

Amó este cuervo una sorda cantata
De voz femenina y de historia olvidada,
Que a prados y a bosques de hadas le canta
Con rojo ropaje y corona dorada.

Enturbian las aguas la voz de la reina
Y el ave atrapada no ve su belleza;
No aprecia cuan triste es la triste leyenda
Ni como la espina en la espina se entierra.

Camufla la hembra en la fuente su pena
Que fluye sin pausa y sin pausa es eterna.
Quisiera el cuervo ser hombre y ver tierra
Y con brazos sin plumas rodear a la reina.

Fue la luna y no el sol de septiembre
A quien ella un deseo confió por amor:
«Que vuelva a mi corte el autor de mi fiebre,
De mi vida y mi risa el eterno ladrón.

Se ahogó con su orgullo en las sombras del mar,
Do nada ni nadie lo oyeron gritar.
¡Cuán triste y cuán sola en palacio me veo,
Que por paz y consuelo en mis noches guerreo!»

La luna mordida que andaba despierta,
A la hermosa monarca oyó sollozar.
La noche de estrellas se hallaba desierta,
Y pudo a la tierra sin ellas bajar.

«A ti niña mía un deseo te concedo,
Si tanto y tan grande es así tu dolor.
Canta en la fuente esta dulce leyenda
Y aguarda paciente a tu joven señor.»

Ciega de dicha obedece la reina
Y entona en la fuente esta triste canción,
Que en lengua de plata las penas calcina,
Y que hoy la reaviva cual sol y su flor.

En las plumas del cuervo la luz se refleja,
Bajo el agua tranquila, bajo el agua templada.
Desciende la Luna y en sus manos acoge
Al negro testigo de noble esperanza.

Lo mira la hembra y lo arropa en su manto
Tras ver que en su pico sonríen dos labios.
No es cuervo el hombre que ahora ve tierra
Cuyos brazos sin plumas rodean a su reina.

Versos de ayerWhere stories live. Discover now