XIX

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Valentina

Saludé a Sergio mientras entrábamos en el coche al convento y me estacioné en el camino de piedra.

El oso gigante de color negro, al cual, durante el camino de regreso habíamos decidido llamar "hermanito", ocupaba todo el asiento de atrás.

Llegamos Juls. — sonreí y me bajé del auto para poder abrirle la puerta.

Juliana se bajó, me miró un poco y después me abrazó efusivamente. La sostuve por la espalda llenándome de su aroma y luego me separé.

Buenas noches Val... Gracias por la mejor cita del mundo. — Sonrió.

Espero que no lo digas solo por que ha sido la única.

Le guiñé el ojo y provoqué que se sonrojara.

— Te ves muy bonita cuando te pones roja Juls.

Juliana se puso aún más colorada y acto seguido, se escondió en mi cuello. Yo la rodeé con mis brazos.

¡Ya Val!— se quejó.

Me reí y le dejé un beso en el cabello. Nos quedamos unos minutos así, hasta que mi celular empezó a sonar.

Era Eva... iba a matarme, tenía que regresar al hospital.

Tengo que irme Juls, me toca regresar al hospital. Me llevo a "hermanito", va a estar esperándote en tu habitación para cuando vengas a vivir con Luisa y conmigo.

Le sonreí y ella me regresó la sonrisa algo incomoda.

Quizás no quería venir a vivir con nosotras y yo la estaba presionando.

Hablaría con ella de eso después.

Está bien, hasta mañana Val.

Hasta mañana Juls.

Se volvió a poner nerviosa tratando de averiguar cómo íbamos a despedirnos. Cerró los ojos y levantó un poco la boca ¿Quería otro beso?
Me acerqué a ella y le dejé un beso suave en la comisura de los labios, al principio arrugó la nariz, pero después sonrió satisfecha y se separó.

Le sonreí de regreso y le di la vuelta al carro para subirme, la observé caminar al convento mientras las dos agitábamos las manos despidiéndonos. En cuanto entró, arranqué el coche para irme al hospital.

Cuando llegué, Eva me esperaba tras el escritorio de hospitalización con cara de pocos amigos.

— Perdón Eva, se me hizo tarde. — la saludé con un beso sonoro en la mejilla.

Se limpió el beso como si fuera lo más asqueroso que le hubiera pasado y me miró extrañada.

¿Y a ti qué te pasa Carvajal? ¿En qué nalga te flechó cupido para que andes tan cariñosa y con esa sonrisa de enamorada?

Solté una carcajada.

No digas tonterías Eva, solo la pasé muy bien.

Ajá... — La ojiverde me miró de reojo mientras yo empezaba a revisar expedientes.
A mí se me hace que voy a tener que prepararme para el luto que se va a vivir aquí, cuando se enteren que la codiciada doctora Valentina Carvajal ya no está soltera.

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