PERDONA MI GRAN ERROR. 13

787 82 11
                                    

---

Ya no miremos más al pasado, lo que hubiera sido y lo que no ya no tiene importancia, porque nos hemos reencontrado, porque al fin estás aquí a mi lado. Y todavía me vuelves loco, estoy loco por ti y por tus besos —ella sonrió y lo besó
-

-

¿Por qué piensas que tú familia te haría daño?—él no contestó, sólo sonrió, y tomando una postura algo distante. — Candy lo miró confundida.

— ¿No tienes hambre? — pregunto él obviando la pregunta.

—Terry, ¿no me vas a contestar?

—Candy… Eso tiene que ver con… mi familia. Y es algo de lo que no quiero hablar en este momento—. Candy volvió a mirarlo; Terry no estaba tomando la relación enserio; pero luego se tranquilizó cuando recordó que él había dicho: “en este momento”. Tal vez le contara después.

—Si tengo un poco de apetito —dijo ella más tranquila—. Quiero un bistec y papas fritas con mostaza y mayonesa, también ketchup. Ah y alguna bebida carbonatada—. Él se echó a reír.

— ¿Sólo eso?

—Si — dijo con inocencia antes de comprender que Terry estaba jugando con ella. —No te burles de mí...

Salieron del apartamento de Candy, juntos como cualquier pareja enamorada, sin complicaciones, ni paparazzis, por qué a pesar de que Terry ya no estaba en el escenario de un teatro, seguía teniendo público que lo reclamaba y adoraba. Aunque tampoco les importaba quién los vieran juntos, esa era la realidad, pensó Candy, ella,  una joven que no tenía familia estaba ahora con este hombre tan guapo y que había sido el actor más reclamado, y ahora era su jefe. ¡AY Dios! En el camino hablaron de todo y de nada, escucharon música, se estuvieron en agradable silencio, y disfrutaron de las vistas. Se tomaron fotografías y compartieron muchas bromas. Terry estacionó el auto por tercera vez en esa nueva y mágica tarde, y de la mano, empezaron a deambular por diferentes calles neoyorquinas,comprando y disfrutando. Cuando al fin llegó la hora del bistec. La comida pasó entre risas, muchos besos, muchas caricias, muchos te amo, y muchos planes futuros que eran más como promesas.
-

-

Terry... —dijo de pronto ella y él la miró muy serio. —¿Tengo la idea que no te sorprendió mucho cuando te dije que era huérfana?

—Me enteré por Annie. —Candy lo miro interrogante, Terry soltó y  suspiro—.  Le hice algunas preguntas y ella me dio otras respuestas, como por qué de llamarte Candice —Candy se ruborizó—. Annie es una buena amiga y te quiere, así que no tienes nada de que avergonzarte.

—No estoy avergonzada.

—Lo sé. —Se quedaron en silencio un momento.

— ¿No te da un poco de pesar ahora las noches desperdiciadas mientras estuvimos alegados? —Ahora preguntó él mirándola un poco de reojo. Habían comido delicioso y tambien habían caminado bastante, y ahora descansaban dentro del auto que le había llevado su chofer a Terry después de que esté le llamara por el móvil, ahora juntos estaban mirando el sol ponerse. La gente que se iba disipando, muy poca pasaba a su alrededor dejándolos  más o menos solos

—Sí, me lamento mucho. Pero las cosas se dieron así —dijo Candy con un largo suspiro.

—No es mi familia… —Terry explicó de pronto contestando a su primera pregunta.  Respiró profundo, como si se preparase para hacer algo desagradable, y empezó a hablar.
—Yo… crecí mis primeros seis años con mi madre, después mi padre me separó de mi madre para llevarme con él a pesar de que ya tenía una familia, una familia que no me quería a su lado. Al principio no entendía por qué estaba en esa casa lejos de mi madre, si mi padre ya tenía dos hijas que no disimularon su disgusto, pero como fui creciendo mi madrastra se encargó de hacérmelo saber, y consiguiendo que mi padre me viera como el rebelde, el problemático, así que no se molestaba en averiguar, no me preguntaba que había pasado, él simplemente me castigaba y en peor ocasiones me dió unos cuantos azotes. Crecí entre humillaciones, rechazos. Las miradas desprecios de hermanastras, Mi padre no le importaba lo que su esposa hacia con desprecio por mi.  Intenté escaparme, pero siempre me atraparon, ser actor fue mi salida de esa familia. —al terminar de hablar, él la miró y sonrió, como si sólo le hubiese dado una noticia graciosa. Candy lo miró sorprendida, esa sonrisa distanciaba mucho de tener una emoción de felicidad. Ella no se la creía, pero eso no era lo que la había impresionado, sino más bien que pudo ver su alma en el color azul y lo profundo de sus ojos. Terry la estaba mirando con una intensidad que le quitó el aliento. Por qué pudo ver al niño bueno, cariñoso que había Sido cuando estaba con su madre. Tenía la esperanza de que con el amor que ella tenía para él, volviera ese niño increíble que había Sido cuando tenía seis años.

PERDONA MI GRAN ERROR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora