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La casa era de piedra gris, con persianas de color verde, pero tan desgastadas que parecían grises como la piedra. Contra el frente había un porche, no muy elevado por encima del suelo, y sin balaustrada o pasamanos. Había varias mecedoras en tablas de nogal americano. Había ocho ventanas cerradas, y en medio entre las ventanas y el porche, una gran puerta con pequeños paneles de color violeta a cada uno de sus lados y montante en forma de abanico por encima.
-Abre la puerta, dije al muchacho
-Ábrala usted mismo- replicó, no de manera desagradable ni enfadosa, sino con un tono que uno podría sino tomarlo como una sugerencia de lo más natural.
Cuando entre a la casa vi que todo estaba muy oscuro, podía distinguir poco, entre el polvillo, las ramas de los árboles fuera, el techo de pizarra y las puertas cerradas.
-Mejor trae una lámpara, le dije al chico
-No hay lámpara, declaro festivamente. No hay velas, usualmente estamos en cama cuando oscurece.
En ese momento volteé y fui en busca de mi maletín, en donde grabé que había guardado tres velas medianas, cuando tomé las velas encendí una de ellas y logré mirar el chico estaba parado justo donde lo dejé, las paredes estaban bloqueadas, el piso pelado Había un aroma frío y enmohecido, pero la cama parecía estar recién hecha, a pesar de que se veía todo húmedo.
El cuarto en donde iba a dormir no tenía nada más que dos sillas dañadas y la cama, desempacar unas cuantas cosas de mis maletas. Aliste y limpie la cama en la que luego dormiría.
Luego de unos minutos decidí preparar algo de comer, sacar unas viandas que cargaba junto a mis maletas y le pregunté al muchacho si quería un poco de mi comida, a lo cual me responde que no, porque ya había cenado unas horas antes de que yo llegara. Me extraño un poco su respuesta, ya que en su cara demostraba lo contrario, se le notaba una cara de angustia y hambre.
Luego de comer salí hacia afuera a unas mecedoras, me envió y fume unos cuantos cigarrillos, el muchacho me acompañó silenciosamente, en ese momento le pregunté cómo era su relación con los vecinos de aquel lugar. A lo que yo respondí que no tenía vecinos, y así tuviese no irían a visitarlo, ya que todos tienen miedo de su casa. Me sorprendió esa respuesta y le pregunté cuales eran esas razones, pero él no me quiso responder.
Después de reposar necesitó la cena, el procedimiento fue en el cuarto en donde iba a dormir, recosté sobre la cama y decidí leer un libro, mientras leía vi que los muchachos se sentaron alado de mí, mientras que una visa muy fría se adentró en La recamara. Le pregunté si es que el error el mismo frío que yo, y yo respondí que él nunca siente frío.
Luego de unos minutos me queda totalmente dormido, pero mientras dormía, en la madrugada sentí muchas cosas extrañas. Primero me envió que me acariciaban debajo de los pies, a lo cual no tome atención. Luego sentí ciertos roces por mi abdomen, lo cual ya me empezó a preocupar bastante. Después de unas horas, logre escuchar un llanto de aquel muchacho que acompañaba en la cama, aquel ligero lloro en unos minutos se controlará en un llanto desgarrador. Escuche todo lo que murieron mientras lloraba, pero sin embargo me hice el que aún seguía dormido.
En esos minutos enviados a las paredes de la casa comenzaban a generar ruidos ruidosamente, como a alguien que golpea fuertemente, el techo de la casa también específicos que se levantaba. Toda esa noche fue de constantes tormentos para mí, muchas presencias que se presumían que serían malignas.
Cuando envié el sol se ponía suavemente en el firmamento, proceda a levantarme, cuando despierte observe que todo el cuarto estaba desordenado y todo estaba dañado y el muchacho que me acompañaba ya no estaba conmigo.
Me aliste y salí inmediatamente de ese lugar, para sorpresa mía, al conversar con los señores que Vivían cerca de la casa en donde me quedaría a dormir, les platique todo lo que me había pasado, y ellos me dijeron que en esa casa ya no vivía nadie, y el chico con labio leporino ya tenía dos meses de fallecido.
